Ylenia Estrada

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Probablemente nuestros lectores esperan algún comentario sobre tantos eventos significativos que ocurren a diario en nuestro país, fechas patrias, acontecimientos históricos como la Batalla de Carabobo, el Tratado de Regularización de la Guerra, que, por cierto, fue la primera vez que se ha tocado el tema de los derechos humanos de los prisioneros de guerra, una vez más Venezuela siendo ejemplo para la humanidad.

De la partida sobrevenida del ejemplar revolucionario Aristóbulo Iztúriz Almeida, el Negro, el cimarrón y el comunero mayor; la beatificación de nuestro José Gregorio Hernández, existencia ejemplar viviendo las virtudes en grado heroico, sobre todo en cuanto a la disposición al servicio al otro en todo momento, o en pleno desarrollo como la batalla que nuestra FANB libra en la frontera con la vecina Colombia en el afán de preservar la soberanía nacional ante las agresiones eternas de sus gobiernos oligárquicos contra nosotros.

Son casi infinitos los temas que podrían ser escogidos, así como de especialistas a tratarlos con propiedad; el bloqueo y las sanciones gringas que no paran de agredirnos, sin embargo, en medio de tantos acontecimientos difíciles, quiero hacer referencia a un hecho lleno de ternura como para profundizar la fe y la esperanza, que fortalezca nuestra capacidad de seguir resistiendo hasta vencer, porque hay infinitos motivos para estar diariamente agradecidos y reconciliados con la vida, con el amor y con la gente.

Les hablaré de una perecita a quien podríamos llamar “Teresita” por sus rasgos “humanizados”.

Fue encontrada por los vecinos en un callejón de un sector de La Matica, y llevada a casa de esta familia donde ellos conocen la existencia de matas de yagrumo en el corral de la casa de nuestra amiga y fotógrafa, tequeña, Cipdeg Guevara donde sabían que además recibiría un trato amoroso.

Muy jovencita como una púber de su especie, y también como los nuestros un poco tremenda, se trepaba por los postes de la electricidad hasta alcanzar los cables; cuando menos pensaban estaba trepada a las rejas de la cocina lo que representaba un riesgo para la familia por sus enormes y afiladas garras, lo más reciente fue que le dio por irse para la calle, sin permiso de nadie y corriendo riesgos, como cualquier adolescente.

Pero ¿por qué este espacio para contar esa anécdota? simplemente porque esta trinchera es propicia para promover los valores humanos; observen con detenimiento la imagen fotográfica, por supuesto tomada por su amiga Cipdeg, miren que sonrisa más hermosa le regaló, quién será capaz de pensar que una pereza pueda sonreír con brillo en sus ojos y transmitir confianza, alegría, ternura y hasta satisfacción de ser la protagonista de lo que después sería esta joya de la fotografía.

Todavía tenemos mucho que aprender de los animales, será que poseen alguna forma de pensamiento que les permite reconocer a su amiga y además saber que es confiable, que no le hará daño, o será como creen los conductistas puro estímulo y respuesta, nos haremos un tilín mejores, más inusuales, más extraordinarios y también más humanos.

Finalmente fueron a rescatarla los súper héroes de verdad verdad, los bomberos nuestros, quienes la trasladaron al parque Gustav Knopp, o parque Los Coquitos, para que tenga un espacio donde pueda estar en libertad y sin riesgos, con todos los árboles y los jardines para ella.

No hay más palabras porque su rostro es más que elocuente, contémplenla con la misma ternura y el mismo candor con que ella lo hace desde esa imagen. ¿O será Jesús que nos mira sonriente desde su rostro angelical?

Bendiciones infinitas…

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