Wendy La Rosa V.

En este especial les contaré parte de las vivencias que me dejó a nivel personal y profesional, trabajar con uno de los grandes personajes de estos tiempos de revolución. Estuve muchos años, primero como reportera de la fuente militar, luego en la fuente ministerial social, y finalmente en la política, desde la campaña hasta la Gobernación. Asimismo, verán las fotos inéditas que tomé y que tiene Diario VEA en exclusiva para ustedes.

Hacer este especial resultó algo difícil, por la cantidad de sentimientos y recuerdos revueltos que salieron a flote y que gracias a mi casa, el Diario VEA, me permito compartir con ustedes en medio de la tristeza que nos embarga. Les contaré anécdotas y experiencias vividas de muchos años de trabajo, amistad y cariño con el General del Pueblo, Jorge Luis García Carneiro.

Recordado por muchos, por su reciente y excelente gestión como gobernador del estado La Guaira, comandante general del Ejército, ministro y fundador de la Misión Negra Hipólita. También estuvo al frente del Movimiento de Militares por el Sí en respaldo al Comandante Chávez.

Con la autora del texto. Fotos cortesía WLR

Para mí, desde que era una “jojota” en periodismo, desde mis inicios en el reporterismo de calle en Diario VEA, significó mucho conocerlo, admirarlo y quererlo como amigo, jefe, tremendo ser humano, un hombre muy familiar, excelente padre, hermano y esposo. Es de recordar los detalles, porque muchas veces, hasta nos tocaba celebrar los cumpleaños juntos y con su familia, porque yo estaba lejos de la mía y siempre estábamos trabajando.

Desde interminables reuniones, ruedas de prensa, giras, visitas de campaña, recorridos, marchas y diversos actos en cada una de las instituciones que dignamente ocupó, hasta los espacios que me permitió compartir con ese cariño que me hacía sentir parte de su familia, una que por cierto siempre se ha caracterizado por ser muy unida y acompañarlo durante toda su vida, tanto a nivel personal como a nivel profesional.

La señora María, o “Mariíta”, siempre ha sido toda una Generala que supo sacar adelante a su familia y criar a sus hijos: Mafer, Male, Javi y Cesita. También, a Ender, “El Rusito”, su otro hijo a quien adoptó en una de sus misiones “selva adentro”, porque su familia no contaba con los recursos para mantener al bebé, y sin pensarlo el general se lo llevó a su casa como un miembro más de su familia. Otra jefaza, para mí y para todos en nuestro equipo de Prensa y Relaciones Públicas.

El general García Carneiro era ese hombre que supo ser jefe y líder, al que recuerdo que no le importaba meterse a cualquier hora, sobre todo en horas de la madrugada, en el río Guaire o a algún lugar recóndito, oscuro y sucio, para rescatar a personas de la calle en la Misión Negra Hipólita. Tampoco le importaba terminar una larga jornada de trabajo a la 1:00 am y decidir salir a inspeccionar una obra a las 2:00 de la mañana, pues su capacidad de trabajo y empuje era reconocido por propios y extraños.

Hasta los 25 y 31 de diciembre, los primeros de enero para recibir al primer niño que recién nacía en el año que comenzaba, y los feriados, eran días sin duda agotadores de trabajo, pero llenos de mucha satisfacción. A veces era llegar a casa, escuchar sonar el teléfono y salir corriendo de nuevo, porque el jefe iba a otra reunión o actividad importante.

Sus directores de línea, miembros de su equipo de trabajo, sabíamos que se aparecería a cualquier hora, y por ende, debían tener todo listo y al día. A todos nos cargaba “al trote”, porque las jornadas eran interminables y sin horarios. Recuerdo que una vez, recién acabábamos de cenar, en plena campaña; era como la 1:00 de la mañana y como a eso de las 2:30, nos dijo cuando íbamos a dormir: “¿Qué hora es?”. Le respondimos: Son las 2:30, mi general… Acto seguido nos dijo: “Vámonos a Mare Abajo a inspeccionar cómo va todo por allá”. Ese día le dije: “Me da mucha pena y lo siento; esta vez me quedo, pero se va con el fotógrafo”; a lo que me dijo: “Está bien, vaya a descansar, está bien…”.

Era ese que iba en el carro y si veía a una mamá con su bebé pidiendo dinero o ayuda en la calle, o a una persona en situación de calle, mandaba a detener el carro para bajarse a conversar e indagar sobre cómo podría ayudarles.

Ese mismo que ayudó a Santiago, al muchacho que sufría de elefantiasis y que deambulaba por las calles de Vargas. También el mismo que se metió al vertedero de basura con nosotros, logrando rescatar y dar vida digna a los que allí se encontraban en situación precaria. Además, siempre será recordado por fundar el núcleo de orquestas infantiles y juveniles en la entidad, desde donde rescató a muchos niños, niñas, jóvenes y adolescentes.

Asimismo, fue el mandatario regional que llevó jornadas de atención médico-asistenciales a sitios como Los Roques, lugar donde disfrutaron por primera vez de un concierto a cargo de la mencionada orquesta. Jamás olvidaré que nos declararon “ciudadanos ilustres”, tripulantes de aquella embarcación de nuestra Armada Bolivariana.

Además, hay que recordar que él y la señora María me regañaron por pedirle al Comandante Chávez una foto, cuando estuvo en un acto en Vargas, porque no debíamos molestar al Presidente. Recuerdo que no me importó y ante la emoción de tenerlo cerca, logré tomarme mi foto y tomarles una a ellos que quedó inmortalizada y fue emblemáticamente usada en la campaña. Fue bien asombroso que nuestro Presidente Chávez, me recordara de Diario VEA y de YVKE Mundial.

Recuerdo algo que me causó mucha risa, porque él, a pesar de su aplomo de militar, era muy alegre y le gustaba la música de Pastor López. De hecho, en una reunión decembrina en el Minpades, nos hizo buscar y buscar un cd de Pastor López, porque no había ni una canción de él en el lugar y quería bailarla. Al fin, luego de tanto buscarlo, se lo encontramos y disfrutó ese día bailando.

De igual manera, llegando a la costa, no había dormido muy bien. Salimos muy temprano, comíamos a deshoras y me dio un “yeyero”… Me mareó el viaje en lancha y yo escondiéndome para que no se dieran cuenta. Él, buscándome para que tomara fotos e hiciera entrevistas, se dio cuenta y me dijo riéndose: “Catirita, aún no te has acostumbrado a este trajín. Descansa un ratico y luego nos alcanzas”.

Con él, uno sabía que debía andar derechito, cumplir a cabalidad y puntualidad con lo que el momento exigía, porque también, como ser humano y jefe, se disgustaba mucho cuando algo no salía como estaba pautado.

No fue un gobernador de escritorio, ni de oficina cómodamente instalada, él tenía su despacho en la calle, donde atendía al pueblo y buscaba solución a sus problemas. De esa manera supo ganarse el título de hijo ilustre de Vargas; se ganó el cariño y el respeto del pueblo, inclusive el de aquellos que tenían diferencias políticas, pero reconocían su labor.

Era ese hombre muy humilde, nacido y criado en la parroquia El Valle, que jamás se olvidó de sus orígenes ni se le vio con actitudes egoístas, pese a los cargos y trayectoria alcanzada. Conservó siempre la lealtad, no solo al Comandante Chávez, sino además al pueblo y a la Revolución, que será siempre recordado por su actuación recia, decidida y firme en aquellos aciagos días de abril de 2002.

Desde mi equipo de Prensa y Relaciones Institucionales, algunos de ellos también lo recuerdan así:

  • Irma Gómez: “Gracias a él y a la señora María, tengo mi casa. Lo recordaré siempre como un hombre trabajador y muy familiar. Recuerdo que me dieron mi casita porque tenía problemas serios de salud. Luego, trabajé con ellos en la parte social junto a la señora María”.
  • Carmen Linares: “Lo recuerdo cuando llegó a Vargas. Trabajé en campaña junto a la señora María en el movimiento de Mujeres con Carneiro. Luego me quedé trabajando en el área social con ella. Los recuerdo como muchos aquí en el Estado, por su gran trabajo en materia social, por poner a Vargas, ahora, estado La Guaira, bien bonito, luego de estar prácticamente abandonado, a raíz de la tragedia y el deslave. Fue un hombre que como todo ser humano tuvo sus defectos, y aunque muchos no lo crean o no lo pareciera, con esa cara de ‘puño’ tenía un gran corazón, era muy humano”.
  • Luis Rojas: Comento que fue una experiencia inspiradora, motivada de querer hacer las cosas bien, de modo único, distinto; éramos un equipo íntegro, unido y muy comprometido con nuestro trabajo. Ahora, como compañero de trabajo del recordado y amigo gobernador, “Fuimos leales y siempre teníamos algo que hacer en pro de cambiar la imagen del Estado, pues el gobernador la cambió y la supo proyectar definitivamente; es más, creo que el pueblo de La Guaira se lo reconoció en vida, y además creo que a pesar de todo rompió esquemas y logró su objetivo… No fue fácil y por eso ahí estábamos con él; también, a través de la Primera Dama del Estado, y estábamos en lo que nos correspondía, acompañándole y apoyándole a través de la Fundación Niño Simón Vargas.  Mi experiencia, trabajando contigo, pero entendiendo que éramos parte de la Gobernación, pues inolvidable, buenísima”.
  • Wolfgang Rada: “Un hombre trabajador, incansable, siempre dispuesto a ayudar a los más necesitados. En medio de todo, hizo labor social y cambió la cara de nuestro Estado junto a su esposa, la señora María. Fueron largas jornadas de trabajo en días que parecían interminables. Me dejaron grandes experiencias, recuerdos y gente buena que conocí. Tuve el mejor equipo como compañeros”.

El general García Carneiro fue y siempre será recordado por ser un luchador por la paz y el bienestar del pueblo, que fue siempre fiel a nuestros ideales y al sueño de Bolívar. Para mí, fue y seguirá siendo un honor haber documentado, reportado, fotografiado y compartido cada una de sus hazañas, al llegar al ahora estado La Guaira, momentos más emblemáticos y recientes de su carrera. Fue un placer plasmar cada cara de felicidad en la gente que recibió su mano amiga, captar las lágrimas de emoción de las madres recibiendo canastillas, niños recibiendo sonrisas y regalos, gente recibiendo sus casas, enfermos recibiendo atención en un centro o medicinas para sus tratamientos, gestos felices de los lugareños recibiendo canchas, espacios recuperados y útiles escolares, entre otros.

Y es que hasta recuerdo que fuimos una de las entidades pioneras en capacitar a jóvenes y adolescentes como “Reporteritos Juveniles”, para que supieran cómo reflejar lo que se vivía en sus comunidades y pedir auxilio a través de espacios en medios comunitarios.

Lo cierto del caso, es que el general Jorge Luis García Carneiro, el “Negro”, como cariñosamente le decía su esposa, o como le decía el Comandante Chávez, “Carnita”, en algunas ocasiones; el General, para muchos, o como le decía yo: “Gober” y “mi General”, le cambió la cara a Vargas (Hoy estado La Guaira) porque cumplió con sus promesas de campaña que siempre repetía en cada declaración, entrevista o evento, que era instaurar «el modelo de gestión que fuera digno y un ejemplo para Venezuela».

Segura estoy que vivirá por siempre en el corazón de quienes lo conocimos, en cada obra y en cada espacio recuperado de uno de los puertos de entrada a nuestra Patria, el hoy estado La Guaira. Hoy, Vargas y Carneiro viven. Su legado seguirá vivo.

Vayan mis palabras sinceras de agradecimiento de aquí a la eternidad por tanto cariño y enseñanzas; en honor a ello, rindo homenaje con estas pequeñas líneas a él y a toda su familia… ¡Hasta la victoria siempre, General!