Reiner Vega

En esta entrega de una investigación socio-político-histórica, un proceso dialecto materialista que generó condiciones para los cambios hoy en día, realizado en la Republica Bolivariana de Venezuela hace 30 años, hecho que marcó el nuevo reordenamiento, hacer la política y lo político, generó una conciencia de sujeto histórico excluido y una necesaria razón legítima de la insurgencia. El conocimiento empírico nos conlleva a detallar brevemente cómo los testimonios combatientes y corresponsables de esa gesta emancipadora, podemos agregarle tal categoría, de los hechos históricos de aquel jueves 27 de noviembre de 1992; un grupos de jóvenes esa generación estudiante, de trabajadores, profesionales, militantes, revolucionaria, fuimos llevados por la corriente histórica a dar un paso junto a un pueblo oprimido, enrolándolos a la lucha liberadora y revolucionaria; dieron lo imposible en negarlo los hechos al olvido y hacerle reconocimiento memorial, el por qué, se produjo aquel acontecimiento, aquellos caídos en combate, se sembraron en sacrificio para una venezuela; con justicia social, libertad e igualdad, para el inicio de una Revolución que asomaba en el lumbral de la luz de la esperanza.

La historia política de Venezuela había dado un giro impactante de aquella frase que llegó y quedó en la memoria colectiva de un pueblo: “Por Ahora”, los objetivos no se habían logrado… la burguesía seguía temblando; todavia un posible alzamiento militar estaba latente, factible y necesario, el tejido social de aquel entonces empujaba a una rebelión armada, el pueblo olfateaba que era el momento que el rayo Catatumbo diera el impacto a un cambio estructural en el país, en una clase dirigente política colapsada, de un bipartidismo adeco-copeyano; un pueblo empobrecido de falsas promesas; desesperado, oprimido, masacrado, excluido y olvidado socialmente, por una democracia burguesa representativa clasista, en una gestión pública burocrática populista demagógica que mantuvo sus cuatro décadas en un continuo terrorismo de estado; desaparición y asesinato extraoficial, por gobiernos entreguistas del nefasto Puntofijismo, la política económica era dictada siendo un país rentístico petrolero, saqueado por transnacionales de la corporaciones petroleras de Norteamérica, la entrada del neoliberalismo, con el segundo gobierno nefasto de Carlos Andrés Pérez, marcó un desastre en la historia social, política, cultural, económica y militar, en los finales del siglo XX. La ruptura era inminente y la revolución histórica bolivariana era necesaria.

Concepción Política Histórica de la Insurgencia

El rayo de la esperanza había caído en la madrugada de aquel 4 de febrero de 1992, la “Operación Zamora”, liderada por nuestro Comandante Supremo de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez Frías, y demás comandantes del Movimiento Bolivariano 200. La segunda Rebelión estaba en preparación.

Aquella clase burguesa, los amos del valle, no pudieron parar la avanzada de esa herencia libertaria de nuestro Simón Bolívar, su pensamiento venía, como una tempestad, imparable, a reclamar juntos a su pueblo la verdadera libertad  republicana; es imposible borrar la memoria de dicha gesta donde se dio desde la clandestinidad y una lucha necesaria los verdaderos revolucionarios bolivarianos, los objetivos fueron cumplidos por las unidades civiles-militares-policiales; había que reconocer la insurgencia de la Policía Metropolitana, su participación en tal memoria, en conjunto, la perfecta fórmula pueblo, soldado y policía dieron su vida por una causa justa, como decía aquel pensador marxista venezolano Ludovico Silva: “El aparato de alineación y la falsa conciencia” habían colapsado, en el constructo teórico del socialismo científico había una generación que tenía ya tiempo en la lucha de liberación, estaba en la línea necesaria en dar el rumbo en el combate desde el pensamiento legítimo rebelión que tienen los pueblos, junto al soldado bolivariano que insurgia. Por la memoria aquellos que ofrendaron su vida en esa gesta revolucionaria, damos tributo de su sacrificio. Prohibido olvidar.

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