Cuando estuve con Pepe Mujica

Francisco «Frasso» Solórzano

En una oportunidad fui a inaugurar una exposición sobre el 27 de febrero en Montevideo. Allí estuve con el líder, «Pepe» Mujica, quien me pareció un hombre muy sencillo , lleno de una gran humildad.

Llegó, chaqueta en mano, sin escolta ni parafernalia; sin carro lujoso, en un Volkswagen de muchos años de uso. Allí hablamos de esa Venezuela, que aún sigue pidiendo justicia por los muertos del Caracazo.

Allí conversamos durante más de dos horas, mientras recorríamos la exposición y manteníamos contacto con el público presente. Después volví a Uruguay en otra misión política; y fui a la chacra, que es como allá denominan a una pequeña finca, y compartí con él y su esposa momentos especiales.

Contamos muchos chistes, y sobre todo nos reímos de esas cosas hermosas que nos ha dado la vida, sobre todo a él, un hombre noble. Y un día estaba en un centro comercial de Montevideo, y me hablaron de esas paredes. Eran las paredes de la cárcel, que habían convertido en centro comercial y donde estuvo preso «Pepe» durante más de 17 años.

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