Simón Bolívar

Néstor Rivero Pérez

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El 16 de marzo de 1825, en medio del cuadro de disensiones políticas internas que comenzaban a aflorar en la Gran Colombia, el Libertador escribe al pedagogo inglés Joseph Lancaster, quien estaba en Caracas, instándole a difundir su método de enseñanza mutua.

Sembrar escuelas

Desde el 15 febrero de 1819, cuando ofrece a los constituyentes de Angostura su memorable pieza oratoria, el Libertador sería reiterativo en la necesidad de privilegiar la educación como instrumento para organizar sociedades republicanas, formando a sus ciudadanos. “Un pueblo sin estudios es un ser incompleto” dirá. Y al cerrar en 1826 su función de constitucionalista, con la Carta Magna de Bolivia, dirá en el discurso de presentación: “El primer deber de un gobierno es dar educación al pueblo”. Sería por tanto constante Bolívar a lo largo de su vida pública, en hermanar la gesta del campo de batalla, con el reto de instruir y formar. Así para 1825, mientras se acompaña con Simón Rodríguez y le deja al frente de la educación en Bolivia, al sur de la franja continental de naciones convocadas para la cita anfictiónica de Panamá de 1826-, confiaba al norte en la labor de Lancaster, cubriendo así el doble arco militar y de cultura sobre el cual se debían asentar las nuevas repúblicas.

Enseñanza mutua”

Joseph Lancaster nació en Londres en 1778. A sus 19 años abrió una escuela en un barrio popular de la capital inglesa, donde el pago era la mitad de lo que se habituaba en otros colegios. Eran tiempos en que se iniciaba la Revolución Industrial inglesa y, al mismo tiempo, en que los protestantes requerían que sus seguidores, para conocer directamente la Biblia, aprendiesen a leer. Lancaster impulsó un sistema mediante el cual los niños más aventajados enseñaban a los que venían con retraso en el aprendizaje. Andrés Bello fue testigo del primer contacto entre el pedagogo y Simón Bolívar, durante la estadía del futuro Libertador en Londres en 1810, y dejaría un testimonio de ello. En 1823 Lancaster escribiría al ya consagrado héroe caraqueño proponiéndole traer su método a Suramérica.

20 mil duros”

Confiando en las recompensas que Perú había ofrecido a los vencedores de Junín y Ayacucho como premio por el logro de la independencia de la nación inca, el Libertador Simón Bolívar -quien, como se sabe, rechazó para sí el monto pecuniario de un millón de pesos que se le había acordado- estimaría en 1825 disponer de la oferta de Perú de recompensar a su ciudad natal, Caracas, con las cantidades de 20 mil duros de que hablase a Lancaster. Sin embargo, al año siguiente, 1826, cuando ya variaban las condiciones políticas y preparaba su retorno a la Gran Colombia, y no habiendo seguridad de contar con la disponibilidad de Perú referida al educador, se lo hace saber. No obstante, el 3 de marzo de ese último año, Bolívar escribió a la Municipalidad de Caracas “solicitándole apoyo para el pedagogo Joseph Lancaster”, sin encontrar eco en la corporación. Queda no obstante constancia del alto vuelo del héroe que concebía la independencia como empresa de guerra y educación ciudadana.

Escuela pública

Vale la pena recordar la epístola que Bolívar dirige a Lancaster el 16 de marzo de 1825, donde resalta su valoración de la enseñanza y le anima por “la determinación que ha tomado de permanecer entre nosotros con el laudable objeto de propagar y perfeccionar la enseñanza mutua que tanto bien ha hecho y hará a la cultura del espíritu humano… ha tenido la bondad de consagrarse a la instrucción de mis más tiernos conciudadanos. Ud parece que ha menester de protección para realizar sus designios benéficos… me adelanto a ofrecer a Ud veinte mil duros para que sean empleados en favor de la instrucción de los hijos de Caracas. Estos veinte mil duros serán entregados en Londres por los agentes del Perú… puede Ud girar esta suma dentro de tres o cuatro meses (…) La educación pública llamará mi preferencia”.

Sinóptico

1910

Juan de Dios Peza

El 16 de marzo de 1910 falleció en Ciudad de México Juan de Dios Peza, diplomático y autor de una obra lírica de proyección continental y en la cual se reconcentran ecos del romanticismo, el realismo y el modernismo.

De su obra poética, muy difundida a lo largo de la Suramérica que conoció el tránsito entre los siglos XIX y XX, se recuerdan títulos como Reírllorando, Cantos del hogar, La lira mexicana y Fusiles y Muñecas, entre otros.

Aguijoneado por la inquietud política que abre sus ojos a la vida y se hace adolescente en los años en que el México de Benito Juárez enfrentaba con rudeza la invasión francesa y la imposición, como Emperador, de Maximiliano I.

El bardo ocupó funciones diplomáticas ante el reino de España. Allí traba amistad con recias personalidades liberales como el tribuno Emilio Castelar. También se relaciona con Gaspar Núñez de Balboa, José Selgas y el célebre vate Ramón de Campoamor. Reír llorando, de Juan de Dios Peza, constituye una de las piezas poéticas más conocidas en idioma castellano.

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