Clodovaldo Hernández

@clodoher

En estos días han ocurrido cosas raras no tan raras, y cosas raras demasiado raras.

Por ejemplo, es raro que un presidente peronista de izquierda haya tenido que “prender empujao” para ir a decirle un par de cosas a Biden en su cumbre. Pero no es tan raro porque ya conocemos a Alberto.

En cambio, es una cosa rara demasiado rara que un presidente de derecha, asesorado por tipejos del leopoldismo venezolano, como lo es Nayib Bukele, haya pronunciado la frase “ministerio de colonias”, fidelista de pura cepa, para hablar de la OEA.

Es una cosa rara no tan rara que el jovencito presidente de Chile haya ido a California en onda de “sí bien es cierto esto, no es menos cierto aquello”. Él es así de ambiguo y guabinoso, aunque muchos ilusos pretendan que es la reencarnación de Allende.

En cambio, hubo una cosa rara demasiado rara por partida doble: el presidente de Perú, el maestro Pedro Castillo, luego de derrotar a una de las peores derechas del continente (lo que es mucho decir), fue a Los Ángeles a terminar un discurso con la consigna: “¡América para los americanos!”.

Y no contento con eso, fue sin sombrero.

No se puede considerar raro que Andrés Manuel López Obrador (el gran ausente) haya enviado a su representante a la tal Cumbre de las Américas a cantarle sus verdades –y no precisamente en tono de ranchera- a la descarada administración demócrata y al impresentable Luis Almagro. Lo raro es que ese gobierno, según lo dicho por el canciller Marcelo Ebrard, tenga fe en que la OEA se puede refundar.

La verdad es que ese cachivache (hablo de la OEA, no del secretario, aclaro) no sirve ni para venderlo como repuestos usados en una chivera política, mucho menos para refundarlo. Al menos no tiene remedio en lo que se refiere a los intereses soberanos de Nuestra América. Para los de Estados Unidos y sus perritos falderos latinoamericanos claro que sí es útil el mentado cacharro (insisto, la organización, no Almagro, aunque él también).

Es raro que algún ser que se diga de izquierda no sepa que la OEA ha sido un artefacto imperialista desde sus primeros días, en 1948. Pero no es tan raro porque hay mucha gente con ropajes de izquierda sobre cuerpos, mentes y almas de derecha.

Sigamos: es raro que un joven blanco estadounidense haya sido el que le dijo a Almagro todo lo que muchos latinoamericanos indígenas, afrodescendientes y mestizos le han querido decir y en el tono que ese hijo de P. (de Pepe Mujica, aclaro otra vez) se merece. Pero no es tan raro si se considera que la mejor manera de burlar la “seguridad” gringa en esos salones de conferencias del centro de convenciones era infiltrando a un blanquito. Un negro o un indígena estadounidense en una reunión de la “sociedad civil” habrían despertado de inmediato las sospechas nada secretas del Servicio Secreto. 

Aunque algunos pongan cara de asombro, nada de raro tiene que en Estados Unidos a la gente que protesta le den palizas delante del mundo entero y les abran juicios por terrorismo. Tampoco es raro que sea el mismo país que se arroga la condición de juez universal de los derechos humanos. Es cínico, pero no es raro: así se porta la élite de esa superpotencia decadente en todos los ámbitos de la vida.

[Es un tema colateral, pero valga mencionarlo: los que conocen Los Ángeles dijeron que fue raro transitarla sin encontrarse con personas que viven en situación de calle, que según las autoridades son unas 60 mil solo en ese condado y que se concentran en un lugar llamado Skid Row, conocido como “la zona cero de la mendicidad”. La agencia española Efe dijo que lo que hicieron para la Cumbre fue “un auténtico lavado de imagen”].

Lo que sí fue gratamente raro es que tantos países, con gobiernos de diversos signos políticos, se hayan atrevido a cuestionar los dictámenes de Washington, aunque solo haya sido declarativamente. Es que hasta hace veinte años (que históricamente hablando es un instante), apenas Fidel, Hugo, y algún otro “loco” se atrevían a hacerlo.

Es tan solo un poco raro que Biden se haya presentado hablando de una alianza para la prosperidad. Ya nadie se asombra porque se sabe que es el mismo pote de humo tras el cual se oculta el área de libre comercio que murió en 2005 en Mar del Plata, por obra y gracia de Hugo y sus amigos.

Rarísimo es que en la agenda de la Cumbre apareciese la migración, pero no estuviesen presentes los presidentes de México, Guatemala, Honduras ni El Salvador, que son los que más personas aportan a las caravanas que pretenden ingresar a Estados Unidos. Sopa de pollo sin pollo, hubiese dicho mi amigo “el Excomunista”.

Sigamos con rarezas de diferente intensidad. Estados Unidos no quiso invitar a su cumbre a Nicolás Maduro, lo cual no es extraño porque hasta han ofrecido una recompensa por su cabeza, pero sí es un poco extraño porque hace poco vinieron unos altos jerarcas, a nombre del mismísimo gran jefe carapálida Sleepy Joe a hablar de amistad y negocios. Y si uno va a tocarle al vecino a pedirle una taza de azúcar, lo lógico es que también lo invite a su siguiente parrillada.

Pero lo que sí fue raro-raro es que tampoco invitó al sujeto que la misma pandilla gobernante de EE.UU. designó presidente encargado de esta sección del patio trasero, individuo con el cual esa pandilla se ha robado todo lo que la República Bolivariana de Venezuela tenía en ese paraíso del capitalismo neoliberal. Se supone que al interino le tocaba su alfombra roja en Los Ángeles, aunque no en Hollywood, claro. Bueno, para colmo de rareza, Sleepy Joe, un caballero vetusto que tiene amigos invisibles, llamó al supuesto encargado y le estuvo dando muela por 17 minutos, parece que para consolarlo luego del desplante. “Control de daños”, lo llamó un analista.

No es en absoluto inusitado que la prensa global (incluyendo los medios “independientes” que dependen del financiamiento de EE.UU… ¡qué cosa más rara!) haya dicho que la no invitación a California era una prueba del aislamiento internacional de Maduro. Rarísimo hubiese sido que no lo dijesen porque tienen nueve años repitiéndolo. Pero resulta que el presidente esperó justo hasta la fecha de la Cumbre para irse de gira euroafroasiática, demostrando más allá de lo discursivo que hay un mundo multipolar pugnando por ser parido. La prensa global se puso rabiosa, nada desacostumbrado en ella.

Requeterrarísimo (como la palabra misma) es que la agencia de noticias estadounidense Asociated Press haya concedido la victoria de la cumbre a Maduro, es decir, un caso de forfeit al revés porque ganó el juego el que no estuvo presente.

Si juzgamos por las imágenes, la de Maduro hablándole en pantalla gigante a la Cumbre de los Pueblos, ya dice mucho de victoria semántica. Pero la de Sleepy Joe flanqueado por el despedido Porky ya es toda una oda a la derrota.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *