Francisco Contreras.

La ruptura por parte de Australia del millonario contrato con el Grupo Naval francés para la adquisición de submarinos y la iniciativa de EEUU con la nueva alianza militar AUKUS, son parte del ya más que anunciado giro en la geoestrategia mundial.

Lo de cancelar el contrato fue una imposición de EEUU a Australia para integrarse a AUKUS. EEUU perdió la paciencia con la Unión Europea (EU) y pateó la mesa de los acuerdos históricos con la Europa occidental. Hoy el punto de mira es la cada vez mayor influencia de China, dicen desde EEUU. Hay que contrarrestar a como dé lugar el ascenso de China en la política mundial y sus reivindicaciones en el Mar de China Meridional. Pero la Unión Europea no lo tiene del todo claro. No es que no les preocupe China, es que los negocios con la potencia asiática son demasiado atractivos.

No es la primera vez que EEUU y Francia se enfrentan siendo aliados ante un cambio geopolítico. En 1966 el general De Gaulle decidió retirar a Francia del mando militar integrado de la OTAN para ”modificar la forma de nuestra Alianza sin alterar el fondo”. Francia, que ya perdía honores como potencia mundial y colonial, quería mantenerse como interlocutor y no como subordinado de la nueva potencia hegemónica de occidente, EEUU. A diferencia de Alemania, Francia tenía para esas fechas dos importantes cartas, el derecho de veto como miembro permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y el arma nuclear. De Gaulle, en una bien pensada movida, y sin alejarse de su posición de aliado de EEUU, logró al retirarse del alto mando de la OTAN que EEUU se viera obligado a coordinarse militarmente con Francia. De Gaulle aseguraba así una silla entre las grandes potencias.

Hoy hay un nuevo cambio en el tablero geopolítico. El centro de gravedad de la economía mundial se ha trasladado del Atlántico al Pacífico. Occidente, o Europa occidental, ya no es la región principal en disputa. Es en el espacio indo-pacífico, el océano Índico y el océano Pacífico, donde se intensifica la confrontación de las potencias mundiales. Las rutas comerciales en el océano Pacífico a través del Índico y el Sudeste Asiático son ya preponderantes. Seis de los miembros del G-20 están ubicados en la región. Hay por tanto un desplazamiento del centro de gravedad político, económico y militar del mundo desde Occidente hacia Asia Pacífico.

El plan de Biden con la nueva alianza militar AUKUS es potenciar la fuerza militar en la región. Es la continuación de las políticas externas que implementó Trump. Lo que muestra el amplio consenso que concita en Washington el viraje hacia Asia Pacífico para contener a China. EEUU elige para esto a la antigua angloesfera, Gran Bretaña y Australia. Con esos lazos culturales no le fue difícil a Australia cortar con Francia para tomar posesión en la nueva alianza anglosajona. Con AUKUS, Australia al dotarse de ocho submarinos de propulsión nuclear se convierte en el séptimo país en el mundo con ingenios submarinos nucleares. Los expertos no descartan que esto conlleve a una nueva escalada nuclear en el mundo.

La Unión Europea, con el eje franco-alemán, no ha acompañado a Estados Unidos en esta nueva iniciativa militar en el Asia Pacífico. No están en condiciones de plegarse abiertamente a la estrategia militar de EEUU contra China. Dicen los analistas que con esto, la UE queda al margen de las grandes disputas geopolíticas. En febrero, en la Conferencia de Seguridad de Munich, el principal foro mundial sobre seguridad internacional,  se constataba la fragmentación y ausencia de occidente, la alianza histórica de Europa occidental con EEUU, en las disputas geopolíticas.

Francia es la que sale más dañada en este giro de EEUU. No solo por el rompimiento del contrato por Australia. AUKUS deja a Francia excluida de una zona que tiene un valor estratégico. Es el único país de la UE que tiene posesiones territoriales significativas y presencia militar permanente en el Pacífico. Un millón y medio de franceses residen en la región y 8.000 militares están desplegados en ella.

Se abre una linea divisoria también en la OTAN. Según EEUU, el último Consejo Atlántico de junio, aunque reconoce el reto sistémico que China plantea parael orden occidental y para la seguridad de los aliados, no adoptó medidas “disuasorias” como las que ahora se han puesto en marcha con el AUKUS. En una contraposición, Merkel y Macron fueron claros en exigir de la OTAN cierto balance en sus declaraciones. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, llamó a no confundir los objetivos,“la OTAN es una organización militar, pero nuestras relaciones con China no son solo militares” y “China es una gran potencia con la que trabajamos en áreas internacionales importantes”.

El próximo intento de acercamientos entre EEUU y la UE será en Madrid en 2022, cuando la OTAN haga una revisión de su concepto estratégico. En el actual, China no se menciona ni una sola vez. También la relación con Rusia debe de actualizarse. Biden exige a la Unión Europa hacer un frente común contra China. Pero su propuesta choca contra los intereses europeos. La potencia asiática es un importante socio comercial e inversor en varios Estados miembros de la UE. China es el mayor socio comercial de Alemania y es segundo socio comercial en varios países europeos. Además los principales puertos de Europa están en manos de empresas chinas.

Lo de China no es la única diferencia entre EEUU y el eje franco-alemán. También el futuro de la OTAN está en discusión. Trump fue muy explícito cuando dijo que EEUU no seguirá financiando la defensa de los países de la OTAN. La doctrina Truman llegó a su fin. Mark Milley, del Estado Mayor Conjunto, señala que el costo de manutención militar en el exterior de EEUU, de 55 mil de millones de dólares al año, es demasiado alto. Biden también ha hecho mención a los gastos y ha planteado en esa misma línea, que es necesario tener «una defensa europea más fuerte y capaz» para contribuir a la seguridad transatlántica y complementar «el papel  de la OTAN».

Los países miembros de la OTAN tendrán que dejar de contar con EEUU y financiar su defensa y sistema militar con recursos propios. La meta es que para 2024 los países miembros de la OTAN gasten un 2% del Producto Interno Bruto en defensa y 20% de ese presupuesto vaya para adquirir material bélico.

El viraje de EEUU al Pacífico asiatico y las exigencias de financiamiento propio de la defensa, han animado los discursos en el seno de la UE sobre una soberanía militar europea, la creación de un ejercito europeo e incluso levantado dudas en torno al futuro de la OTAN. Ya el presidente francés Macron dijo que la falta de liderazgo estadounidense está causando la “muerte cerebral” de la OTAN y que Europa debe comenzar a actuar como una potencia mundial estratégica. La lideresa alemana Angela Merkel fue más específica en noviembre de 2018 en el Parlamento europeo. La UE debe de fortalecer su coordinacion militar, tener un propio consejo de seguridad, una fuerza militar de intervención rápida y un ejército europeo.

El descenso geopolítico de Europa occidental pone a la Unión Europea en una disyuntiva. Tal como De Gaulle en su tiempo, el eje franco-alemán necesita modificar la forma de su alianza con EEUU pero sin alterar el fondo. Para defender sus intereses económicos y políticos, la Unión Europea necesita mantener la alianza con EEUU, pero no aparecer como subordinada a sus intereses, y a la vez conservar una silla propia como interlocutora en la mesa de las grandes potencias.

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