Alfredo Sadel: Ídolo del canto lírico y popular
El autor es historiado, docente y abogado.
Néstor Rivero Pérez
El 28 de junio de 1989 falleció en Caracas el cantante Alfredo Sadel, quien entre los años cincuenta y sesenta del siglo XX se consagró como el principal exponente del canto venezolano, tanto en su expresión de música popular como lírica y académica.
Formación
Con su original nombre, Manuel Alfredo Sánchez Luna, comenzó a recorrer estaciones de radio a comienzos de los años cuarenta, procurando intervenir programas de aficionados, resolviendo pronto darse a conocer con el nombre artístico de Alfredo Sadel, mezcla de Sánchez con Gardel, como homenaje a su admirado intérprete de tangos Carlos Gardel, quien había muerto en 1935 empero cuyas piezas seguían contando con la devoción del público latinoamericano. Poseedor de gran fuerza y calidad de garganta se esmeró desde la adolescencia en adquirir teoría y práctica musical desde sus años de colegial, integrándose a la coral del plantel. En Caracas ingresará a la Escuela Superior de Música, de Caracas, aprendiendo Solfeo y Armonía y ejercitándose con el piano, instrumento de que se acompañará en distintas presentaciones profesionales ante el público.
Del canto popular al lírico
Su primer gran éxito musical lo obtuvo con el pasodoble Diamante negro, estrenado en 1948 durante una presentación suya en el Nuevo Circo de Caracas y con la cual se honraba al diestro nativo de Ocumare del Tuy. En adelante y hasta mediados de los años sesenta Sadel se mantendrá como el gran astro de la discografía nacional, alcanzando un nivel de favoritismo del público que no se repitió desde entonces con ningún otro artista popular. Entonando boleros, pasajes, joropos y pasodobles, su voz dio proyección a composiciones como Escríbeme, Ansiedad y Granada, ofreciendo una magistral versión de Alma llanera. Sin embargo, a inicios de los 60 Sadel dará un vuelco al incursionar en el canto lírico, estrenándose al año siguiente en el Teatro Nacional de Caracas con la zarzuela Los gavilanes.
Sadel se presentó con éxito en Carnegie Hall de Nueva York, realizando giras por España, Alemania y la URSS. Su presentación en el Teatro Bolshoi de Moscú obtuvo apoteósica ovación por su rol en Tosca, ópera de Giacomo Puccini. En su repertorio operístico también destacaron Rigoletto y La Traviata de Giuseppe Verdi, Don Pascuale de Gaetano Donizetti, y El barbero de Sevilla de Giacomo Rossini, entre otras.
La política
Si bien Alfredo Sadel cultivó la amistad de altas figuras de la socialdemocracia tradicional venezolana, como el expresidente Rómulo Betancourt, ha de decirse que en los años difíciles de la dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez el artista dio su apoyo a la resistencia clandestina contra dicho régimen, a riesgo de ser detenido en aeropuertos o centros de presentación, por el traslado de mensajes ocultos, libros prohibidos y propaganda subversiva, gesto poco usual en la farándula.
En sus últimos años expuso moderadas críticas al modelo político imperante en el país e incluso postuló su nombre como concejal de Caracas por una organización distinta a AD y Copei; expresando en ocasión de entrevista para programa radial conducido por Tomás Fernández “yo siempre he sido hombre de izquierda”.
El tenor favorito de Venezuela falleció en 1989 tal día como hoy, víctima de un cáncer de colon.
Sinóptico
1712
Juan Jacobo Rousseau
Este día nació en Ginebra (Suiza) este filósofo, cuya obra en educación, novelística, música y botánica, además de la propiamente filosófica todavía concita, convoca, debates intensos por su originalidad e irreverencia. Rousseau es uno de los padres del pensamiento político moderno. En el hombre, según este pensador, se impone el sentimiento sobre la razón. Esta, junto a la propiedad y la sociedad le hacen desconfiado, infeliz y de inclinación malvada. En Emilio, o De la educación (1762) postula el retorno del hombre a su inclinación natural, que es ser bueno y por ende a formarse como buen ciudadano; empero, no en el sentido de J Locke, cuyo modelo cultivaba para caballeros a los hijos de las clases altas, sino con el mismo derecho a toda persona, indistintamente su origen, lo que la hace obra revolucionaria. Rousseau parte del supuesto del hombre al natural, sin interferencias para su formación: no se trata, en su caso, del retorno a la edad de piedra, sino a la naturaleza humana libre de todo influjo perverso de civilización; por lo que no se deja al hombre al arbitrio de sus instintos, que lo empujan a la competencia salvaje. Se trata de la naturaleza guiada por el ideal ciudadano, libre de toda enajenación para alcanzar la felicidad.
Las ideas formuladas por Rousseau conducen a la mujer y al hombre nuevos; se mantienen en el centro de toda verdadera Revolución. Además de El contrato social, Emilio o De la educación, La nueva Eloisa, sus dos Discursos y Las confesiones, Rousseau escribió diversas óperas. En uno de sus textos se lee “El hombre civilizado nace, vive y muere en esclavitud…mientras tiene figura humana, le encadenan nuestras instituciones”.