VEA / Carlos Batatin

Sobre los periodistas  más destacados se cuentan numerosas anécdotas, a menudo contempladas por otros  colegas como meras exageraciones, relatos sin base histórica o simples inventos. Sin embargo, todo depende del personaje y de quien haya estado allí  para ser fiel testigo.

Diógenes Carrillo, quien este lunes 19 de abril celebra haber llegado al mundo en medio de un ambiente muy especial dado su triunfo sobre el Covid-19, ha sido  un notable comunicador social, cuya experiencia lo ha enseñado a repartirse  entre el boxeo, la lucha gremial, la política y la locución, al punto que  al ser consultado por el  periodista Clodovoldo Hernández, en junio de 2016 para elaborar  un perfil de la carrera profesional de Muhammad Alí, le respondió que su mejor hazaña no fue en el campo boxístico sino “cuando anunció que no participaría en la invasión gringa a Vietnam, diciendo, palabra más o menos, que no tenía razones para agredir a un país que nada le había hecho y mucho menos en nombre de un gobierno que todos los días violaba los derechos humanos de sus hermanos de raza”.

Movilizador de pueblo

Al contactar, vía WhatsApp, a la periodista Rosario Pacheco, quien se encuentra fuera del país por obligaciones de trabajo, no dudó en ofrecernos una de sus anécdotas vividas con Diógenes, y en tal sentido narró que, “era septiembre de 2004, estábamos en plena campaña para las elecciones regionales y la gestión bolivariana en la Gobernación de Nueva Esparta era desconocida hasta por el chavismo. Las proyecciones nos daban por perdidos, como de hecho ocurrió, por razones que no voy a abordar aquí. Pero igual había que promover los muchos logros de la Revolución Bolivariana en el territorio insular”.
“Llamé a este colega y sin cortapisas nos puso a disposición 4 ediciones del programa que él conducía cada mañana y que sin duda alguna era de los más vistos en Venezuela: La Lámpara de Diógenes. Lo montamos en distintas zonas de la isla de Margarita, se desbordó de gente buena, alegre y combativa, la plaza Bolívar de Porlamar; luego un ambulatorio en Antolín del Campo, y así otros dos (2) escenarios. El chavismo neoespartano vivió y disfrutó cada transmisión y al terminar los compatriotas se quedaban para abordar a Diógenes, manifestarle su admiración, darle cartas, proyectos, contarle sus experiencias e invitarlo a que hiciera programas en sus comunidades”.
Rosario calificó a Diógenes, además de periodista comprometido con el periodismo ético y responsable, “es y ha sido en esencia, en esta era de Revolución Bolivariana, un movilizador, un agitador de conciencia y un promotor de la construcción colectiva, desde la Comunicación Popular”.
Al relatar su experiencia cuenta que “cada mañana, por VTV, nos hizo parte de un auditorio lleno de pueblo, de la Venezuela alegre y consciente, que a viva voz iba contando como labraba su destino común. Así lo sigue haciendo desde La Lámpara de Diógenes versión radial, que se transmite por YVKE Mundial y que suspendió hace ya semanas, para librar un combate por su vida”.
Finalmente, relata que él, siempre ha sido tremendo periodista deportivo, veterano en Boxeo. “Lleva rato metiéndole el gancho de izquierda al Covid-19, un contrincante invisible que ha querido pasarse de la raya. Pero nuestro aguerrido colega ya casi lo tiene “besando la lona”, sabemos que lo conseguirá. Desde Madrid, le mando mi abrazo fraterno”.

Jefe Civil irreductible

Para el año 2010, en el marco de las elecciones primarias del Partido Socialista Unido de Venezuela, fue precandidato con el N° 18 del Circuito 1 del municipio Libertador conformado por las parroquias Sucre, La Pastora y el Junquito. El 29 de abril de ese año, fue entrevistado por Prensa Marea Socialista, cuyo material audiovisual fue publicado en la página https://www.aporrea.org/actualidad/n156309.html. Allí narra algunas de sus vivencias cuando fue designado como jefe civil de la parroquia El Junquito.
“Nos tocó formar parte de la primera camada de jefes civiles de la revolución, por pedido del equipo político del MVR de El Junquito del cual formábamos parte. Nos dieron, nos dieron y nos dieron -nos negamos en principio-, hasta que nos convencieron de que teníamos que asumir la conducción de la jefatura civil como una tarea política”.
Narró que allí no terminó todo. “Bueno, esos que fueron a mi casa- porque fueron varias veces a convencerme a que aceptara-, después empezaron a pretender que botara a todo el personal de la jefatura, sin saber con quién estaba ese personal. Ya por ahí tuvimos problemas, porque le dije, yo voy a botar a la gente que no cumpla, a la gente que no haga su trabajo y la gente que atienda mal al pueblo que viene aquí a pedir ayuda o solicitar un servicio y no me importa de qué partido sea. Si es del MVR tendrá que irse y voy a dejar a todos aquellos que cumplan con su trabajo y atiendan bien a la gente y no me importa si son adecos o copeyanos. Eso ya en principio no gustó”.
Cuenta que luego surgieron otros inconvenientes, “porque yo hice la guerra -simplemente haciendo cumplir las ordenanzas municipales-, prohibiendo la venta de licor en la calle o consumirlo a bordo de los vehículos, porque todos bebían en la calle. Después lo hacían en todas partes menos en El Junquito porque sabían que iban para el calabozo”.

Genitales y garganta

Al conversar con el  comunicador social  Alcides Castillo, y  solicitarle que nos  relatara algún episodio compartido con Diógenes, en forma inmediata nos respondió vía Whatsapp: “¡Bueno ahí va uno! A raíz del conflicto surgido  entre los trabajadores de El Nuevo País y el dueño, Rafael Poleo, a este último lo interpelan en la Comisión de Asuntos Sociales de la Cámara de Diputados”.

Narró que en la sede del  antiguo Congreso Nacional estaban presentes las y los colegas periodistas, “cuando  Poleo ve a   Diógenes, con el dedo pulgar lo señala y se lo pasa por la garganta en señal que había ganado la pelea, pues el ministro del Trabajo en el  segundo gobierno de Rafael Caldera, Juan Nepomuceno Garrido, lo apoyaba.  Entonces nuestro camarada se llevó  la mano derecha hacia sus geniales con lo cual dio respuesta a un personaje inescrupuloso”.

Sarcasmo jetón

Jimmy López Morillo, comenzó  en el periodismo en 1982, con la clara  intención de dedicarse a la cobertura de la fuente deportiva. “Uno de mis referentes era Diógenes Carrillo, a quien, si no recuerdo mal, conocí en una visita al diario Meridiano, cuando éste no pertenecía a los De Armas”.

A lo largo de esa época solían toparse y conversar en algunos eventos o ruedas de prensa,  “hasta que coincidimos en periódico El Nuevo País a comienzos de los años 90, siendo yo delegado sindical, y  compartimos la feroz lucha por el contrato colectivo, que libramos las trabajadoras y los trabajadores de esa empresa, en contra de esa escoria llamada Rafael Poleo y que terminó en el 94 con la quiebra fraudulenta de ese diario, bajo la complicidad del gobierno de Rafael Caldera”.

Después de 19 años, agregó López Morillo, al ser designado como presidente  del Fondo Editorial del Ipasme “me  llamó para que trabajara con él. De inmediato le pregunté: ¿como qué, cómo periodista?.  En seguida ripostó y me dijo: ‘no jetón, cómo va a ser, cómo caletero’. Fue su sarcástica respuesta”.

Tras aceptar la propuesta, Jimmy  se sintió a gusto al estar tan cercano a innumerables libros y por las visitas habituales de personajes de todos los calibres, revolucionarios de distintas épocas, incluyendo guerrilleros de los 60 y 70.  “Además de unas muy nutritivas tertulias en las que se abordaban todo tipo de temas con Ángel Méndez (Q. E. P. D), Arístides Medina Rubio (Q. E. P. D), Víctor Martínez, Freddy Best, entre otros”.

En el 2014, mientras ambos realizaban un desplegable sobre los medallistas olímpicos venezolanos, “conversamos sobre la injusticia que se cometía con Arlindo Gouveia, a quien no se le incluía entre  los ganadores de medallas de oro, junto a «Morochito» Rodríguez y Rubén Limardo, pese a haberse ganado a los mejores del mundo en su división, de que había escalado hasta lo más alto del podio y le habían puesto el Himno Nacional, mientras ondeaba en lo más alto nuestro glorioso pabellón tricolor, aunque en esos Juegos Olímpicos (Barcelona, España, 1992), el taekwondo era deporte de exhibición”.

Ante tales reflexiones, le plantean al presidente del Comité Olímpico Venezolano, Eduardo Álvarez, que intervenga para que se haga justicia.  “Se comprometió a solicitar el reconocimiento oficial de ese galardón áureo y del bronce ganado por Adriana Carmona en esa misma disciplina. Efectivamente Álvarez envió una carta al Comité Olímpico Internacional exponiendo el caso y haciendo la solicitud y meses más tarde el COI emitió una resolución dándole carácter oficial a todas las medallas otorgadas en deportes de «exhibición», en un acto de  justicia, más de 20 años después”.

Al finalizar su anécdota, expresó que “es un orgullo que con una pequeña iniciativa, Diógenes y yo pusiéramos nuestro granito de arena, para que se dieran esa resolución y esos merecidos reconocimientos a ese par de atletas”.

Entre los galantes

La conocida comunicadora  social, articulista y conocedora del  acontecer salsero, Lil Rodríguez, al escribir  recientemente sobre el personaje que nos ocupa, resaltó como anécdota que “el gremio periodístico cuenta con muchos varones galantes, muchos, pero ganarle a Diógenes Carrillo en eso es como difícil. Con una capacidad de observación fenomenal Diógenes siempre se daba cuenta de que podía gustarnos a sus compañeras de lucha y de profesión y cuando menos se esperaba aparecía con algún obsequio sabiendo que nos gustaría”.

Gracias  a los datos publicados por Lil Rodríguez, fueron  salieron a flor de piel más anécdotas. Por ejemplo, que es melómano profundo y que además,  “literal padrino de la Dimensión Latina junto a César Tovar en 1972, y cofundador de la revista Swing Latino en 1977 junto al inolvidable Ángel Méndez y el tremendo fotógrafo que es Fernando Sánchez”.

 Hablando guillao

“El pasado 1 de marzo nos enteramos  que  el colega Diógenes Carrillo, tenía neumonía y fue trasladado a una clínica en San Bernardino  para iniciar su tratamiento. No obstante, nadie manejaba información precisa sobre su estado de salud ni nada parecido”.

Así lo narra para Diario Vea la periodista Alba Rengifo, amiga del conductor de la Lámpara de Diógenes e integrante de la Plataforma de Periodistas y Comunicadores de Venezuela, quien recuerda que ese día “sin querer marqué su número, pero no respondió nadie. Eso me inquietó más porque todo el mundo preguntaba y no teníamos respuestas”.

Pasaron algunos minutos, relató Rengifo,  y “de repente sonó mi celular y me imaginé que era su hijo, Diógenes Ernesto. Para mí sorpresa y alegría era el propio Diógenes, quien en voz muy baja  y -aunque el médico lo estaba viendo- me comentó: ‘Estoy hablando guillao. Albita necesito que  llames a Omaira -la productora de su programa de radio en la emisora YVKE Mundial– para me traiga ropa  porque Ernesto salió para hacerse la prueba del Covid-19 y no puede hacer esa diligencia”.

Ante lo descrito, argumenta Alba Rengifo, que “la historia es que como periodista sorteó la situación y no dejó pasar la oportunidad y me llamó para buscar una solución”.

 «KO a las Drogas»

En enero de 2004, se codeó con el presidente de la Asociación Mundial de Boxeo, Gilberto Mendoza, al participar en la organización en la décima segunda edición  del Festival de Boxeo Latinoamericano AMB “KO a las Drogas».

Seis  años después, en diciembre de 2010, en las instalaciones del Estadio Olímpico en la UCV  como en el Parque Generalísimo Francisco de Miranda, muchos amantes del boxeo se ponían los guantes y se lanzaban al centro del ring  para disputarse la Copa la Lámpara de Diógenes.

El hombre puntual

El periodista Mario Flores, contó que “como fiel soldado revolucionario acostumbrado a una disciplina estricta, el amigo, compañero y camarada Diógenes Carrillo siempre ha llegado puntualmente a cualquier cita programada. Y, por supuesto, en las convocatorias que hacemos para las reuniones de pauta de nuestro periódico Cimarrón, del cual es jefe de Redacción, él es uno de los primeros en hacer acto de presencia, lo que le da pie para hacer los debidos y enérgicos reclamos a quienes por una u otra causa llegan tarde y pretenden interrumpir la ya comenzada tertulia”.
Y en más de una ocasión, prosigue Flores, “cuando él consideró que hubo mucha demora por parte de los convocados, se ha retirado del sitio y dejado una esquela mostrando su desagrado y molestia por la pérdida de tiempo que le ocasionó tal inconveniente. Así es Diógenes”.
De acuerdo con sus compartidas experiencias, “tal es el compromiso del camarada que, tras la cuarentena producto de esta terrible pandemia, y en vista de que en su casa no tiene aún teléfono Cantv y por lo tanto tampoco internet, siendo a su vez renuente a la nueva tecnología –no tiene WhatsApp, Facebook, Instagram, Telegram, etc.–, busca cualquier manera de enviarme los artículos que van a ser publicados en la edición de Cimarrón, como por ejemplo guardarlo en un pen drive y dárselos a un familiar o amigo para que éste a su vez me los envíe por correo a tiempo, pero nunca ha fallado con su verbo elocuente e irreductible y su manera clara y concisa de contribuir con la Revolución Bolivariana. Por eso nos alegra sobremanera que nuestra Lámpara de Diógenes nos seguirá alumbrando la conciencia por muchos años más. ¡Enhorabuena, camarada!».
El hombre de la lámpara
«Varias veces, compartiendo por los alrededores de YVKE Mundial, yo observaba que había alguien que lo saludaba por el nombre de Robinson. ‘¿Qué hubo, Robinson?, épale Robinson, buenas, maestro Robinson'», refirió el también periodista, Iván Padilla Bravo.
«Picado en curiosidad un día le pregunté a si ese era su segundo nombre. Y él me respondió: ‘No, pero él dice que yo soy el segundo Robinson porque imparto luz con la lámpara y Simón Rodríguez, con las velas’.  Me pareció genial para dos maestros de las luces», finalizó.

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