VEA / Ildegar Gil

Un fantasma recorre Chile. Hace temblar a quienes desde 1973 hicieron del atropello y el ventajismo, una patente de vida en detrimento de las y los más desasistidos. Junto a él, se desplaza la silueta de una sonrisa que, también desde ese año, se congeló en el tiempo.

Es la sonrisa de Salvador Allende. De la justicia, la ternura y la valentía. Es la sonrisa de quien rescata fieles anteojos que supieron sobrevivir a algo más de 47 años, para precisar ¿por qué no? si llegó la hora de observar el ensanchamiento de las grandes alamedas que aquellas vez fueron reducidas a un encierro de amarga tristeza.

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Las ciudades del país largo, como lo define la cantata de Santa María de Iquique, reforzó su condición de noticia el pasado fin de semana cuando -entre sábado y domingo-, un terremoto electoral sacudió enclenques bases dictatoriales nacidas a sangre y fuego aquel grisáceo 11 de septiembre

¿Reforzó su condición de noticia? ¡Sí!, porque lo fue también cuando todo comenzó –en esta última etapa-, en octubre de 2019 enfrentando en calles y avenidas, una represión que intentaba apagar aquella tumultuosa reacción que trascendía a un justo reclamo contra el alza de tarifas en el servicio de transporte colectivo. Una treintena de víctimas fatales y más de cinco (5) centenas de chicas y chicos, cuyos ojos fueron arrancados por los disparos de la represión educada para acallar el derecho humano a la protesta, fue el saldo de la respuesta gubernamental. 

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Un año después, el 25 de octubre de 2020, así lo confirmaron los resultados del plebiscito logrado para poner en tela de juicio la Constitución de 1980, erigida a la sombra de un pinochetismo que hoy siente una profunda herida de muerte y que, obviamente, no está dispuesta a vender ni subastar su derrota.

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Desafiando la pandemia impuesta por el Covid-19, poco más de 42% de mujeres y hombres con derecho al sufragio, dijeron presente entre el sábado 15 y el domingo 16 de mayo. Lo sucedido, una vez contabilizados los votos, lo relata muy bien la expresión “La foto de la Asamblea Constituyente que redactará la nueva Constitución de Chile retrata un país en transformación”, con la que Telesur inició el lunes 17 de mayo la crónica de lo acontecido ambos días.

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Roque Luongo, Beny Arias, Mario Álvarez y Pablo Acuña residen en la Patria de Bernardo O’Higgins. Además de ser descendientes de la misma tierra, lo son también de la misma esperanza, la misma ilusión y la misma determinación: reabrir las puertas de la historia.

Acá están sus testimonios, brindados a partir de un único juego de preguntas hechas llegar vía guasap. Muchas gracias al cuarteto y también a Ximena Marillán, chilena amante -por igual-, del vino tinto y la arepa, por haber hecho posible el enlace inicial.

Desde un ángulo especial, muy especial, el compañero Presidente ausculta –como excelente médico-, el estado de salud de un sistema que parece insalvable y del que, tal vez, se encargue el fantasma que deambula entre viudas del oprobio y la tiranía disfrazada de demócrata.

 

Roque: A la medida y soberana

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Al lado de su esposa, Elvira González, a quien cataloga como «una gran mujer». Foto RL

“Soy Roque Luongo, Vivo en Santiago de Chile, tengo 70 años de edad, de profesión Ingeniero metalúrgico. Voté el sábado 15 a las 14 horas. Voté porque estaba esperando esta oportunidad desde el 18 de octubre de 2019, cuándo se inició el estallido social y con mi señora participamos en el primer cacerolazo. Ese día, me preguntó un amigo de derecha, partidario de Piñera, qué esperaba yo de esa revuelta y yo le dije, sin dudar, que esperaba un cambio de Constitución. Sorprendido y burlándose, me preguntó como la quería, si como la de Venezuela, de Cuba o la de Corea. Le respondí que la quería justo a la medida de Chile. Pasaron 19 meses y salí a votar el sábado pasado para elegir a los constituyentes que redactarán esa nueva Constitución. Qué maravilloso. Me emociona. Le doy gracias a la vida por permitirme participar en este digno acto cívico que implica eliminar la vergonzosa Constitución dejada por el dictador Pinochet. Me siento feliz, emocionado, esperanzado en la posibilidad cierta de tener una Constitución soberana y digna acorde con un país que se dice democrático. Y es que hasta hace dos años atrás, tal posibilidad era imposible. Aun después de la consulta en octubre 2020 del apruebo/rechazo, en el que se impuso el apruebo (una nueva Constitución redactada por una Convención Constitucional) la situación se veía difícil pues estaba considerado que cada punto a considerar debería contar con un 70% de apoyo dentro de la Convención. Esto fue establecido por la derecha ¡y aprobado cándidamente por los parlamentarios de izquierda! En fin, es una gran oportunidad para acabar con el inmenso abuso y engaño a que se ha sometido nuestro pueblo por la dictadura y los sucesivos gobiernos del modelo neoliberal posteriores a la caída de Pinochet. La privatización de todas las actividades fundamentales del Estado y corrupción de las instituciones de gobierno, parlamento, justicia, Fuerzas Armadas y carabineros ha llevado a establecer una desigualdad económica y social vergonzosa que ya resulta intolerable y que debe terminar. Ese terminar comienza con una nueva Constitución.  Hubiese preferido resultados más amplios, pues, eran posibles. Se restó mucha gente nuestra, de sentir común, me refiero. No votó en esta oportunidad ni siquiera el 50% del padrón electoral. Sin embargo, es un gran triunfo. Sabemos que somos muchos más de los que votaron. Lo importante es que la derecha no alcanzó al 30% de la Convención Constituyente. Apenas alcanzó 25 %, porcentaje que no les permite evitar que la nueva Constitución sea sustancial y absolutamente diferente a la actual dejada por el dictador Pinochet. La derecha deberá aceptarlo. El fantasma de Pinochet en verdad no es el fantasma de Pinochet. Y ese fantasma estará siempre latente mientras existan quienes pretenden mantener a nuestros pueblos, no sólo al chileno, bajo el yugo del imperio de turno y la explotación de intereses económicos ajenos al interés del pueblo de Chile”.

 

Beny: Esperanza por primera vez

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«Por primera vez tenemos esperanzas y anhelos de justicia». Foto BA

“Soy Beny Arias, de Santiago de Chile. Vivo en Santiago de Chile. 55 años. Trabajadora textil. Voté el sábado 15 de mayo. Voté por la memoria de mis padres comunistas ya fallecidos, por los ancianos, por los jóvenes, por las generaciones venideras, por los compatriotas en el extranjero que no pudieron participar, por la sensación de que ya basta, de que no podemos tolerar más.  Pero sobre todo, por los compañeros prisioneros desde el inicio del estallido social, por quienes perdieron sus ojos, por los asesinados, por las personas vejadas sexualmente, por los compañeros que fueron atropellados, por el compañero lanzado al río y como ellos, por todos aquellos que sufrieron las consecuencias brutales de la represión policial y militar de este gobierno indolente e indiferente con el 97% de la población. Por primera vez siento esperanza en el presente y en el futuro.  Tengo fe en el proceso que comienza para redactar una nueva Constitución, tengo confianza en quienes fueron elegidos para construir esta nueva etapa.  De algún modo confío y espero en que sea el inicio del fin de décadas de  miseria moral de todos los gobiernos post dictadura, de las coaliciones integradas por partidos que fueron transformándose en máquinas de hacer dinero entre ellos y para sus cercanos, perjudicar al electorado, permitir el robo, el lobby, la corrupción entre ellos para eternizarse en una situación de privilegio absolutamente carente de consideración respecto a la realidad de miseria y desigualdad profunda y generalizada de este país. Me parece que los resultados son la expresión de un movimiento social que, en tanto estallido, careció de una conducción política sólida que muchos hubiésemos querido, con dificultades, sin embargo, con un norte fundamental de acabar con un sistema político y económico que ha causado estragos desde el inicio de la supuesta transición democrática; en ese sentido veo que en sí mismos los resultados son un logro, que pudo ser mejor, pero dada la cantidad de dificultades ya es un triunfo. Tal vez por haber vivido la adolescencia y mi primera adultez en la dictadura, claramente desconfío de la derecha y de la ultraderecha, no siento temor, pero con certeza se resistirán a los cambios y demandas que la mayoría ciudadana necesita y reclama.  La situación de privilegios en que se instalaron y gobernaron ha sido grotesca, se acomodaron en un statu quo de tanta desigualdad que, de algún modo, lamentablemente una parte de la población, resistió pasivamente y se valieron de todo para validarse en el poder a pesar nuestro, intentando convencernos en vano de la importancia del mercantilismo, del crecimiento económico, del consumismo y con el hábito tan suyo de la manipulación y la mentira. De cualquier forma, me considero parte de un proceso histórico en el que por primera vez tenemos esperanzas y anhelos de justicia y equidad social”.

 

Mario: La amenaza del Chilezuela

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Un llamado a fortalecer las formas de organizaciones de base. Foto MA

 “Mario Raúl Álvarez Undurraga. Comuna de Quinta Normal, ubicada en el subcentro en el sector poniente de Santiago, al borde del río Mapocho. Es una comuna envejecida con habitantes empobrecidos pero con propiedades relativamente grandes, dominada tradicionalmente por sectores de centro derecha en el municipio. Tengo 70 años, de profesión Arquitecto, con una jubilación miserable por lo que me mantengo trabajando hasta mi último suspiro. Voté el día sábado 15  temprano para evitar colas, a pesar de las desconfianzas de que durante la noche los votos fueran intervenidos. No me costó nada votar. Muy pocas personas en ese momento y nunca fue masivo como en otras épocas. Pese a sentir que los acuerdos entre oposición y gobierno para establecer reglas del juego inaceptables como es el que los acuerdos pueden ser vetados por el 25 % de los constituyentes, gran parte de mis conocidos no votaron como expresión de descontento apostando por un alzamiento posterior. Me parecía un error no votar. Ningún candidato me da garantías pero provocar una derrota a la alianza dominante me parecía una necesidad y por tanto una obligación moral. (Siento) enorme esperanza y un llamado a fortalecer las formas de organizaciones de base de modo que se vayan articulando como un árbol hacia los candidatos elegidos y les haga sentir que tienen un mandato al cual responder. Por supuesto, habría preferido que la gran mayoría de la población se pronunciara y que los sectores con un perfil más avanzado hubiesen podido ir de candidatos, pero es parte de un proceso que tiene que ir de menos a más. Basta con ver y escuchar como actúan sectores fascistas que se hacen llamar “Republicanos”. Ya están practicando la violencia callejera en contra del propio pueblo, la prensa en forma masiva levantaba la antigua y conocida “campaña del terror” amenazando con las penas del infierno si Chile se transforma en “Chilezuela”. Hoy están con el poto a tres manos y no entienden NADA. Es evidente que sus líderes en la sombra ya están actuando en lo que tienen más manejo provocando el alza del dólar y la desaparición casi mágica de productos indispensables para generar escases y sensación de caos. Ya los conocemos, al menos los que vivimos la experiencia del golpe de Estado contra Allende y está claro que van a desplegar todos los recursos que puedan y esta vez nos van a encontrar como un muro de contención”.

 

Pablo Acuña: Oportunidad de cambios reales

“41 años, soy académico, profesor e investigador en el Instituto de Filosofía de la Universidad Católica de Chile. Voté el domingo 16. Me había abstenido de votar en muchas elecciones anteriores, pero en el referéndum para la nueva Constitución y en esta elección de los constituyentes sí decidí hacerlo. A diferencia de lo que pasó durante décadas, esta vez sí me pareció relevante. Es una oportunidad para cambios reales que no habíamos tenido hace mucho tiempo. (Tengo) esperanza por como se dio el resultado. Habrá que ver ahora si esa esperanza se concreta, ojalá que sí. Me gusta el resultado tal cual se dio. Yo soy de izquierda, pero tampoco creo ser dueño de la verdad, ni que la izquierda lo sea. Hay también otras fuerzas y líneas políticas. Para efectos de escribir una Constitución, me parece que todas las posturas tienen que estar representadas, creo en la democracia amplia. Pero sí me alegró que las ideas que me interpretan estén bien y sólidamente representadas, pero también me alegra que ningún bloque tenga poder suficiente como para imponer nada, habrá que buscar acuerdos.  Si bien en la derecha queda aún gente que añora los tiempos y el estilo del pinochetismo, los tiempos han cambiado. La idea de romper la democracia a la fuerza por suerte está lejos del horizonte de lo posible, más aún con el mal resultado que obtuvo la derecha. Parte de la esperanza que siento es justamente porque el proceso será muy seguramente dentro de los márgenes de la democracia”.

 

Una oportunidad para cambios reales que no habíamos tenido hace mucho tiempo. Foto PA

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