Ética y democracia en la crisis de la humanidad
La autora es presidenta de Fundalatin.
Eugenia Russian
Al conmemorarse los 50 años del fatídico golpe de Estado al presidente mártir, Salvador Allende, en Chile, es una oportunidad para que los gobiernos responsables enfrenten a las grandes amenazas globales, como la exclusión, la incentivación de los conflictos bélicos y la destrucción de la vida en el planeta, por la voracidad irresponsable de la visión neoliberal. Se abre una oportunidad de ofrecer un canal ético para la construcción de una verdadera democracia.
El socialismo democrático propuesto por una Unidad Popular, polícroma, con sectores de capas medias y pobres, con incorporación de amplios movimientos culturales y religiosos, resultaba una referencia obligada. Un signo especial de camino liberador por una vía pacífica y democrática. No solo resaltaba la figura del presidente Salvador Allende, sino la capacidad amplia de evocar a la poesía de Pablo Neruda, con la canción de Víctor Jara, con el movimiento eclesial de cristianos por el socialismo, con su amplitud ecuménica, con el discernimiento de la naciente teología de la liberación. Con la alegría desbordante del Pueblo unido que jamás será vencido.
La esperanza se renueva en nuestro continente con países como Brasil, Venezuela, Bolivia, Argentina, México, que desde una perspectiva pacífica democrática, caminan hacia una construcción social más justa y responsable con la gente y con el ambiente. Con interacción con la Cuba socialista, de tantos sacrificios históricos, pareciera que el camino iniciado por la Unidad Popular resurgiera y se reivindicara. Con el impulso a formas integradoras en unidad en la diversidad con el ALBA-TCP, Unasur, Celac, Petrocaribe. Procesos en los cuales la República Bolivariana de Venezuela, ha apoyado. No con criterios exclusivos de libre mercado y máxima ganancia, tan propios de la indiferencia frente a los débiles, sino con criterios de solidaridad, respeto a la soberanía y complementariedad.
