Alberto Vargas

@albertovargas30

El conjunto de los principales países exportadores de armas representa el 35,48% de la población mundial, concentra el 82% del gasto militar global y es responsable de generar el 67,1% de las emisiones mundiales de CO2 que causan el calentamiento planetario.

Además, estos países concentran los centros de poder que controlan de manera efectiva más de 63.000 corporaciones transnacionales.

Es decir, mientras que el foco de poder y la fuerza militar se concentran, principalmente en los países del Norte, gasto militar, exportaciones de armas y poder corporativo, son los pueblos del Sur los que más sufren los efectos de la crisis ambiental, de la que el militarismo como forma de seguridad mayoritaria, es, en gran parte, responsable.

Un grupo de especialistas en defensa ha calificado a los 10 países con los ejércitos más poderosos, considerando distintos factores como su presupuesto, cantidad de personal militar activo, fuerzas aéreas, marítimas, terrestres y nucleares.

El ranking de la mayor máquina militar del planeta lo encabeza China, con 82 puntos de 100. Mientras que EEUU, «a pesar de su enorme presupuesto militar», ocupa el segundo lugar con 74 puntos, seguido de Rusia con 69, India con 61 y luego Francia con 58. Asimismo, Arabia Saudita, Corea del Sur, Japón, el Reino Unido, y Alemania ocupan las posiciones subsiguientes.

EEUU supera ampliamente a todos los países con un presupuesto de 732.000 millones de dólares por año, seguido de China con 261.000 millones de dólares. Por supuesto, tener la mayor cantidad de dinero no se traduce necesariamente en ser el ejército más exitoso.

La seguridad será imposible sin una justicia climática. Las propuestas para una transición ecológica deben incorporar necesariamente un estudio riguroso del actual gasto militar, de la producción y comercio de armas, y de las prioridades para redistribuir los gastos presupuestarios de los países, con el fin de pasar de enfoques basados en el concepto de seguridad nacional militar, a un enfoque basado en las necesidades y los derechos sociales de todas las personas.

Un dilema indisoluble que envuelve solamente intereses.

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