Eugenia Russian

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La rebelión militar del 4.02.1992 con Hugo Chávez y los soldados bolivarianos se presentó con un primordial contenido ético. Entre lo cual buscó defender el bien común del pueblo venezolano, históricamente asediado por las neoliberales medidas inhumanas. Esa Rebelión ética militar del 4 febrero dio lugar al nacimiento de la Constitución Bolivariana de 1999, preponderando el concepto de la Seguridad de la Nación, corresponsabilidad entre el Estado y sociedad para dar cumplimiento a los principios de independencia, democracia y participación.

Conceptos que asumen la visión ética de aquella rebelión de 1992, pues la política sin ética busca aprovecharse del bien común en beneficio propio obviando el bienestar como herramienta necesaria para el desarrollo humano y social. Por ello, se hace necesario emprender acciones que coadyuven a la rehabilitación no solo de una política con ética, que constituiría una esencial oportunidad histórica para tratar los conflictos actuales, sino que también se hace impostergable el diálogo con control social responsable para construir la paz con verdad y justicia.

Tal integración internacional requiere de un esfuerzo profundizado de actores de fundamental relevancia en el marco de unidad en la diversidad planteado en la Celac, que intenta salirse del marco de las relaciones internacionales exclusivamente mercantilistas y pragmáticas en función del poder hegemónico e incorpora criterios de solidaridad y responsabilidad con la Madre Tierra. Siendo América Latina y el Caribe una comunidad histórica mestiza y con una profunda espiritualidad en este momento vital de la humanidad, en medio de avances, retrocesos, aciertos y errores, como nunca antes parece abrir espacios de esperanza.

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