Boliviana confecciona peluches con ropa de fallecidos para que sigan presentes

VEA/ Carlos Batatin

En mayo de 2020, durante su permanencia en Estados Unidos y en plena pandemia, la boliviana Ibeliesse Molina recibió la noticia sobre la muerte de su padre, Fernando. Los aeropuertos se mantenían cerrados y le fue imposible viajar a su tierra natal, Cochabamba.

En una entrevista publicada en el portal www.actualidad.rt.com, relató que «me quedaron muchos sentimientos, frustración, culpa, enojo, por no haber estado en el último momento, de acompañarlo y poder darle un abrazo, tomarle la mano».

Al conversar con su madre sobre qué harían con tantas cosas que había dejado su padre, Ibeliesse le pidió a su progenitora que le guardara una camisa en particular, «una de color naranja con cuadros, la cual era con la que más recordaba a mi papá».

Desde un principio ni ella misma tenía idea de que haría con esa vieja prenda de vestir.  Sin embargo, al cabo de unos días se le ocurrió hacer un oso de peluche con ella. «Uno cuando ve un osito le inspira abrazarlo, apapacharlo, apretujarlo o tal vez es el momento de volverse niño de vuelta y encontrar consuelo en ello».

Entonces se hizo su oso con la camisa que era del señor Fernando. «El osito no está guardado, no está escondido, está a la vista; entonces lo veo, lo toco, lo abrazo, le hablo. Nunca va a ser lo mismo, pero ayuda».

Un consuelo colectivo

La ausencia de su padre la ayudó a buscar y a consolidar ese proyecto personal;  no obstante ante el incremento del Covid-19, comenzó a ver «la desesperación de la gente al despedir a sus familiares en una ambulancia» o «gente esperando afuera de los hospitales, porque no podía entrar y despedirse de sus familiares; no podía acceder a la persona que ama», situación que vivió en carne propia.

A partir de allí, comenzó  a narrar su experiencia y el modo cómo la fue superando. Con ese testimonio, ofreció el servicio de hacer peluches para otros. A su emprendimiento lo llamó «Sigo contigo».

Le contó a www.actualidad.rt.com,  que se quedó sorprendida porque su propuesta tuvo muy buena aceptación, y tras ofrecer el servicio en septiembre de 2020, «comenzaron los pedidos y el 1° de octubre entregó el primer osito hecho para un tercero. Desde entonces no ha parado y las solicitudes siguen aumentando».

Actualmente Ibeliesse Molina  reside en  Santa Cruz de la Sierra, y asegura que los pedidos llegan de todos lados de Bolivia, y aunque la mayoría de los fallecimientos han sido a causa de coronavirus, «también se han sumado solicitudes de familiares de personas que han partido hace muchos años. Muchos de los deudos que conservan alguna prenda de su ser querido, encuentran consuelo en la idea y por eso le encargan los peluches».

Ella  recomienda a los dolientes  no apurarse en seleccionar cualquier prenda del difunto, sino a emular su experiencia: Yo cierro los ojos y veo a mi papá poniéndose esa camisa -la naranja con cuadros- entonces, traten de hacer el mismo ejercicio, cerrar los ojos y fijarse qué se está poniendo esa persona que partió y cuando lo encuentren, esa es la camisa, la falda o el vestido que deben elegir para hacer el peluche».