Néstor Rivero Pérez

El 18 de mayo de 1825 el Libertador Simón Bolívar, encontrándose en Arequipa, camino al Alto Perú (actual Bolivia), emitió decreto mediante el cual dispuso la construcción de una Ciudad Marítima en costas del Pacífico suramericano y que formaban parte del territorio altoperuano; ello con el propósito de conectar de modo directo, dar acceso directo, al territorio de la actual Bolivia. El Pacífico Sur era vía natural de salida e ingreso para viajeros y productos comerciales del nuevo Estado.

Puerto y progreso

La idea de progreso que bullía en la mente del Libertador conjuga el fomento económico con la moral y las luces, y el propósito de felicidad posible. Dichos, postulados, originados en el Iluminismo del siglo XVIII, tenían en el socialista utópico Gabriel de Mably -cuyo pensamiento confiesa haber estudiado el Libertador-, un pionero.

Contando con el lago de Titicaca y corrientes fluviales como el Abuná, Beni, y otros que confluyen en el caudaloso río Madera, Bolivia se plantea una circunstancia que desde su nacimiento como Estado Nacional debía ser atendida: su población se asienta en altiplano, a varios miles de metros de altitud sobre el nivel del mar, requiriendo un acceso costero directo, para el flujo de su comercio externo.

Durante el régimen colonial ello no era inconveniente, por cuanto como provincia del Río de la Plata primero, y luego del Virreinato del Perú, su comercio respondía a las rutas de las respectivas circunscripciones. Y seguramente este hecho está en el origen del decreto del 18 de mayo de 1825, que instruye la construcción de una ciudad marítima en favor del nuevo Estado. Así, la localidad portuaria concebida en el decreto del 18 de mayo de 1825, corresponde al litoral del desierto de Atacama, por entonces parte del Departamento de Potosí (Bolivia). Para 1829 el presidente de Bolivia, Andrés de Santa Cruz, crea en dicho territorio el “Departamento del litoral”, que tuvo de capital el pequeño puerto de Cobija, que formará parte de dicha nación hasta 1879, cuando Chile, victoriosa en la guerra contra Perú y Bolivia, tomó dicho territorio y, en consecuencia, Cobija, nombre definitivo del portete o caleta pesquera que se construyó en atención al decreto del Libertador.

El Libertador, quien aspiraba dotar a la nación que recién se constituía como Estado independiente, de un puerto para su comercio internacional, quiso que naciera con el nombre de Puerto de La Mar, en reconocimiento al general José de La Mar, en quien cifraba sus esperanzas como heredero dentro del Perú, de las glorias de Junín y Ayacucho y sostenedor de la gesta anfictiónica que se esbozaba con el Congreso de Panamá convocado por el héroe caraqueño, y que debía reunirse a mediados de 1826 en el Istmo centroamericano. Sin embargo, los propósitos de progreso y grandes augurios para la población del nuevo Estado boliviano, así como los proyectos anfictiónicos, naufragaron dos años después, cuando el propio general La Mar con el poder en Perú, junto con Agustín Gamarra, patrocina en 1828 la agresión contra Bolivia y el Motín de Chuquisaca, en el cual resultó gravemente herido Antonio José de Sucre.

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