Néstor Rivero

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El 23 de octubre de 1976 murió en Caracas Alejandro Colina, realizador de la escultura María Lionza sobre la danta. Colina es considerado el más grande escultor en la historia del país. De joven se desempeñó como remachador de vagones de ferrocarril, marinero en el Orinoco y mecánico. En una ocasión diría: “El oficio de mecánico me ha sido muy útil, la aconsejo al escultor novel, pues solidifica el concepto de plástica…La mecánica es un oficio hermano de la escultura, es el que mejor le corresponde” (Revista Entre Rayas http://entrerayas.com). Con 13 años inició estudios en la Escuela de Artes Plásticas de Caracas, recibiendo clases de Fco Herrera Toro y Cruz Álvarez.

 

Piedra prehispánica

Entre las fuentes que iluminaron la inspiración del maestro Alejandro Colina se ubican las figuras rescatadas de nuestras culturas aborígenes, pictogramas, petroglifos alrededor del Lago Tacarigua y restos arqueológicos como la Piedra Pintada, de Vigirima -pieza que llamara la atención del Libertador, a su paso en una de las campañas durante la Guerra de Independencia, como recuerda Vicente Lecuna-. Colina conocía al detalle diversas regiones y relatos del territorio venezolano.

 

Escultor endógeno

Colina, quien además de escultor incursionó en el muralismo, constituyó junto a Francisco Narváez y César Rengifo, un trío cimero del nacionalismo artístico venezolano. En palabras de Aminta Díaz, Colina fue un “genial escultor que rescató del olvido a nuestros indígenas y los sembró en la geografía patria con creaciones insustituibles; novedosas, personales, originales, con sentido axiológico, nacionalista y épico, con pasión telúrica”. Y su conexión de lo indio y mestizo atrapa “facetas de una venezolanidad polimorfa y plural, como lo reflejó en sus obras Pedro CamejoLa Negra MateaAndrés Eloy Blanco y los caciques”. Colina concibió la gigantesca figura del San Juan Bautista instalada al centro de San Juan de los Morros (Guárico), conocida popularmente como “San Juanote”. Realizó figuras emblemáticas como los caciques Caricuao, Tiuna y Chacao, para plazoletas de Caracas.

 

El mito de Sorte

El mito de la dama legendaria, cuyo culto surge en Sorte (Yaracuy) fue esculpido por Alejandro Colina en 1951. La obra, que recibe la veneración de numerosas personas en la Autopista del Este, de Caracas, es la que dio mayor gloria a su creador, quien al mito añadió “las formas y volúmenes de la obra de arte”. Juan Calzadilla calificó a Colina “como el más alto representante de la tendencia indigenista en nuestra escultura. Su temática constituye, en conjunto, exaltación alegórica de la fuerza de la raza autóctona y…su trabajo adopta a menudo la forma monumental. Sus figuras están fuertemente acusadas por una construcción muscular sobresaliente que imprime un ritmo tenso y robusto, bajo el cual el movimiento es sugerido y contenido dramáticamente».

Diosa Tacarigua

“La histórica plaza Tacarigua, monumento erigido como ofrenda a nuestra cultura aborigen, fue…inaugurada el 24 de julio de 1933. Es una obra del insigne Alejandro Colina, quien plasmó en ella rasgos características de las estatuillas producto de la tradición de Los Tacarigua, aborígenes que habitaban la costa nororiental del Lago Tacarigua (…) La plaza está constituida como figura central por la “Diosa Tacarigua”…que simboliza la belleza y feminidad. La plaza y sus estructuras constituyen una manifestación cultural de incalculable valor autóctono que se ha conservado ante los efectos desgastadores del tiempo, gracias a su propia solidez estructural (…) A lo largo de milenios nuestros ancestros indígenas habitaron las orillas del Lago Tacarigua” (Ernesto Valdivieso / En: http://es.slideshare.net).

 

 

Sinóptico

2015

Juana Ramírez, “La Avanzadora”: Cabalgar sobre una mula

Este día los restos de Juana Ramírez, maturinesa y heroína de la emancipación, recibieron los honores del Panteón Nacional. Su valerosa actuación al frente de una batería y mientras comandaba el cuerpo de mujeres en la tercera batalla de Maturín, escenificada el 25 de mayo de 1813, la hicieron acreedora del título de La Avanzadora. En dicha jornada fue decisiva la participación de Juana Ramírez frente a unidades de artillería de mediano tamaño, del tipo culebrina. En un momento del enfrentamiento, Juana, “en medio de la lluvia de balas, atravesó el campo de batalla y arrancó su espada a un general muerto…” (Mireya Sosa de León). Dicha espada sería posteriormente enarbolada por la heroína para sacudir los espíritus en combate. Aquella acometida del 25 de mayo de 1813 indujo a sus camaradas de armas a consagrarla como “La Avanzadora”. La tradición que recuerda a la célebre “Batería de Mujeres”, la recogió Carmen Clemente Travieso en su obra Mujeres de la Independencia, de 1965. Juana, oriunda de Chaguaramal (Monagas), era hija de la esclava Guadalupe, cuyo propietario, Andrés Rojas, destacaría años después como general de la emancipación en el oriente. Vivió, en condiciones de pobreza, según tradición hasta su muerte.

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