Guido Zuleta.

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Representantes de comunidades y movimientos sociales siguen llamando con clamor ético para corregir el rumbo suicida de la humanidad.

El análisis sobre la crisis global y ética mundial no es solamente el modelo armamentista, y de la guerra, el que destruye la vida en el planeta, también son los modelos económicos y la arquitectura financiera internacional los que estrangulan las economías de los países que intentan ser soberanos y dignos. En consecuencia, se propone un nuevo rumbo civilizatorio. El mundo precisa transitar hacia la visión holística del Buen Vivir, profundizando los derechos de los pueblos y los derechos de la Madre Tierra (Conferencia Mundial de los Pueblos sobre Cambio Climático. Bolivia 2015).

La conciencia del cuidado de la Madre Tierra está presente en las culturas ancestrales de Nuestra América, con su percepción de la Pachamama. Como lo expresó el papa Francisco en el año 2021. “Quiero pedirles, en nombre de Dios, a las grandes corporaciones extractivas mineras, petroleras, forestales, inmobiliarias, agro negocios— que dejen de destruir los bosques, humedales y montañas, dejen de contaminar los ríos y los mares, dejen de intoxicar los pueblos y los alimentos… Este sistema con su lógica implacable de la ganancia está escapando a todo dominio humano. Es hora de frenar la locomotora descontrolada que nos está llevando al abismo.

El paradigma civilizatorio occidental, difundido globalmente, está en crisis; los desafíos globales en especial los de la naturaleza ecológica, energética y alimentaria, son de tal magnitud que, si se pierde la capacidad de dar una respuesta colectiva e incluyente, esta civilización se puede disolver y se requiere dar respuesta con sentido ético.

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