Jesús Moreno

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El voto es un arma política de poder y tiene la paradoja que es pacífico, pero es un arma, es un instrumento para mostrar la voluntad del pueblo en sus luchas por el poder y otros eventos, donde se desea conocer, en verdad, el deseo de la mayoría, de manera libre y soberana.

El voto viene de las prácticas de asambleas de ciudadanos para tomar decisiones, y su ley central es que la mayoría, libre y soberana se impone, con el respeto que se merezcan las minorías.

Por eso el voto luce como el sistema ideal y en paz para dirimir confrontaciones sociales.

Los seres humanos sensatos aceptan los mandatos del voto, siempre que se produzcan en condiciones justas, adecuadas, libres y en igualdad.

Por eso se ha convertido en la base de la democracia con sus variables formas.

Los venezolanos en la actual Revolución Bolivariana lo acoge como saludable método para resolver problemas del poder a todos los niveles. El 21 de noviembre tendremos elección y votaremos en una megaelección para elegir gobernadores, alcaldes, concejales, diputados regionales, que la Constitución Bolivariana ordena.

De manera que el voto será el instrumento que ya por lo masivo de la participación colectiva, sustituyó la práctica de las asambleas, que tanto lo hizo Grecia en Esparta.

El voto, que es un arma del pueblo, debe ser puro, libre, soberano, imparcial para todos los ciudadanos, para que sea expresión real de la voluntad popular en plena libertad y por eso como se le usa es fundamental. Mucho más cuando sabemos que existen tantos métodos de insinuación, manipulación y manejo mental para influir en los seres humanos. Las fuerzas dominantes siempre harán lo imposible por controlar la voluntad popular aún en contra de sus propios intereses, en su propio daño; eso nos explica que la oligarquía de Colombia tiene casi 200 años en el poder, la del Brasil impone a Bolsonaro, y así otros países, y así hay potencias que imponen su modelo como el mejor para el bienestar de los ciudadanos para la libertad, la igualdad y que lo hacen con el voto de los afectados y sobre la base de ilusiones y fantasías.

En Venezuela, con la Revolución Bolivariana tenemos nuestra propia forma de democracia cuya base es el voto, pero en conclusiones propias, muy libres, justas y respetables; no alardeamos que sea el más perfecto sistema, pero sí estamos seguros que es libre, y desde 1990 nos ha garantizado la paz.

El 21 de noviembre asistiremos a votar y más de 22 millones de venezolanos que lo podemos hacer en plena libertad, para elegir más del 60 % del gobierno real y lo haremos en paz. El gobierno hace todo lo imposible para que el colectivo participe y exprese esa voluntad del pueblo.

Está consciente de que el voto será la poderosa herramienta que nos dirá las verdades de las grandes decisiones que debemos tomar ese día, pues se elegirán 23 gobernadores regionales, más de 300 alcaldes, centenares de concejales, centenares de diputados de los dos polos políticos, por un lapso promedio de cinco años.

Todo eso se hará con el arma silenciosa del voto, en paz, con el esfuerzo de ir a las urnas electorales, a tomar una gran decisión en esta megaelección.

Ya se está en las campañas electorales y al menos que se sepa, el Partido Socialista de Venezuela (PSUV), hasta el 1° de octubre ya había listado el comando de campaña en los estados Yaracuy, Carabobo, Aragua, Lara, Bolívar, Delta Amacuro, Miranda. Porque los venezolanos vamos a votar, no por las balas, y decimos “votos sí, balas no”.

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