Jesús Moreno

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Hasta el día de hoy, desde el 18 de abril cuando comenzó el paro nacional, en la mayoría de las ciudades de Colombia, como Bogotá, Cali, Medellín, Popayán, Cartagena, y otras menores, han sido estremecidas por la incorporación de millares de ciudadanos a las manifestaciones pacíficas de calle, los paros, quejas y reclamos, de un pueblo abandonado por el gobierno neoliberal y delincuencial de Iván Duque y sus aliados narcotraficantes, paramilitares, bandas armadas y sus socios la oligarquía tradicional, y la nueva oleada de Estados Unidos en el gigantesco negocio del narcotráfico, además de su alianza político militar para agredir a todos los países de América que quieran ser libres, soberanos e independientes, en otras palabras, dueños de sus destinos y riquezas.

De manera que este cúmulo de factores nos indica que la actual crisis no es nueva ni mucho menos definitiva. Creo que por ahora será controlada por complicados medios políticos, pero no vencidos por los problemas.

El pueblo seguirá sus luchas por justas reivindicaciones que por decenas de años le han sido arrebatadas a la mayoría de los colombianos con la violencia sostenida y criminal.

La respuesta al paro y sus manifestaciones pacíficas han sido la máxima represión de la policía nacional, las bandas civiles, paramilitares controladas por el ejército, la oligarquía y demás factores del poder.

Ante la gravedad de los hechos, el gobierno continuará su acusación de vandalismo, criminalización, incluso acusaciones de que es un plan y búsqueda de culpa a exteriores, en este caso Venezuela, Cuba; pero ya la verdad de miseria, abandono, desigualdad, injusticia, no podrán ocultar por siempre y eso moverá al pueblo, aun con los peligros de la brutal represión.

Durante el tiempo que lleva el paro en Colombia tiene un saldo en víctimas muy alto: 50 mortales, 500 desaparecidas, 1.500 detenidas, 16 violaciones por parte de la policía, más 1.000 presos; la tónica del gobierno es más represión según lo hizo saber Iván Duque en declaración del 17 de mayo, de manera que estas cifras, lamentablemente, deben aumentar porque el pueblo seguirá en sus reclamos, ahora con más conciencia.

Quienes seguimos desde años el curso de la política en Colombia sabemos que la oligarquía prefiere el exterminio y así lo viene haciendo con más saña desde 1948 cuando asesinaron al líder Jorge Eliécer Gaitán, pero ahora combinada con la criminalidad sumada del narcotráfico, aliado incondicional de Estados Unidos y su socio preferido.

Por eso todo tipo de acuerdo será burlado por el gobierno con el comité nacional del paro.

No hay que crearse muchas ilusiones.

La actual crisis tiene un componente alentador y es que las protestas tienen un auténtico sabor a pueblo, aunque Duque y los oligarcas, y los medios, llamen bandoleros a millares de campesinos, estudiantes, habitantes de los barrios, indígenas, transportistas, profesionales, que defienden y luchan por derechos y se nota con una conciencia superior, como se ve en las consignas que llevara el pueblo a la larga a la victoria, aunque no será un paseo su logro porque es una lucha histórica.

Las acusaciones y búsquedas de chivos expiatorios del gobierno son para justificar la brutal represión y para el manejo de sus policías y soldados, porque ellos saben que también son pueblo.

Pero lo importante es que hoy ya los colombianos no se ocupan en las paredes y los baños de aquellas consignas con que los engañaron por tantos años y se mataron por pregonar “abajo los Godos” o “abajo los bandoleros liberales”, eso es del pasado. Las luchas del pueblo colombiano hoy son por las realidades que les ha tocado vivir por décadas en carne y hueso. La lucha contra la miseria, a favor del trabajo, de la salud, en contra de la explotación, a favor de la alimentación, de la tierra, a una protección social, a justicia y a la paz.

Por eso creemos que la conciencia del pueblo colombiano ha crecido y por ello se han sumado al paro millones para seguir creciendo.

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