Alberto Vargas 

Esta hermosa Tierra, en la que la especie humana emergió hace menos de 200 mil años, 3 mil 500 millones de años después que surgieron las primeras formas de vida en el planeta, corre el riesgo real de desaparecer, si la humanidad no es capaz de contener el asecho mal intencionado de individuos que han asumido como criterio la acumulación de ingentes capitales sin importarle la naturaleza.

Desde el Protocolo de Kyoto (1997), las emisiones de los países desarrollados se elevaron en un 13 %, y de ese volumen el 57 % corresponde a Estados Unidos (EE. UU.). La reunión mundial de Copenhague (2009), pese a la catástrofe ecológica que amenaza al género humano, fue abortada por EE. UU, lo que devela que los regímenes imperialistas están sin dirección para contener el asfixiante y venenoso dióxido de carbono.

En apenas 200 años, se están agotando los hidrocarburos que la naturaleza en 400 millones de años tardó en formar. El planeta muestra que grandes áreas de la superficie están sujetas a condiciones climáticas extremas, tales como ciclones tropicales, huracanes o tifones, que avasallan la vida en esas zonas. Muchos lugares están dominados por terremotos, deslizamientos, tsunamis, erupciones volcánicas, tornados, ventiscas, inundaciones, sequías, y otras causas dentro del segmento de los desastres naturales.

Numerosos espacios están sometidos a la contaminación causada por el hombre, que afectan el aire, el agua, la lluvia ácida, generación de sustancias tóxicas, la pérdida de vegetación y de la vida salvaje, la extinción de especies, la degradación del suelo y su agotamiento, la erosión y el agotamiento de los suelos aptos para la agricultura en general.

Y el principal depredador es el hombre, pero, no desde su perspectiva individual, sino como víctima del devastador y criminal sistema capitalista que como por «arte de magia» ha logrado que los hombres y mujeres estén enajenados a ese perverso régimen destructor, explotador e inhumano, donde el sistema financiero también con su poder hegemónico omnímodo, asociado al poder mediático de los medios de comunicación social privados, hayan logrado que si no se está prevenido ante su acción mortífera, continuarán inoculando que amemos al opresor y odiemos al oprimido.

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), existe un consenso científico que vincula las actividades humanas con el calentamiento global, debido a las emisiones industriales de dióxido de carbono. Esto está ocasionando cambios tales como el derretimiento de los glaciares y superficies heladas, temperaturas más extremas, cambios significativos en el clima y un aumento global del nivel del mar, fenómenos que de hecho están en plena efervescencia.

«La codicia vulgar ha sido la fuerza motriz de la civilización desde sus primeros días hasta hoy; su único objetivo determinante es la riqueza y siempre la riqueza, pero no la de la sociedad, son la de tal o cual miserable individuo», escribió Federico Engels.

Fidel Castro, dijo: «O cambia el curso de los acontecimientos, o no podría sobrevivir nuestra especie».

En estos escenarios, Carlos Marx concretó: «Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo».

Durante casi dos siglos, el Manifiesto Comunista, redactado como se sabe por Marx y Engels, es el juicio de la historia tras representar una esperanza y las aspiraciones liberadoras marcadas por el ideal socialista.

Se debe desmontar el andamiaje del vulgar sistema capitalista contrario a todo ser viviente. Esto es un imperativo del materialismo histórico y de la propia dialéctica del modelo de explotación del hombre por el hombre. Según la teoría marxista, la base o infraestructura es la plataforma material de la sociedad que determina la estructura social, el desarrollo y el cambio social. Incluye las fuerzas productivas y las relaciones de producción. De ella depende la superestructura, es decir, el conjunto de elementos de la vida social dependientes de la infraestructura, como por ejemplo las formas jurídicas, políticas, artísticas, filosóficas y religiosas de un momento histórico concreto. Esto es lo que forma parte de los aparatos ideológicos del Estado.

En el capitalismo encontramos los engendros de la perversión, a saber: El catolicismo considera a la envidia como uno de los sietes pecados capitales, ya que supone la fuente de otros pecados. El envidioso desea tener algo a costa de privar a otra persona de dicha posesión. La lujuria, la gula, la pereza, la avaricia, la soberbia y la ira, son los otros pecados capitales que completan la lista que confeccionó el papa San Gregorio Magno, durante su pontificado entre los siglos VI y VII.

Dante, en el poema El Purgatorio, define la envidia como «Amor por los propios bienes pervertido al deseo de privar a otros de los suyos». La persona envidiosa es insaciable porque su envidia proviene de su interior y por eso nunca puede quedar satisfecha, ya que siempre encontrará otro en quien centrarse.

Luego en esa tramoya deshumanizante está también el egoísmo, que no se interesa por el interés del prójimo y rige sus actos de acuerdo a su absoluta conveniencia y es uno de los mayores enemigos de la normalidad que precisa la ausencia de moral, bondad, caridad o afecto natural por su entorno y quienes le rodean; contraviene deliberadamente, usando la astucia, los códigos de conducta, moral o comportamiento oficialmente correctos en un grupo social.

Esto es lo que ha venido perfeccionando el capitalismo salvaje; es una polilla humana que ha desnaturalizado a la propia vida. El capitalismo ha continuado su marcha descarnada, para apoderarse del valor creado por el trabajo que ha continuado siendo sustraído a los trabajadores.

La maldad, la mediocridad y el interés mezquino se imponen en la mente de los grandes dueños de la riqueza.

Sobre la conciencia de clase, Marx precisó: «En principio, las condiciones económicas habían transformado la masa del país en trabajadores. La dominación del capital ha creado en esta masa una situación común, intereses comunes. Así, esta masa viene a ser ya una clase frente al capital, pero todavía no para sí misma. En la lucha, de la cual hemos señalado algunas fases, esta masa se reúne, constituyéndose en clase para sí misma. Los intereses que defienden llegan a ser intereses de clase».

Ernesto «Che» Guevara, proclamó que el revolucionario está motivado «por grandes sentimientos de amor» aunque esto pueda «parecer ridículo» para la burguesía; tras concretar la necesidad de un «nuevo ser humano» creado mediante la participación responsable en una sociedad que pertenezca a todos. No dejes que te domestiquen.

La legendaria revolucionaria Rosa Luxemburgo, en un artículo escrito en víspera de ser asesinada, dijo: «La ruta del socialismo y de las luchas revolucionarias está empedrada de derrotas»; también a lo largo de la historia está empedrada de derrotas la lucha revolucionaria por la dignidad, la liberación y la libertad de los hombres y las mujeres; es una ruta incesante que avanza inconteniblemente por una sociedad vivible, humanizada.

La propiedad privada de los medios de producción, hacen que sean ilusorias las luchas por objetivizar al socialismo. Por eso, retomando a Luxemburgo, «socialismo o barbarie», un dilema histórico todavía por resolverse. A pesar que hay una historia que sirve de tribunal para juzgar los crímenes y las injusticias de la derecha fascista, la burguesía, es decir, del capitalismo salvaje.

Es necesario digerir la terrible gravedad que envuelve que «la sociedad burguesa está situada ante un dilema: O pasa al socialismo o cae en la barbarie», tal como lo predijo también Engels. El triunfo del imperialismo lleva la negación de la civilización. Esto no son elucubraciones fantasiosas. Es una realidad objetiva. Estamos situados ante esta elección: O bien, triunfo del imperialismo y decadencia de la sociedad, tal como ocurrió con la civilización en la Roma antigua, la despoblación, la desolación, la tendencia a la degeneración, un gigante cementerio; o bien, victoria del socialismo, esto es, de la lucha consciente de los hombres y las mujeres, de los oprimidos, excluidos, obreros, campesinos, pescadores, combatientes todos, contra el capitalismo salvaje, el neocolonialismo, el imperialismo y su método de acción: La guerra.

Engels profetizó que la victoria definitiva del proletariado socialista constituye un salto que hace pasar la humanidad del reino animal al reino de la libertad. Ese «salto» no está ajeno a las leyes rígidas de la historia; está concatenado a una evolución lenta y bien dolorosa. Cada avance es un escalón por mejorar las condiciones de vida, y hemos ascendido y hay que continuar, ganándole espacios al enemigo hasta vencerlo en la lucha final. La victoria del socialismo no caerá del cielo como algo fatal; esta victoria no podrá ser alcanzada más que por las acciones revolucionarias de enfrentamientos entre las fuerzas viejas y las fuerzas nuevas.

En mayo de 1949, Albert Einstein presagió: «El hombre solo puede encontrar sentido a su vida, corta y arriesgada como es, dedicándose a la sociedad. La anarquía económica de la sociedad capitalista tal como existe hoy, es, en mi opinión, la verdadera fuente del mal». Esta frase es de suma vigencia, pues no ha variado nada la realidad que describió hace más de medio siglo Einstein.

Entretanto, Ho Chi Minh develó: «La colonización es en sí misma un acto de violencia del más fuerte contra el más débil. Esta violencia es todavía más odiosa cuando se ejerce contra las mujeres y niños».

Luego, el sacerdote colombiano revolucionario Camilo Torres, quien cayó en combate en 1966, representante de la síntesis del socialismo marxista y cristiano, precursor de la teología de la liberación, cristalizó: «Si la beneficencia, la limosna, las pocas escuelas gratuitas, los pocos planes de vivienda, lo que se ha llamado ´la caridad´, no alcanza a dar de comer a la mayoría de los hambrientos, ni a vestir a la mayoría de los desnudos, ni a enseñar a la mayoría de los que no saben, tenemos que buscar medios eficaces para el bienestar de las mayorías. Esos medios no lo van a buscar las minorías privilegiadas que tienen el poder, porque generalmente esos medios eficaces obligan a las minorías a sacrificar sus privilegios».

De otro lado, el “Che” advirtió que con las armas melladas del capitalismo, «se puede llegar a un callejón sin salida». Socialismo o barbarie, esta es la disyuntiva de nuestra época. La historia de la sociedad de clases, la revolución es un pacto político creador. El reformismo o los parches, no tienen como objetivo al socialismo, sino la reforma desde adentro y no hacia afuera del capitalismo, no busca la supresión del sistema de trabajo explotador y humillante, sino la disminución de los males de los trabajadores. En definitiva, no busca la liquidación del capitalismo, sino la atenuación de sus crímenes, siempre bajo la premisa de la «legitimación democrática».

Venezuela se incluye dentro de los países con un pueblo que conquista y refrenda por los cauces electorales el gobierno, para conquistar desde el gobierno el poder, y hacer desde el poder las transformaciones revolucionarias que permitan crear una nueva sociedad, una nueva moral, una nueva ética, una nueva vida y una nueva concepción de los hombres y de las mujeres. Por eso, no hay nada más importante que la cohesión de todos y todas, los revolucionarios conscientes, sobre la necesidad de combatir al enemigo sistema capitalista e imperialista para salvaguardar a la humanidad y con ella a su madre Tierra.

Los pueblos han aprendido lo que significa democracia y no vivirla. Debemos continuar luchando contra el terrorismo mediático, la derecha fascista y los factores externos. Hay una fuerza perniciosa y profunda que se siembra en el corazón de los hombres y las mujeres que no es posible derrotar a balas: La colonización mental; lo que trae consigo la domesticación.

Debemos generar conciencia para contener esa «colonización mental».

Está en marcha una siembra de terror para dominar la economía. El Fondo Monetario Internacional (FMI) está luchando para aplicar hasta el fin sus planes; en esa infernal lucha el FMI acentúa su infamia por la desnacionalización y maneja la devaluación como instrumento permanente para adecuarse a la situación de la chatarra del dólar; hunde sus tentáculos para modificar la estructura económica para adecuarla al capital financiero y al imperialismo. El sistema financiero impuesto por el imperialismo está arrodillando a los pueblos.

Con ese método están expropiando gran parte de la renta nacional; ahí está el ejemplo de las transnacionales, la de los monopolios y oligopolios. Está en plena efervescencia un proyecto fascista para liquidar las formas institucionales democráticas y cambiar la estructura del Estado; reestructurarlo en un sentido fascista, es decir, una dictadura terrorista, un poder contrarrevolucionario, de opresión, de guerra, de liquidación de todas las formas democráticas con cambios cualitativos en la estructura del Estado. Nadie puede dudar acerca de la agenda criminal del fascismo.

La contraofensiva del imperialismo y del fascismo no ha dejado de extenderse en América Latina y el Caribe, ha golpeado procesos revolucionarios en Chile, Uruguay, Brasil, Honduras y otros países. Después de Chile, con Allende, tenemos que ser más amplios y no más estrechos en la lucha en que nos encontramos; contra el fascismo se pueden unir los apátridas, pero con los revolucionarios convergen todas las fuerzas políticas que están unidas a los procesos revolucionarios que avanzan hacia el socialismo, con una evolución radical y sin medias tintas.

La historia reseña decenas de intervenciones perpetradas por Washington desde la primera década del siglo XIX hasta los últimos años de la década de 1990. Está la intervención a México, a Nicaragua, Colombia, Panamá, República Dominicana, Haití, Granada, Honduras, y esa amenaza aún no ha cesado; están en marcha campañas de terror y de intimidación contra los pueblos del mundo que no están identificados con los planes imperialistas y los combaten férreamente. A veces ya no es a través de la intervención directa; también actúan mediante el control y la manipulación, en la utilización de la presión diplomática, en la utilización de las técnicas de desestabilización por medio del poder mediático, de los medios de comunicación social privados tantos internos como externos, en la utilización de la amenaza de la fuerza, en el aislamiento económico; en fin, en todos estos casos, el objetivo es sentar las bases para un golpe de Estado organizado, respaldado siempre por EE. UU. y avalados por regímenes títeres.

A manera de recordatorio, en 1954 lograron derrotar a Árbenz en Guatemala; en 1973 lograron derrocar a Allende en Chile; sin embargo, hay lecciones que jamás olvidarán: Fracasaron con Cuba en 1961 y no han podido con el pueblo de Venezuela desde 1998. Por tanto, debe hacerse respetar la autodeterminación de los pueblos, la no inherencia de otras naciones en los asuntos internos de los demás países, su igualdad jurídica y la integridad territorial de los pueblos. No hay barreras infranqueables entre la etapa democrática liberadora de los sentidos, para ir contra el imperialismo y alcanzar al humanizante socialismo antiimperialista.

El “Che” ya lo advirtió: No podemos conducirnos hacia un callejón sin salida utilizando las armas melladas del capitalismo. En ese sentido escribió: «Se corre el peligro de que los árboles impidan ver el bosque, persiguiendo la quimera de realizar el socialismo con la ayuda de las armas melladas que nos legara el capitalismo».

El socialismo es la fuerza del devenir. El socialismo no es una carrera de lobos, ni tampoco el deseo de figuración o una visión individualista, es una filosofía científica: El devenir a través de la lucha de clase. El fascismo del siglo XXI no tiene pueblo, por eso están derrotados, el materialismo histórico le está pasando factura aunque persista lo sicótico disociado. «El presente es de lucha; el futuro es nuestro», cristalizó el “Che”. Toda la sociedad va dividiéndose cada vez más, en dos campos contrapuestos y excluyentes que se enfrentan directamente: La burguesía frente a los humildes, trabajadores y trabajadoras. Está abierta la puerta de la revolución política, social y económica.

El Libertador Simón Bolívar, quien luchó con la espada y la pluma, es un ejemplo de gallardía y patriotismo que jamás se rindió, allí está su eterno legado para la vida, una muestra para amar a la Patria Grande por siempre.

«El Estado antiguo era, ante todo, el Estado de los esclavistas para tener sometidos a los esclavos; el Estado feudal era el órgano de que se valía la nobleza para tener sujetos a los campesinos siervos; y el moderno Estado representativo, es el instrumento de que se sirve el capital para explotar el trabajo asalariado», precisó Engels.

También debemos insistir sobre la aplastante y criminal «guerra de cuarta generación», la cual se traduce en su definición técnica en «guerra psicológica», o «guerra sin fusiles», que es el empleo planificado de la propaganda y de la acción psicológica, orientada a direccionar conductas, en la búsqueda de objetivos de control social, político o militar, sin recurrir al uso de las armas. En consecuencia no te dejes inocular malicia y mentiras por los medios de comunicación social privados.

Para el capitalismo salvaje, su arma predilecta es la «guerra de cuarta generación» y es justamente la que viene utilizando en los últimos años moldeando a la humanidad a sus anchas, en el marco de que «el fin justifica los medios». En ese sentido está en ejecución un macroplan conformado por intelectuales de todo el mundo para hacerse de las mentes de la ciudadanía de todos los pueblos, bajo la premisa de instruir un nuevo clima de pensamiento y de opinión (ideas); para que sea aceptable un auténtico control de la población. En tal sentido la proposición es instruir un nuevo modelo de dominación bajo la figura de la «ideología dominante» que no suponga que el punto de partida es la libertad personal e ilimitada ni que el punto de partida son los derechos humanos.

En esta encomienda está el Pentágono con sus agencias esparcidas por el orbe, y la OTAN, entre otros organismos multilaterales controlados por el capitalismo salvaje. Hay todo un cuerpo de pensadores, escritores, profesores y medios de comunicación social a gran escala, que se han propuesto (y en efecto objetivamente está sucediendo) desarrollar conceptos, argumentos e imágenes que proporcionen una justificación intelectual, ética, moral, económica, política y psicológica a las estrategias enérgicas de gestión (control) de la población.

Es un criminal plan adaptado al gusto del siglo XXI, envuelto para el consumo de todo el pueblo, lo cual incluye diferentes públicos, difundido entre creadores de opinión, personas con poder decisorio y la ciudadanía en general. Esta labor intelectual está elaborada, desarrollada y promovida mediante redes, cuadros intelectuales, entre otros medios afines, cuyos miembros reciben generosos estipendios así como espacio físico y mental necesarios, en el que puedan trabajar y darle continuidad al proyecto de guerra asimétrica en universidades, fundaciones e institutos especializados, o a través de redes de la web.

Este cuerpo de «legionarios ideológicos» está familiarizado con el liderazgo de los conglomerados de medios de comunicaciones globalizadas, cada vez más numerosas, cuyo activo incluye todos los «amplificadores intelectuales e ideológicos» necesarios para la difusión de esta guerra no convencional. Los cinco mayores conglomerados de medios de comunicación del mundo son Time Warner, Disney, Bertelsmann, Viacom y News Corporation Murdoch. Sus activos incluyen periódicos, revistas, películas, televisión, web, y cuatro páginas más de etcéteras.

La naturaleza se ha convertido en el mayor obstáculo para el capitalismo salvaje. Para este sistema criminal, la globalización implica no solo el objetivo de un gran mercado universal marcado por las pautas del liberalismo más cruel, sino un control total de las conductas (mentes), impidiendo la simple posibilidad de insinuar, disentir o practicar la disidencia. Con independencia de si los economistas y líderes mundiales están realmente ciegos ante el peligro ecológico, se comportan como si, cuando menos se hable de él, mejor. El sistema capitalista es un subsistema del mundo natural, al que no abarca.

El capitalismo trata al consumo de los recursos renovables y no renovables (el «capital natural») como si fueran ingresos o contribuciones; para estos la naturaleza es sinónimo de bienestar económico. La economía está contenida en un mundo físico y finito, y no al contrario. La realidad de la biosfera es algo dado. La actitud del capitalismo irreversiblemente es suicida. Y los «paños de agua caliente» serían visibles cuando ya la humanidad y toda forma de vida sea exterminada. La economía actúa al margen de la naturaleza.

Algunos de los umbrales son hartamente conocidos: La desaparición de la capa de ozono, el cambio climático, el deterioro de los hábitats, como la tierra para la agricultura, el colapso de las zonas marinas, los recursos hídricos, y otros por el estilo. Ni los grandes capitalistas ni las personas acaudaladas, podrán librarse de las consecuencias de la degradación ecológica que avanza a pasos acelerados.

Por tanto, el capitalismo salvaje «ignora» los bienes y servicios obtenidos de la biosfera. La contaminación, los residuos y el calor que se devuelven a la biosfera, no se miden como costes. Los costes ecológicos reales repercuten en el exterior y, como tales, han de ser soportados por la humanidad y el planeta en su conjunto.

El capitalismo produce en menos de dos semanas el equivalente a toda la producción física del año 1900. La producción económica se duplica cada 25 o 30 años. Hoy la escala de la productividad está extremadamente rebasada sobre los límites de la biosfera e incluso sobre la capacidad del planeta para sostener la vida. El agua para la vida ha comenzado a escasear. Se estima que más del 70 % de la población mundial vive en zonas donde el agua escasea, entre otras limitantes. Uno de los costes económicos más palpables e inmediatos de la injerencia humana en los sistemas naturales, es la frecuencia cada vez mayor con que se desatan las tormentas tropicales que los científicos asocian al calentamiento global.

En definitiva, vivimos hoy en un mundo trágicamente muy mal gestionado. El capitalismo no es el estado natural de la humanidad; por el contrario, desdice de la igualdad, la solidaridad y de un mundo sustentable. Y si continuamos en la senda del capitalismo salvaje, es un hecho histórico científicamente verificable, que en algún momento próximo nos aguarda el accidente global del que no podrá recuperarse ni el sistema ni la economía global, dejando en el entredicho la extinción de toda forma de vida en nuestra Madre Tierra.

La ONU señala que se necesitan medidas drásticas para cumplir los objetivos climáticos establecidos en el acuerdo de París (2015). La concentración de dióxido de carbono en la atmósfera aumentó a una velocidad récord en 2017, para alcanzar un nivel no visto durante más de tres millones de años.

Para entender el concepto de la naturaleza, Marx bosqueja una definición: «La naturaleza es el cuerpo inorgánico del hombre; es decir, la naturaleza en cuanto no es ella misma el cuerpo humano. El hombre vive de la naturaleza; esto quiere decir que la naturaleza es su cuerpo, con el que debe permanecer en un proceso continuo, a fin de no perecer. El hecho de que la vida física y espiritual del hombre depende de la naturaleza, no significa otra cosa sino que la naturaleza se relaciona consigo misma, ya que el hombre es una parte de la naturaleza»; esto, es, no existe dicotomía entre el ser humano y la naturaleza: «El hombre no está en la naturaleza, sino que es naturaleza», es parte de ella, de la naturaleza.

Marx destacó que el trabajo alienado convierte a la naturaleza en algo extraño al hombre, en un «mundo ajeno», «hostilmente contrapuesto al trabajador». En este sentido, en la apropiación privada, existe una alienación respecto a la naturaleza donde los medios de vida y de trabajo no le pertenecen al trabajador y se le presentan como objetos externos, es decir, «enajena al hombre de su propio cuerpo, de la naturaleza, tal como existe fuera de él, de su esencia espiritual, y de su esencia humana». La alienación de la humanidad y de la naturaleza tiene como resultado no solo la renuncia al trabajo creativo, sino también la renuncia a los elementos esenciales de la vida misma.

Luego, como el capitalista no va a renunciar a la acumulación de la riqueza y, por lo mismo, no va a dejar de explotar a los trabajadores y expoliar a la naturaleza, construye mecanismos engañosos que supuestamente van a dar respuestas a la crisis ecológica. Una muestra de ello son los famosos foros o cumbres como el Protocolo o Acuerdo de Kyoto, Cancún o Durban, o el de París 2015 sobre el cambio climático, en el que predominan aquellos «acuerdos» que a simple vista son los de las multinacionales y transnacionales, del complejo industrial del automóvil, de las grandes industrias de armas; es decir, el interés del capitalismo salvaje con sus grandes capitales. Y como estos «acuerdos» no benefician a la humanidad ni al mismo planeta, seguimos en una trayectoria de incrementos de temperatura superiores a los dos grados centígrados, con consecuencias extremas en materia de sequías, inundaciones, deshielo de glaciares, aumento en el nivel del mar y, en general, impactos severos sobre agricultura y formas de vida de millones de personas.

En Venezuela, Hugo Chávez, en los cinco grandes objetivos históricos que elaboró, dijo: «Este quinto gran objetivo histórico, convoca a sumar esfuerzos para el impulso de un movimiento de carácter mundial para contener las causas y revertir los efectos del cambio climático que ocurren como consecuencia del modelo capitalista depredador».

Chávez hizo un llamado sobre el esfuerzo que debemos hacer todos y todas por cambiar el modelo de desarrollo destructor que el capitalismo le ha impuesto al mundo en los últimos siglos, mediante la amenazante extensión de la voraz economía de mercado.

Recordemos que el neoliberalismo no es desarrollo sustentable, es pobreza, opresión, explotación, es la muerte en vida.

El mes de agosto le recuerda a los pueblos del mundo la criminalidad imperialista en su historial: Hiroshima y Nagasaki, dos ciudades indefensas, en las que EE. UU. lanzó y probó los efectos de dos bombas nucleares en el año 1945, donde murieron en su mayoría niños, mujeres y ancianos japoneses; Hollywood ha hecho de EE. UU. una suerte de juez supremo de los valores democráticos y los derechos humanos. ¿Por qué su cine no devela la amenaza golpista que se viene sucediendo contra Venezuela?

Su poderío militar no es una necesidad del mundo, es una exigencia del sistema capitalista que alimenta el mayor mercado de drogas en el planeta. Sus planes están asociados a las millonarias sumas de dólares asignadas a los medios de información privados, para mentir y desinformar.

Un informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), elaborado en Japón por más de 60 reputados expertos sobre el calentamiento global, hicieron otro alerta: El cambio climático le depara a la humanidad riesgos mucho más inmediatos y peligrosos de lo que se creía.

Advierten los autores de este informe, que en un período relativamente corto, el cambio del clima, las sequías, entre otros fenómenos naturales, se harán realidad y provocarán problemas globales, tales como hambrunas, enfermedades, sequedades, inundaciones y guerras por el acceso a los recursos.

La humanidad no está preparada para estos eventos que estamos viviendo. Existen riesgos globales para la civilización. Precisamente, el accidentado mundo que generó el capitalismo salvaje, con las desigualdades sociales que cada vez se agudizan más y problematizan el panorama mundial.

Allí está el incremento de las enfermedades, las sequías, la falta de alimentos, la pobreza y otros problemas potenciales debidos al aumento de la temperatura y el cambio climático que están acelerando la propagación de enfermedades crónicas e infecciones, lo que, junto con otros factores ambientales y pandémicos, daría un matiz apocalíptico a la civilización que engendró el capitalismo salvaje.

Los alimentos para el año 2050 tendrán costos impagables, toda vez que los precios mundiales aumentarían exorbitantemente debido a los cambios de temperatura y los patrones de lluvia, algo que sumado al empobrecimiento de los pueblos tendrá como resultado mayor padecimiento y más hambruna en diversas regiones del mundo. A mayor población la demanda de alimentos crecerá.

La Tierra tendrá menos agua disponible. Además, la actual contaminación del agua podría reducir para 2030 aún más el acceso al agua potable para la población. Se estima que un significativo porcentaje de la población mundial no tendrá disponibilidad en los próximos años a este recurso vital.

Cabe señalar que estas conclusiones coinciden con los resultados del informe sobre el colapso irreversible de la civilización industrial elaborado por el Goddard Space Flight Center, de la NASA. De acuerdo con sus autores, el cambio climático está estrechamente relacionado con el desarrollo insostenible, por lo que la civilización industrial global podría derrumbarse en los próximos decenios, debido a la explotación irresponsable de los recursos y la distribución cada vez más desigual de la riqueza. Al mismo tiempo, la OMM prevé frecuentes inundaciones, movimientos telúricos, tormentas y una gran ola de calor en los subsiguientes años.

Estamos en la hora de los pueblos por la supervivencia de la humanidad y toda forma de vida. Marchemos hacia una genuina y auténtica revolución socialista.

Marx dijo bien claro: «Producción de plusvalía o la obtención de ganancias es la ley absoluta de este modo de producción». Y la utilización de la plusvalía como capital o reconversión de plusvalía en capital, se llama acumulación.

Observamos en el mundo del capitalismo salvaje no otra cosa que una constante e imparable acumulación de riquezas en pocas manos y una infinita pobreza por toda la faz de la Tierra. La avaricia, el egoísmo, y tantos otros «pecados capitales», son el rasgo característico del capitalismo en toda su historia.

Para contrarrestar estos escenarios contrarios a toda forma de vida, Chávez alertó: «Esto solo será posible desde el socialismo, como única alternativa al modelo depredador capitalista que ya ha fracasado». La contradicción está despejada, aunque continúa latente el dilema sobre: «Socialismo o barbarie», que trazó la legendaria combatiente Rosa Luxemburgo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *