Néstor Rivero Pérez

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El 17 de noviembre de 1815 fuerzas patriotas al mando del prócer Juan Bautista Arismendi y que aplicaban tácticas de guerra de guerrilla, desalojaron de la Villa del Norte -actual población de Santa Ana- en Margarita, a varios miles de soldados realistas jefaturados por el gobernador español Joaquín de Irruztieta. La acción dará su libertad definitiva a todo el norte de la isla, teniendo efectos estratégicos a favor de la causa emancipadora continental.

“Valor vs cantidad”

A fines de septiembre de 1815 varios centenares de patriotas margariteños combatían, arma en mano, frente a los contingentes que Pablo Morillo, jefe de un Ejército Expedicionario de diez hombres; había dejado en la isla poco antes de partir rumbo a Carúpano, Caracas y Cartagena de Indias, para asegurar la restauración monárquica en Tierra Firme. Al arribo de la impresionante armada ante Pampatar, en abril de ese año 1815, a los independientes no les quedó otra opción que rendirse a cambio del indulto ofrecido entonces por el Pacificador. Cuando a partir de septiembre de aquel año los patriotas se ven compelidos a combatir a las fuerzas ocupantes, la disparidad numérica entre ambos ejércitos era evidente. Y esta situación se mantendrá hasta 1816 cuando cambie a favor de los independentistas. En carta del 26 de junio de 1816, el Libertador ha de escribir al respecto a Arismendi: «El valor es preferible al número, y la habilidad superior al valor», instándole a fortalecer en sus hombres la confianza en el triunfo y a la vez le informa que enviará un buque de guerra para reforzar las fuerzas republicanas en la isla.

El grueso del ejército de Arismendi lo formaban agricultores, peones y pescadores, que manejaron en combate armas como el machete y la azada, cuyo uso dominaban desde la infancia.

«Asalto a la prisión»

Un mes después de la liberación de la Villa, así como de todo el norte de Margarita, Juan Bautista Arismendi ha de trazarse un reto lleno de obstáculos casi insalvables: el asalto a la fortaleza de Santa Rosa en la entonces capital Pampatar. Allí permanecía recluida su cónyuge, Luisa Cáceres de Arismendi, a quien quiso rescatar del cautiverio. Así, el 14 de diciembre patriotas comandados por Arismendi, acometerán arma en mano, en varias oportunidades, sobre el Castillo de Santa Rosa -en gesto de romántico arrojo que recuerda escenas del Amadís de Gaula liberando a doña Oriana de alguna fortaleza medieval-. Sin embargo, «fueron rechazados porque no tenían medios suficientes ni experiencia para tomar los puntos fortificados» (José Manuel Restrepo). En una de dichas acciones contra los altos muros «quedaron heridos siete patriotas al pie de las murallas, los que fueron degollados a presencia de sus conciudadanos» (Ibídem). Aunque según FJ Yánez el encuentro dejó como saldo «en las inmediaciones del castillo más de cincuenta muertos». Es muy probable que esta haya sido la ocasión en la cual los carceleros, como indican numerosos cronistas, hicieron salir de su calabozo a Luisa Cáceres de Arismendi para mostrarle los cuerpos de sus conmilitones caídos, buscando inútilmente desalentar su patriotismo. Tras estos sucesos, los realistas trasladan a Luisa Cáceres, como prisionera, a Caracas y luego a Cádiz, en España.

La Villa del Norte

La disputa por el control de la Villa del Norte se parangona con la Batalla de Matasiete, por cuanto si bien esta última acción expulsó definitivamente a los españoles de la isla, la liberación de la primera permitió al Libertador, el 3 de mayo de 1816, recalar en un puerto patriota, el único en la América Septentrional que escapaba al dominio monárquico.

Bolívar arribó a la Villa -procedente de Haití-, proveyendo de pertrechos a los cuerpos republicanos mal armados de JB Arismendi. De allí el Libertador pasaría a Carúpano para dictar su proclama abolicionista, la cual ratificaría mediante decreto dictado al desembarcar en Ocumare de la Costa.

Sinóptico

1573

Juan Ginés de Sepúlveda

Este día murió Juan Ginés de Sepúlveda, quien ha pasado a la historia como teórico del derecho de los conquistadores y encomenderos a someter a la población aborigen de América durante la colonización y conquista liderada por España. Contrario al iusnaturalismo de Francisco de Vitoria, Sepúlveda abogaba por la legitimidad del conquistador para someter a la población americana sosteniendo que la civilización europea era superior a la del Nuevo Mundo. Se fundamentaba en la idea de Aristóteles, justificadora del “dominio del amo sobre el esclavo (…). Con los animales domésticos, el esclavo comparte la utilidad para el amo, la constitución robusta del cuerpo y la necesidad de ser guiado en sus trabajos por su incapacidad de autoiniciativa racional”. En todo caso, frente a Ginés de Sepúlveda, defensor intransigente de los conquistadores y del sometimiento de los indios, surgió la tesis de Fray Bartolomé de las Casas, quien condenaba la destrucción de las Indias y los procedimientos crueles y violentos aplicados por los conquistadores y encomenderos.

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