JESÚS MORENO

[email protected]

El martes 20 de julio se instaló el Congreso Nacional Popular de Colombia, con sus 295 parlamentarios, después de 201 años de dominio de la oligarquía, que llegó a creer que el país le pertenecía; el actual lo integran campesinos, pueblos indígenas, afroamericanos, obreros, técnicos, mujeres (una gran proporción), burgueses oligarcas, pero en mayoría los sectores populares.

Es decir, llegó el pueblo al Congreso del vecino país y la oportunidad para conformar la unidad y liberación del pueblo colombiano. Inicia el duro camino, el cual sigue con la toma de posesión el pasado 7 de agosto, del presidente de tendencia izquierdista, Gustavo Petro, quien ya fue alcalde de Bogotá.

Los pueblos indígenas, los campesinos desplazados y a quienes han sacado de sus tierras con la violencia y el crimen, serán junto con el pueblo, los grandes beneficiarios del actual giro que vive la política del gobierno colombiano para alcanzar la paz integral que aspira el Presidente, cosa que no será fácil en Colombia, pero no imposible, a pesar de las graves resistencias de la oligarquía aliada del imperialismo de Estados Unidos, Europa y los judíos.

El gobierno de Petro tendrá 4 o 5 problemas que enfrentar si quiere salvar su gobierno y que reflejan la violencia que vive Colombia. Estos son: El paramilitarismo, las bandas criminales, el narcotráfico y sus grandes negocios con Estados Unidos y la resistencia que presentarían los mandos militares, siendo estos los problemas sociales que padece el pueblo colombiano por las abismales desigualdades que le ha tocado vivir por dos siglos continuos.

Las relaciones con Venezuela exigen rehacerse, porque en realidad los últimos 20 años, los gobiernos de Colombia se han caracterizado por la desigualdad, enemistad, incluso sembrando una política de odio para servir a intereses; eso demorará en reconstruirse, y para hacerlo con la calma, lo que buscan es la reactivación más allá de la opulencia económica porque se trata de reconstruir las relaciones de los pueblos, que intereses extremos los han impulsado hacia la guerra, para que el uso sirva a los fines de un tercero al que en realidad solo le interesa las riquezas de los contrincantes, pues las condiciones han estado preparadas para ello.

Hoy alguien superior está interesado en que los dos países entren en conflicto bélico, lo cual se evitó durante los 20 años de gobiernos uribistas en Colombia, gracias a la paciencia de Venezuela y a las condiciones internas del vecino país, con una guerra no declarada que no permitía abrir un segundo frente, como era el de Venezuela. Pero todo llamaba a la posible confrontación, todo eso hoy revertido para llegar nuevamente a convivir como países hermanos.

Fueron 20 años de odio, intriga, conspiraciones, y de estrategias del imperio para buscar el conflicto, y ellos y la oligarquía vecina no cesan en ese empeño; por eso las relaciones se reconstruirán con calma, para no ser víctimas de los apuros, de lo cual podríamos lamentar y eso depende de la unidad firme en la defensa de las revolución positiva del nuevo gobierno neogranadino, y la amistad de los países se fortalecerá con la unidad popular de ambos pueblos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Este contenido está protegido !!