Encerrada en «una hielera» y más de 30 horas de pie: Terror vivido entre EEUU y El Salvador
Yoderling Acosta Peña ahora lucha por la liberación de su pareja, uno de los connacionales secuestrados en El Salvador. Fotos Cortesía YAP.

VEA / Yonaski Moreno
Aunque se siente segura y aliviada al estar nuevamente en su país y junto a su familia, Yoderling Acosta Peña aún no es capaz de conciliar el sueño. El terror vivido durante su paso por al menos siete (7) centros de detención de inmigrantes en los Estados Unidos, la mantiene alerta. Se sobresalta ante cualquier ruido y las pesadillas son recurrentes. Tener parte de su cuerpo inmovilizado como consecuencia de cuatro (4) parálisis sufridas en territorio gringo, es otro recordatorio de las dificultades que ha sobrevivido.
Los detalles fueron compartidos por ella misma a Diario VEA, en una entrevista telefónica, pocos días después de arribar a Venezuela en un vuelo del Plan Vuelta a la Patria, en la que aseguró: «Estoy un poco mejor. Todavía no siento mi pie izquierdo. Me dan ataques de ansiedad, ando como nerviosa, hacen un mínimo ruido en la casa o escucho pasar una moto y me sobresalto y ando con el corazón aceleradísimo».
A pesar de ello, destaca que se siente feliz y contenta de estar en el «calorcito» de su hogar, en Charallave, estado Miranda. No es rara la referencia que Yoderling hace sobre el clima, puesto que en su travesía en territorio estadounidense, uno de los métodos de maltrato físico fue precisamente la exposición a temperaturas extremas.
Ocurrió en un centro de detención de Oklahoma, a donde fue trasladada tras su detención en Chicago, en febrero de este año. «Ahí estuvimos más de 34 horas metidas en una hielera con la ropa con la que nos habían detenido», recuerda.
Acosta Peña explicó que «la hielera» es un cuarto en el que los asientos son de cemento y mantiene una temperatura muy baja. «Ahí tuvimos que dormir sin cobija ni nada; con el aire acondicionado muy bajito, uno hasta temblaba del frío», señaló.
Además, en ese espacio no recibían comida, solo agua. «Estando ahí me daba mucho miedo, tenía temor y creo que mi enfermedad fue por el trauma y todo lo que pasamos durante los más de cinco días que duró nuestro traslado desde de Chicago a Laredo, Texas».
Agresión en El Salvador
El 15 de marzo de este año, Yoderling y otras siete (7) mujeres fueron trasladadas a El Salvador, con la intención de mantenerlas secuestradas en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot) en el que fueron retenidos ilegalmente más de 200 hombres venezolanos.
Aunque las mujeres fueron regresadas a Estados Unidos, ante la negativa de las autoridades salvadoreñas de recluirlas en la prisión de máxima seguridad, en donde solo se encuentran hombres, pasaron más de 30 horas en territorio salvadoreño en pésimas condiciones.
Cuando el avión aterrizó en el país centroamericano, los inmigrantes estaban nerviosos. Comenzaron a hacer preguntas para las que no habían respuestas por parte de los oficiales. «Estábamos nerviosos porque cuando levantamos las ventanillas, vimos cuando estaban bajando a los hombres del avión y los que no se querían bajar los lanzaban por las escaleras», recordó.
Añadió: «Lo de El Salvador fue una cosa demasiado fea. Fuimos agredidas dos de las mujeres. Un oficial del avión me pegó a mí, y a una de las muchachas, de nombre Wilmari Linares, la arrastraron para llevarla de un asiento a otro».
«Me golpeó, me pegó en la cara», relató. Además, amenazaron con amarrarlas «porque protestamos y gritamos cuando nos pegaron».
Durante su estadía en El Salvador, pasaron más de 30 horas esposadas de pie, precisó.
La primera parálisis
Al ser regresadas a Estados Unidos, Yoderling sufre la primera parálisis, quedando inmóvil del lado izquierdo de su cuerpo. En esa oportunidad fue llevada a un centro médico, donde pasó cinco (5) días hospitalizada y vigilada por agentes del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de los Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés).
«Mientras estaba hospitalizada algunos médicos me trataron bien y otros me trataron muy mal. Nunca me dijeron qué era lo que tenía, solo me hicieron algunas preguntas», recordó.
Al recibir el alta médica, un juez le aseguró que debido a su condición de salud, sería deportada a Venezuela lo más pronto posible, sin embargo, tuvo que esperar más de dos (2) semanas.
Guantánamo, otro temor
El martes 10 de junio, las autoridades estadounidenses informaron a Yoderling que regresaría a Venezuela en el próximo vuelo. A pesar de que era la noticia que había estado esperando, la embargó el miedo de ser llevada a otras tierras, como ha ocurrido con cientos de compatriotas.
Su temor se elevó cuando iniciaron la travesía, pues el avión que la trasladaba junto a otros 151 connacionales, salió de Laredo a El Paso, Texas, y luego a Miami. El siguiente destino, donde le dijeron que estaba fue «Cuba», por lo que todos en el avión pensaron que serían llevados a Guantánamo, una base naval que EEUU ocupa de manera ilegal en Cuba.
Sus esperanzas renacieron cuando fueron trasladados a Honduras, donde un avión de Conviasa los esperaba para regresarlos a su tierra, como parte del Plan Vuelta a la Patria.
«Llegamos a La Guaira, nos atendieron y de ahí me trajeron a mi casa, gracias a Dios», comentó.
Precisó que tras su arribo al Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, recibió atención médica y fue remitida a un centro de salud de Charallave, donde reside. «Unas doctoras me dieron cita médica para que un especialista me evalúe y determine qué procedimiento debo seguir», indicó.
Preocupada por su hermano
Yoderling Acosta Peña salió de Venezuela el 22 de septiembre de 2023, junto a su hermano. Para aquel momento, ella tenía 19 años de edad y él tan solo 17. Luego de tres (3) meses llegaron a Estados Unidos.
«Nos fuimos como una aventura, porque todo el mundo hablaba de los Estados Unidos como ‘¡ay, qué bonito!’; lo pintaban maravilloso, y uno se dejó llevar por lo que decía la gente, y se quise ir», relató.
Aunque su hermano no ha sido detenido por el ICE, está encerrado y con mucho miedo, debido a las continuas redadas que son llevadas a cabo por las autoridades. «Su esposa está embarazada. Es un embarazo de alto riesgo, esperan gemelos. Mi hermano a veces sale a trabajar y a veces no, porque la cosa está fuerte con inmigración allá y le da miedo salir a trabajar y no regresar».
Ahora lucha por su pareja
Cuando fue detenida por las autoridades del ICE, en febrero pasado, Yoderling se encontraba con su pareja, Maikol Gabriel Lizano López. «A nosotros nos trasladaron juntos siempre, en cada centro de detención, hasta ese 15 de marzo», recordó.
Ese día abordaron juntos el avión que los llevó a tierras salvadoreñas y fueron separados cuando Maikol fue trasladado al Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot) y Yoderling regresada a EEUU.
«Ahora me toca luchar por mi pareja. Es una injusticia que esté detenido en El Salvador», expresó.
Es mejor luchar en su país
Tras su difícil experiencia, Yoderling envía un mensaje a las y los jóvenes de Venezuela y el mundo que siguen viendo en EEUU el llamado «sueño americano».
«No se estén yendo por ahí, solo porque alguien les cuenta cosas bonitas; investiguen bien. Para uno irse a otro país a pasar trabajo, es mejor quedarse en su país y luchar, porque aquí tenemos las posibilidades de salir adelante», señaló.
Añadió que el país norteamericano no es como la gente lo pinta y le habría gustado conocer la realidad antes de tomar la decisión que le cambió la vida. «Yo me fui caminando y regresé sin poder sentir parte de mi cuerpo», lamentó.