Jesús Moreno

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Estamos en plena Semana Santa. Podemos decir en los días que se produce la crucifixión de Jesucristo o Jesús de Nazaret, lo que sucedió el Viernes Santo, a las 3:00 de la tarde y en medio de dos ladrones.

Esos días fueron dramáticos; comenzaron el Domingo de Ramos, con la apoteósica entrada de Jesús a Jerusalén en una marcha triunfal.

Jerusalén era la ciudad capital de la provincia de Judea y era gobernada por el delegado del Imperio Romano, Poncio Pilatos, lugar donde no se podía crucificar a nadie sin autorización del imperio, aunque si fuera por los filisteos y los jerarcas de los judíos, ellos lo habrían hecho muy contentos, porque eran cómplices de los del Imperio.

Jesús fue crucificado y ajusticiado en la cruz, como era la costumbre; en este caso la víctima acababa de cumplir treinta y tres años. Y estaba en pleno apoyo de su compañía y prédica de sus mensajes y principios.

Era seguido por pescadores, pordioseros, prostitutas, explotados, y eran judíos y romanos. La prédica de Jesús era un peligro para los poderes establecidos y era un peligro para el poder político y religioso, aunque dijera que su reino no era de este mundo.

Jesús con sus sermones, prédicas, parábolas y ejemplos, buscaba derribar muchas cosas, y era un nuevo mensaje para la vida del hombre.

En lo religioso, las primeras víctimas fueron multitud de dioses y sus tronos. Por ejemplo Júpiter y Venus, caen; lo mismo que Minerva y Apolo, Baal; ya su poder estaba agotado y el ungido hablaba de un solo Dios en comunión con el hombre, con lo consideraba el Alfa y el Omega de la creación como un paso muy importante para la humanidad. Es un gran salto en el reconocimiento a la existencia de un solo Dios, que atenta contra la creencia en múltiples dioses que se adoraban en el Imperio, empezando por Júpiter, porque ya estaban muy distantes, muy lejos del hombre y su real situación.

El profeta que dice “amaos los unos a los otros” y nada de “ojo por ojo y diente por diente”; “a quien le pegue por la mejilla ponle la otra” y “primero entra un camello al reino de los cielos que un rico”, o “quien esté fuera de pecado que arroje la primera piedra”, cuando salvaba a una sencilla mujer; no era un mensaje muy entendido por judíos y romanos, incluyendo la ley mosaica.

Ese hombre es el que el Viernes Santo lo cuelgan en la cruz, le dan vinagre por agua y le clavan una lanza por un costado, cuando no existían las balas ni la horca ni el corte de cabeza como costumbre, y menos los gases.

Bueno, esto sucedió hace dos mil y más años y todavía la humanidad no ha entendido el mensaje de Cristo ni los evangelios, y los cristianos o no cristianos andan en las tinieblas impuestas por otros imperios tan oscuros como el Imperio Romano para invadir, distorsionando la verdad para sus prácticas innobles y nada sagradas.

Más claro, no puede verse la verdad con Cristo cuando a Él nunca se le ocurrió afirmar que Él era Dios, y si no lean la Séptima Palabra, ya para expirar, cuando exclamó: “Padre, ¿por qué me has abandonado?”, e inclinó su cabeza a la derecha y expiró.

Ahora le pedimos con fervor que nos libre de la pandemia del coronavirus Covid-19 y todos sus derivados, porque en verdad somos seres humanos como Jesús lo fue, aunque dijo: “Mi reino no es de este mundo”.

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