Pasó de "presidente interino" a "miembro de la Asamblea Nacional saliente". Foto Internet.

Néstor Rivero Pérez

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En las aceras céntricas del antiguo Maracay (Aragua) se conoció al coronel Japa-Japa, para quien el general Juan Vicente Gómez -de quien al parecer fue una especie de edecán- despachaba aún como Benemérito en los años setenta, desde su casona de Las Delicias.

Y en sus fábulas Japa Japa recorría la Plaza Girardot, la Barraca o La Romana, con un madero semitallado sobre el hombro derecho, simulando encabezar desfiles con su escopeta.

Algo parecido sucede ahora en la escena política del país con quien hoy siente que ejerce más poder que Fernando VII en su época absolutista. Se trata de quien en este tiempo aspira pasar a la posteridad autodesignándose, unas veces “Presidente de la Asamblea Nacional” y otras, “Presidente Encargado de Venezuela”, con absoluto desprecio de la constitucionalidad y de toda legalidad, puesto que ningún país de los que suscriben la Carta de la ONU admiten las credenciales vencidas de ningún exdiputado.

Empero allí precisamente está la respuesta acerca del enigma de la llamada “Provisionalidad” de Mr. Guaidó y la coartada de los centros imperiales para agredir al país con las medidas coercitivas unilaterales.

Al referido personaje, igual que hicieron las autoridades locales del viejo Maracay con Japa Japa (QEPD), no hay que perturbarle en su delirio, ni molestarle en ningún aeropuerto nacional cuando abra su maletín para mostrar los cosméticos de un “Presidente Provisional” o “titular de la AN venezolana”, según le demanden quienes en la cantina de la geopolítica global, pagan la rockola y quieren escuchar una u otra versión de una única canción

¡Ni siquiera el rey “Deseado” disfrutó en 1814 de tan caprichosa desenvoltura!

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