Jesús Moreno

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En la Batalla de La Victoria del 12 de febrero de 1814 combatieron José Félix Ribas, Mariano Montilla, el coronel Carlos Soublette, Rivas Dávila (del Batallón Dragones de Caracas) y ocupan la ciudad el 14 de febrero de 1814, para enfrentarse a José Tomás Boves, quien venía triunfante con una tropa que quintuplicaba a las fuerzas patriotas y que acababa de derrotar a Simón Bolívar en las batallas de Mosquiteros y La Puerta, por lo cual el Libertador sitúa su cuartel general en Valencia, mientras Rafael Urdaneta peleaba en occidente para preservar a Valencia. La llanura combatía contra la montaña.

Boves, junto con Rosete y Morales, avanzan incontenibles y amenazan en firme la República, después de no poder ser contenidos por Bolívar.

En esta situación el Libertador ordenó a José Félix Ribas en Caracas, movilizarse hacia La Victoria con todo lo que tenía en hombres, armas y municiones. Este entra en acción y logra formar una división con 1.500 hombres y cinco piezas de artillería.

Es en este momento en que aparece la figura sublime de la juventud que se enrola, especialmente los universitarios y los seminaristas, que cambian las túnicas por el fusil para la defensa de la patria, junto al ejército regular que llega a la ciudad de Nuestra Señora de Guadalupe, en La Victoria, el 14 de febrero de 1814, y toman posición de combate a primeras horas de la mañana, todas bajo el mando de José Félix Ribas a quien acompañaban el general Mariano Montilla, el coronel Carlos Soublette y Rivas Dávila. Resisten todo el día los asaltos del terrible Boves, pero se van replegando hacia la plaza y la iglesia.

La Victoria era gran productora de café, cacao, añil, algodón, ganado y ron de buena calidad.

Allí vivían las familias Bolívar, Toro, Ribas, Rodríguez Uztáriz, Tovar, quienes algunos de ellos también tenían casas en Caracas, pero eran dueños de grandes terrenos que explotaban con los indios guaiqueríes, caraimas, tucaos y tiquires, quienes eran originarios de la zona.

Todos resultan acosados ya en horas de la tarde y las calles llenas de cadáveres de estudiantes y soldados de los dos bandos. Surgen los grandes gestos heroicos; el coronel Ribas Dávila, quien muere en combate, pero antes llama al general Montilla y le dice: “No hay que desesperar amigo, podemos resistir todavía asaltos”, y al ver la bala que le hiere, dice mirándola: “Llévale a mi esposa y que la conserve, que a ella debo el momento más glorioso de mi vida, aquel en que he perecido defendiendo la causa de mi suelo; muero contento”.

Un soldado que trataba de asir un fusil a pesar de estar gravemente herido, le dice a su capitán: “Que sepa todo el batallón que no he retrocedido un paso”. Mientras estos gestos de heroísmo y patriotismo sucedían, y los patriotas en La Victoria ya estaban casi vencidos, José Félix Ribas reúne al grupo que resistía y les dice: “Defended de la tiranía la vida de vuestros hijos, el honor de vuestras esposas, el suelo de la patria, mostradles nuestra omnipotencia es esta jornada que ha de ser memorable; ni aun podemos optar entre vencer o morir, necesario es vencer” … “Viva la República”.

En La Victoria, el 12 de febrero de 1814, contra la oligarquía, el imperio español, los confundidos, engañados y traidores, se escenifica el más vivo ejemplo de amor a la patria que servirá de ejemplo a todas las futuras generaciones y mucho más ahora, con heroísmo y amor a la patria.

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