En Londres consiguen pruebas de una crucifixión de la época romana

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En los trabajos arqueológicos fueron localizados elementos funerarios como monedas, cerámicas de decoración y huesos de animales. Foto Internet.

VEA / Carlos Batatin

A unos 115 kilómetros al norte de Londres, en Reino Unido, un grupo de arqueólogos ha localizado en un antiguo asentamiento romano la mayor evidencia hasta el momento de una crucifixión.

Sobre este tema fue entrevistada por la BBC de Londres, la especialista en Osteología de la Universidad de Cambridge, Corinne Duhig, quien precisó que el hallazgo es algo único, agregando que incluso en Reino Unido «sus habitantes no podían evitar uno de los castigos más crueles que imponían los romanos».

Para la experta en osamenta humana,»la afortunada combinación de buena conservación y el clavo que dejaron en el hueso, nos ha permitido examinar este ejemplo casi único de lo que fue la crucifixión».

El lugar fue descubierto por el centro de estudio Albion Archaeology, tras el inicio de excavaciones en la zona como parte de las obras para un desarrollo urbano, en cuyas inmediaciones fueron ubicados «cinco cementerios pequeños donde habían sido enterrados 40 adultos y cinco niños, varios de ellos familiares. Allí también fueron rescatados los restos de un hombre que tenía un pedazo de clavo en su talón».

Además del metal oxidado, la osamenta humana registraba heridas que aquella persona pudo haber padecido en plena agonía. Las extremidades inferiores presentaban «rastros de infecciones o inflamaciones que podrían haber sido causadas por un desorden sistémico o por haber estado atado a un grillete.

Para la arqueóloga Kasia Gdaniec, citada en el trabajo periodístico e integrante del Consejo del Condado de Cambridgeshire, «las prácticas funerarias son muchas y varias durante el período romano. Y habíamos visto ocasionalmente evidencias de mutilaciones antes o postmortem, pero nunca una crucifixión».

De acuerdo a la reseña hecha en el Condado de Cambridgeshire, «era usual que después de la crucifixión se removieran los clavos para utilizarlos de nuevo, pero en este caso, el clavo se dobló y se fijó en el hueso».

Estas nuevas evidencias se suman a otras halladas en varias partes del mundo: En Larda, en Italia, otro en Mendes en Egipto y otro en Giv’at ha Mivar, al norte de Jerusalén, en 1968.

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