Pedro Estacio

@Urgentess

Eso de nacer de parto bravo y sin dolerle a nadie, del Manifiesto del poeta Víctor Valera Mora, frase con la que recuerdo fortalecí mis ideas en el ensayo Los hijos: semillas de vida (aprender a ser padres), impreso en 2006, da la impresión, catorce años después, que todavía habita en el alma de quienes han sido padres como salidos de una caja de jabón, una insensatez espiritual mezclada con la ausencia de amor.

No podemos decir que es general, pero quizás la crisis que nos desató la agresión imperial, pareció soltar los demonios en los espíritus débiles que optaron por desequilibrarlos y terminar de marchitarles los deseos de superación a quienes pudieran transitar una ruta que los lleve por un camino diferente y evitar que cayeran en el desdén.

Los que van por una senda creativa van aprendiendo a sentir el impacto del trabajo en conjunto y eso puede ser apreciado en algunos parques. Nace el trabajo grupal que los lleva a una meta triunfal cualquiera, mientras otros pequeños, en medio de su ignorancia y llevando la capa al aire de la desdicha que le han lanzado, hacen lo que pueden para dar salida al vigor que caracteriza a la infancia.

La cosa ni es como antes ni fácil.  He visto pequeñines, bebés en el regazo de sus madres, mientras viajan en un vagón del Metro o subterráneo caraqueño. Mientras la madre dispara su bla bla semiatrapado en el tapaboca o nasobuco, como dicen los cubanos, vemos a los pequeños manipular los celulares que sus progenitoras les dejan para que se tranquilicen. ¡Y claro que los manipulan y quién sabe qué aprenden! Sé de un sobrino que espera ansioso el retorno de la madre de la oficina, para apoderarse del celular apenas llega a casa.

Eso nos está mostrando una realidad, hasta ahora ignorada (creo yo) que muchos padres todavía no entienden. Recuerdo haber comentado a varios funcionarios: ¿Cuál sería el impacto de las computadoras Canaima en los escolares? Todavía ignoro si algunos investigadores científicos lo habrán medido.

Eso de no dolerle a nadie, como escribiera el poeta V. V. Mora, pareciera algo de verdad, cuando vemos cómo corretean e inventan su propia manera de distraerse, los niños sin parques.

El detalle aquí, es la orientación que deben recibir los niños en la edad de infantes, porque es la época en la que suelen anidar en sus mentes los ejemplos que giran alrededor de sus vidas y de quienes tienen la responsabilidad de velar por el crecimiento integral de los más pequeños.

Es importante dejar claro que si bien muchos mayores suelen dejar la responsabilidad de la educación de los niños en las escuelas, ello no es así, porque la orientación diaria de los padres es vital, ya que le da mucha fuerza a lo que enseña la escuela y, por otro lado, no permite la entrada en la mente de los pequeños, de hechos como la violencia, la mentira, el odio, la burla y el desinterés por la búsqueda de mejores posibilidades. Si no atendemos al niño, no construimos al adulto necesario para la sociedad.

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