Antes de ser enviado a El Salvador, Julio González fue testigo de violaciones de DDHH en EEUU

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Le relató a su madre, Nancy Troconis, cómo fue golpeado uno de sus connacionales en un centro de detención. Fotoscaptura.

Antes de ser enviado a El Salvador Julio González fue testigo de violaciones de DDHH en EEUU

VEA / Yonaski Moreno

Julio César González Troconis es un apasionado del deporte, especialmente del softbol. Cariñoso, amable y echador de broma, son otras de las cualidades que les atribuyen su madre, Nancy Troconis, y su prima, Milagros Rivas, al hablar sobre él.

Ambas mujeres dejan salir las lágrimas cuando hablan del joven, uno de los 252 venezolanos secuestrados por los regímenes de Estados Unidos y El Salvador, en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), ubicado en el país centroamericano. «Lo estamos esperando, lo amamos y sabemos que es fuerte y que lo va a lograr», señala Nancy a Diario VEA.

El que hasta ahora ha sido el último abrazo a su hijo, fue dado en 2023, cuando Julio salió con rumbo a Estados Unidos junto a su esposa. En abril de ese año, luego de recibir su cita por la aplicación del CBP One, ingresa al país norteamericano y es detenido debido a sus tatuajes. Las autoridades le informaron a González Troconis y a su esposa, que tenían dos (2) opciones: Ambos salían del país o solo ella ingresaba.

La pareja decidió arriesgarse, suponiendo que con ella en suelo gringo, podría lograr que lo liberaran con prontitud, pero no fue así. Julio estuvo detenido durante un (1) año.

Tras su liberación, el joven trabajó como albañil y siete (7) meses después recibió la visita del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EEUU (ICE, por sus siglas en inglés) en la casa en la que estaba viviendo. Tras el encuentro, recibe una llamada de las autoridades, informándole que debía presentarse en Tampa, en la ciudad de Florida. Al asistir a la cita, fue detenido nuevamente.

«Me dijo: Mamá, estoy detenido otra vez y no me dicen por qué», recordó desde la sede de la Organización de las Naciones Unidas en Venezuela, ubicada en Altamira, estado Miranda.

La mañana del 15 de marzo, Julio le pidió a una amiga que le escribiera a su madre. «Le dijo: Dile a mi mamá que le diga al señor Rudy, que cuando yo llegue a Venezuela cuadramos para que me envíe mis cosas, porque va a salir un vuelo y nos van a llevar para Venezuela», detalló, mientras se preparaba para acompañar la marcha del jueves 11 de julio, para exigir libertad de los migrantes secuestrados en El Salvador y de las 31 niñas y niños venezolanos separados de sus padres en suelo yanqui.

Varios días después, la amiga de Julio llamó desde Estados Unidos. «Me dijo: ‘Señora Nancy, salió un listado de los muchachos que llevaron a El Salvador y aparece el nombre de Julio’. Fue en ese momento que me enteré. Esto ha sido muy fuerte».

Violación de derechos humanos

Antes de ser llevado a El Salvador, Julio César González Troconis manifestó a su familia estar muy preocupado. Estuvo en centros de detención de inmigrantes en Tampa, Miami y Texas, donde fue testigo de la violación sistemática de los derechos humanos.

«Los oficiales no los respetaban. Un día me llamó para contarme que los oficiales agarraron a un venezolano porque hizo huelga y preguntaba por qué los tenían detenidos», relató Nancy Troconis.

Añadió que su hijo, evidentemente consternado, le describió la manera en la que aquel joven fue golpeado, detallando que «le habían cortado la cara».

«Yo le dije que se quedara tranquilo y que no fuera a protestar ni nada, para que no lo fueran a aporrear a él. Esa fue la única vez que yo hablé con él por teléfono, ya después era por mensajes, a través de una amiga suya. Sí me dijo que violaban los derechos humanos», indicó.

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