Deportaciones de migrantes latinoamericanos: Una muestra del fascismo del gobierno de Trump y sus aliados

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La autora es periodista y analista política. Ganadora del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar 2022. Foto Internet.

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Yoselina Guevara L.  

@lopez_yoselina

Muchos habían creído que era demasiado lejano para pensar que se podía repetir, viviendo este tiempo de una historia dispersa, en constante evolución y frenéticos cambios.

Pensábamos que el nostálgico recuerdo del Fascio Littorio no era más que folclor tarareado en algunas dispersas tertulias festivas europeas, que el fascismo solo sobrevivía en la mente de algún anciano exaltado y nostálgico que pule cada mañana el busto de bronce de Mussolini en la privacidad de su casa para proteger las propias ideas de la opacidad de comprenderlas realmente, conservando en el interior ampollas de reliquias de una intoxicación estentórea y omnipresente que lo lleva a hacer religiosamente el saludo romano.

Sobre todo, nunca creímos posible, en los últimos años, ver pruebas de ello, en vivo, en directo, a través de las redes sociales con el video de la deportación de venezolanos, salvadoreños y mexicanos, publicado nada y nada menos por un satisfecho Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, un hijo de migrantes, que se ufana de burlarse de las leyes, del derecho internacional, de los derechos humanos, tratando a los deportados como en la época medieval, esposados de pies y manos, a bordo de un vuelo que un tribunal de Washington había ordenado que no saliera, e incluso, que regresara a suelo norteamericano si ya había despegado.

Ante el no acatamiento de la orden del juez James Boasberg, el flamante secretario de Estado de la Administración Trump,  Marco Rubio,   hijo de cubanos migrantes, escribió en su cuenta X “Uy, demasiado tarde”, con la respuesta aprobatoria y la consuetudinaria ironía del presidente salvadoreño, Nayib Bukele, hijo de un migrante palestino, acompañada de la risa de Ellon Musk, migrante surafricano, quien es jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental de los Estados Unidos.

Por supuesto, este era solo el inicio del camino al infierno de las cárceles de Bukele, que son verdaderos campos de concentración, donde los migrantes son confinados sin derecho al debido proceso; son rapados, incomunicados y vejados en sus derechos humanos fundamentales. Algunos de ellos, solo por ser venezolanos o tener tatuajes, acusados de pertenecer a la organización delictiva Tren de Aragua.

Para quienes piensen que es “neofascismo” o “neonazismo”, no tiene nada de nuevo, son los mismos métodos utilizados por el fascismo y el nazismo a inicios de 1900; cambian solo los medios: Más tecnológicos, avanzados, pero que nos remontan a un mundo que pensábamos que habíamos superado.

Justicia norteamericana interna en crisis

Esta acción netamente fascista, con sus características de autoritarismo y totalitarismo, es el último acto de un enfrentamiento que ve a la Administración Trump entrar en una peligrosa trayectoria de colisión, en primer lugar internamente con los órganos y representantes de la justicia federal, que no olvidemos forma parte del Estado profundo. Desde que asumió el cargo, de hecho, el presidente estadounidense ha gobernado por decreto; ha firmado cerca de unas ochenta órdenes ejecutivas, algunas de las cuales han sido impugnadas ante los tribunales, al tiempo que ya desafía leyes, cuestiona las competencias de los jueces y se abroga otras nuevas, revocando derechos consagrados.

Pero la violación a nivel de la justicia no se limita a los tribunales y jueces, a quienes en su delirio de grandeza Trump odia fervientemente: También se extiende a la represión de las protestas pro-Palestina en varios campus universitarios de los Estados Unidos, el cierre de servicios informativos bajo una supuesta definición, como Voice of America, Radio Free Europe y Radio Liberty, entre otros.

Trump, al no ser un político de carrera, está gobernando como si los Estados Unidos es su empresa, haciendo su voluntad, que dicho sea de paso todos estos desmanes los había ya anunciado en su campaña electoral.

No obstante podemos estar en presencia de una próxima y muy cercana crisis constitucional que corre el riesgo de llevar a los Estados Unidos a un territorio desconocido, con un Presidente que desafía abiertamente el sistema de contrapesos que constitucionalmente establece los perímetros y el alcance de los principales poderes del Estado, como debería ser en el ejercicio de la democracia, que tanto alardean los norteamericanos.

El meollo del asunto es la ola fascista que se está desarrollando en Estados Unidos con el apoyo del que parece seguir gozando la Administración entre el núcleo duro de sus partidarios, lo cual podría empujar a la Casa Blanca a abrir compuertas produciendo un desafío, apuntando por un lado a la búsqueda de un poder cada vez más personalizado con la total destrucción de los vestigios de democracia que aún sobreviven, imponiendo una dictadura total que podría afectar gravemente al resto del mundo.

Anacrónica Ley de Enemigos extranjeros

La Ley de Enemigos extranjeros fue promulgada en los Estados Unidos en 1798, en un momento político internacional totalmente diferente al cual se vive actualmente. En ese momento histórico las relaciones entre Estados Unidos y Francia se habían deteriorado a raíz del triunfo de la Revolución Francesa, agravándose con la “Quasi-War” (Casi Guerra) entre ambos países, que aunque no llegó a ser un conflicto declarado, involucró enfrentamientos navales y una creciente hostilidad.

Las discrepancias con Francia generaron un clima de miedo en los Estados Unidos sobre posibles infiltraciones y espionajes por parte de agentes franceses, así como la posible desestabilización del gobierno estadounidense por parte de los afectos a los ideales de la Revolución Francesa.

Este contexto político y social tenso llevó al presidente John Adams a firmar la Ley de Enemigos Extranjeros (Alien Enemies Act) como parte de un conjunto de leyes conocidas como las Leyes de Extranjería y Sedición (Alien and Sedition Acts). No obstante esta normativa solo había sido aplicada en tres ocasiones, invocada por última vez tras el ataque a Pearl Harbor, cuando el presidente Franklin D. Roosevelt envió a ciudadanos japoneses, alemanes e italianos, a duros campos de prisioneros.

Vericueto legal

En el caso de los migrantes deportados a El Salvador, la Casa Blanca afirma que ha actuado al amparo de esta Ley de Enemigos Extranjeros, y que la misma le otorga al jefe del Estado poderes extraordinarios sobre las deportaciones de ciudadanos de países en guerra con los Estados Unidos. No obstante legalmente las naciones de origen de los deportados (El Salvador, México y Venezuela) no están inmersas en un conflicto bélico con Washington.

Pero el hecho de que el gobierno de los Estados Unidos haya  el 20 de febrero de 2025 declarado como organizaciones terroristas extranjeras a los grupos criminales Tren de Aragua, Pandilla MS13, Cartel de Sinaloa, Cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), Cartel del Golfo, Cartel del Noreste, la Nueva Familia Michoacana y Carteles Unidos de México, puede ser un precedente a nivel legal para justificar la aplicación de la Ley de Enemigos Extranjeros, otorgando a los migrantes un tratamiento legal de miembros de las “organizaciones terroristas” y no como ciudadanos de naciones extranjeras, pese a que ha sido público y notorio que los deportados no han sido investigados, ni se ha seguido procedimiento judicial para comprobar la pertenencia a dichas bandas delictivas.

 Es interesante que el gobierno y el pueblo venezolano han manifestado una postura firme en defensa de los migrantes venezolanos y el atropello del cual están siendo víctimas. Asimismo algunos gobiernos, como Cuba y Nicaragua, e importantes movimientos sociales se han hecho sentir ante lo que es una violación de los derechos humanos y el derecho internacional; por el contrario, organizaciones internacionales, como la ONU, se mantienen en silencio.

Nadie está exento

Recientemente las autoridades venezolanas, en un comunicado advirtieron a sus connacionales del peligro de viajar a los Estados Unidos, y tienen toda la razón en realizar tales afirmaciones, porque la aplicación de la Ley de Enemigos Extranjeros en el siglo XXI puede implicar detenciones arbitrarias e injustificadas de inclusive a migrantes legales y a ciudadanos estadounidenses de a pie, como los hijos de migrantes; a la vez que está plenamente comprobado que solo por tener una fisonomía latinoamericana se puede ser un enemigo de los Estados Unidos.

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