Alberto Vargas

@albertovargas30

Notables científicos del mundo han advertido de distintas maneras, que una especie está en peligro de extinción: el género humano, lo que incluye toda forma de vida.

El depredador es el capitalismo salvaje, quien en su vorágine destructora e incontenible está arrasando con la humanidad.

Acabado, viejo, cruel y criminal, este asesino sistema ideado por el hombre que desde un primer momento se enfocó en las ansias de poder y el afán de lucro, lleva cinco siglos infatigables de maligna faena destructora, pero antes de culminar su agonía y morir de una buena vez, pretende arrastrar a su tumba a toda la humanidad, cuyo fin tiene una historia comprobada.

Es el causante de que un mil 800 millones de personas consuman aguas contaminadas con materia fecal, y que más del 80% de estas aguas se viertan en el mar o ríos sin que se eliminen los contaminantes.

Ahí están los conflictos bélicos que no solo son enfrentamientos entre seres humanos, sino también un ataque directo al medio ambiente. Las guerras causan daños irremediables, aguas contaminadas, tierras de cultivo envenenadas y destruidas, y cientos de secuelas más. Cuando una bomba explota genera temperaturas superiores a los 1000°C, que no solo destruye la flora, fauna y otros recursos naturales visibles, sino también la composición interna de los suelos.

Hoy la deforestación arrasa los bosques y las selvas de la Tierra de manera incontrolable, causando inmensos efectos negativos para el medio ambiente y los suelos.

Los árboles desempeñan un papel crucial en la absorción de gases de efecto invernadero, responsables del calentamiento global. Menos bosques significan emitir más cantidad de gases de efecto invernadero a la atmósfera y una mayor velocidad y gravedad del cambio climático.

Estos accidentes han provocado daños genéticos en humanos, plantas y animales, por la fuerte contaminación. Más del 25% de las muertes de niños menores de 5 años y el 23% de las muertes que se registran cada año se deben al deterioro del medio natural. Si estas incuantificables amenazas de la vida no son tomadas seriamente, en el corto plazo estaríamos sin “Plan B”.

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