Fernando Soto Rojas: He conocido la alegría, la tristeza y el amor

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Siempre irreductible, afirma que lloró el asesinato de Leonardo Ruiz Pineda y la muerte de Jorge Rodríguez, a quien aún llora.

Rafael Rodríguez Olmos

@aureliano2327

(Especial para Vea)

Fernando Soto Rojas es todo un símbolo del proceso político venezolano, en el que por primera vez se incorpora a la lucha política institucional, pues su prosapia ha sido rebelde y abstencionista en los últimos cien años de la historia del país.

Por primera vez asumió un cargo público, cuando el Presidente Hugo Chávez lo convocó. Viejo guerrillero de las duras batallas de los ’60, ’70 y ’80. Siempre irreductible, afirma que lloró el asesinato de Leonardo Ruiz Pineda y la muerte de Jorge Rodríguez, a quien aún llora.

-¿Podría hacernos un diagnóstico del país?

-Es innegable que Venezuela vive una circunstancia distinta después de 30 años del alzamiento militar que lideró Hugo Chávez. Estamos en un proceso revolucionario muy difícil, que ha marcado una nueva época por estar en medio de un asedio terrible, con la presencia del imperialismo yanqui en todo el siglo XX y el siglo XXI. Y es un imperialismo que está en decadencia, por varias razones: 1) hay una paridad atómica en el mundo que ya es innegable; 2) la existencia de dos doctrinas que están en decadencia, como son el socialcristianismo y el fascismo, que ya no convocan a los pueblos como en el pasado; 3) se ha roto a nivel mundial la dictadura mediática después de la Segunda Guerra Mundial, debido a otros desarrollos, como la tecnología y la existencia de satélites de otras naciones; y 4) la presencia del dólar en la economía del capital en escala mundial y su decadencia. Cuando uno revisa su balance desde Breton Wood en 1944, pasando por 1971 cuando Nixon impone el dólar sin respaldo en oro y todo ese desarrollo, encontramos que hay una decadencia de un dólar agotado, ya no tiene el mismo valor y se impone por la fuerza y el poderío militar estadounidense. Eso te indica que existe una decadencia histórica. Pero por otra parte, en el mundo se está conformado un centro antihegemónico mundial, integrado por varias potencias como la República Popular China, la Federación Rusa, Irán, India, Venezuela, Cuba, Nicaragua. Es decir, tenemos varias Angosturas, que han servido como un muro de contención para que el imperio no invada a Venezuela, porque de lo contario ya lo hubieran hecho, como lo hicieron con el golpe de Estado a Rómulo Gallegos, o como lo que le hicieron a Salvador Allende en 1973. El país se ha venido recuperando a pesar de que ellos están aplicando un nuevo tipo de guerra que tiene un nombre especial, la llaman Multiforme; y se la están aplicando a cualquier país de la América Latina desde 2014. El problema clave es la economía, y hemos recorrido un trayecto sumamente difícil. Nos hemos venido recuperando lentamente. La industria petrolera, que alcanzó su mínimo histórico, hoy está sobre el millón de barriles diarios y pienso que cuando la producción llegue entre 1.5 y 2.0 millones de barriles, el país funcionará adecuadamente. Creo que ha habido una reactivación del aparato productivo. Los mismos sectores bancarios, que no son santos de nuestra devoción, se acaban de reunir con el presidente Maduro y han acordado trabajar en la reactivación. Gran parte de la oposición política venezolana se ha reincorporado al proceso electoral. Se ha expresado políticamente. Seguimos conversando con ellos y dicen que no se van a meter más en aventuras, por lo que cada vez los sectores terroristas, bajo la orientación del imperio, tienden a perder fuerza. Aparte de eso hay un cuadro de rebelión popular en la región y mucho descontento, porque ha fracasado la política neoliberal en América Latina. Y las dos formas de gobierno que regían en el continente, la clásica dictadura militar y la democracia representativa, están en decadencia. Es lo que está pasando en Perú, en Chile, en Honduras, y lo que va a pasar en Brasil. Hace poco, la Asamblea Nacional sentenció está década 2020-2030 para el cambio de la sociedad. Es una decisión importante. Todo depende de la direccionalidad política. Se acabaron las colas, hay dinero en la calle, la gente compra en dólares o en bolívares. Aunque todavía estamos los sectores populares que somos unos pelabolas y debemos hacer de tripas corazón para conseguir nuestras cosas, pero nos llega el CLAP, está mejorando la atención médica, hemos enfrentado con fuerza y decididamente este flagelo que es el Covid con una vacunación masiva impresionante, que no ha ocurrido en ningún país del mundo y con relativamente muy pocos muertos. Es decir, el país tiende a estabilizarse, porque necesariamente hemos entrado al siglo XXI. Y este mundo es multicéntrico y multipolar.

A propósito de la multipolaridad, se cierne sobre el mundo la mácula de la guerra con el problema de Ucrania…

-Después de la paliza que le dieron a los yanquis en Vietnam, después de la intervención en Afganistán y en Irak que debieron retirarse, no se ve tan fácil que vayan a otra aventura. Y, por otra parte, los rusos tienen toda una experiencia, porque derrotaron al primer ejército capitalista del siglo XX que comandaba Hitler; y en la misma Europa, se ven las cosas con recelo. Difícilmente Alemania, que tiende a establecer acuerdos comerciales y tecnológicos con la Federación Rusa, se tire una aventura. La propia Francia no me parece que tenga mucho interés en ese conflicto; incluso, la misma Europa, globalmente depende de dos cosas fundamentales: una, la OTAN, y dos la deuda. Si le quitas esas dos cosas, más el fútbol, ahí lo que queda es una desintegración de ese continente. Volverían a los conflictos locales y regionales y la desintegración de algunos estados. De tal manera que, en un conflicto bélico, Europa no tendría ese papel hegemónico que jugó en el pasado. Hay cuatro o cinco países que tendrían un papel de importancia junto a Estados Unidos. Pero fíjate que el propio (Henry) Kissinger hace un año en una conferencia, dijo que EE. UU. tiene entre 8 y 10 años de atraso militar en relación con Rusia. Y Putin les dijo que ellos tienen un misil que llega a Nueva York en menos de diez minutos. Pero, además, los rusos no están solos. Tienen un acuerdo tecnológico y militar con la República Popular China, que ya es una potencia mundial. Por ello, soy optimista. Estamos en condiciones distintas en la región, en una unificación, aún tenemos el Alba, Mercosur; vamos hacia allá en una batalla que tenemos que ganar. Los imperios no han sobrevivido. Han habido unos 11 imperios a lo largo de estos 7 mil años. El más fuerte fue el de los faraones, que duró 3.500 años. El resto no ha durado y este, el estadounidense, será el más corto de la humanidad y aspiro que la humanidad se encamine hacia la paz y la fraternidad.

-Hay un avance de la izquierda en América Latina…

-Hay una rebelión, pero todavía hay muchos movimientos de izquierda que no han asumido el pensamiento bolivariano; no hemos llegado a una democracia protagónica, participativa y decisiva, incluyendo a Venezuela. Hacia allá marchamos, porque lo que se persigue es la libertad, la igualdad plena, el sueño de Angostura. En esa construcción del socialismo, hay que combatir la burocracia y la corrupción. Acabamos de ver a esa muchacha en Falcón, que por cuatro lochas se transformó en una narcotraficante. Y esperamos que en la cárcel, con el debido proceso, se reeduque. Es una hora menguada que tuvo la Asamblea Nacional, porque el año pasado fue brillante su actuación, y vienen estas dos zánganas a venderse al narcotráfico.

-¿Puede hacernos una caracterización del gobierno venezolano?

-Es un gobierno de raigambre popular y el presidente Maduro tiene plena conciencia del papel que está jugando y una clara comprensión del proceso. Lo conozco desde hace 40 años. Con él se discuten temas de profundidad: el socialismo, el problema del Estado, el problema del programa político, el tema de la construcción de una fuerza revolucionaria en el país. Se formó en la escuela Ñico López, de Cuba, y de paso estuvo siete años pegado como garrapata en culo ‘e yegua junto a Hugo Chávez y conociendo todo el movimiento político del mundo. Y además, conociendo a líderes mundiales como Putin, Lula, Xi Jinping. Maduro es un hombre audaz y tiene sabiduría para asumir los problemas del país. Yo me asusté incluso aquel 8 de diciembre cuando Chávez lo nombró su sucesor, porque creímos que era muy chamo. Pero tiene un liderazgo respetado en todos los estamentos de la sociedad, incluso la militar. Yo pertenezco a la Comisión de Defensa del Parlamento y todos los días escudriño a esos oficiales para ver qué tienen en la cabeza y muchos están más vacíos que el carajo. De tal manera que estamos bien, pero no podemos cantar victoria, hay que seguir resistiendo, hay que mejorar los servicios públicos porque hay descontento. Hay que estar pendiente de la clase obrera y la necesidad de un salario justo. Nuestra gestión tiene que ser más eficiente, más articulada con el pueblo, relacionarnos más con ellos, saber que nosotros solo somos voceros del pueblo. Hay que hablar todos los días con todo el mundo, hasta ganarnos a los 30 millones de venezolanos. Yo recordaba aquel 4F cuando apareció este hombre en televisión en el que todo el pueblo puso su esperanza. 22 años después apareció un 7 de octubre en aquel acto maravilloso llenando las siete principales avenidas de la capital en medio de un palo de agua. Su magia fue llegar al pueblo, conectarse con él.

-Noventa años es mucho tiempo. Hay miles de anécdotas y recuerdos vividos…

-He vivido intensamente. A mí me gustan dos cosas, la lucha política y las mujeres. Esa ha sido mi pasión. En esa lucha he conocido victorias y derrotas. Estoy satisfecho en lo fundamental. Estoy por escribir un libro que es fundamental. Son 430 páginas. Ya está listo el tomo I, pero falta escribir el tomo II, cuyo contenido es desde que tuve conciencia política hasta hoy. Seguramente un tercer tomo serán recuerdos y anécdotas, para evocar a personas como el abogado Fadi Kalab, a quien tengo al frente y lo conocí cuando él tenía 17 años, o este viejo guerrillero que está al lado, González Padrino, de la guerrilla de oriente. Siempre es bueno el balance de lo que se ha vivido. Ahora estoy más cerca del sepulcro que antes, pero si me llega, creo que voy a morir con una sonrisa en los labios y con la frase de Neruda: “Confieso que he vivido”. He conocido la alegría, la tristeza y el amor, porque tú no puedes andar solo, porque la soledad no tiene sombra.

-Si el camino no te hubiera llevado a ser un jefe político, ¿qué soñaste ser?

-Si me hubiera quedado en Altagracia de Orituco y no se me hubiera despertado la conciencia, hubiera sido un ganadero, un agricultor; me gustaban los caballos. Pero mi trayecto revolucionario es de familia. Mi tío desapareció, el papá de mi mamá fue diputado a la Asamblea Legislativa del estado Miranda en Los Valles del Tuy. Allí murió en extrañas circunstancias, en tiempos adecos y de dictadura. Desde entonces la familia se opuso a todos los gobiernos del mundo. Y no tuvimos cargos de importancia política en cien años. Pensé en ser militar, por los años ’50, cuando con tercer año entrabas a la Academia Militar, pero entonces asesinaron al coronel Carlos Delgado Chalbaud, y pensé que ese no era mi camino. Quise ser educador. Estudiaba tercer año y daba quinto grado en una escuela, después me pidieron ser bachiller. Así que abandoné.  Luego me metí a estudiar Economía y Derecho, que eran las dos cosas que más o menos me gustaban. De Economía me faltó la teoría del economista austriaco Eugen von Böhm-Bawerk (12 de febrero de 1851-Viena 27 de agosto de 1914) y en Derecho, escribí un documento donde saqué 19 puntos, pero descubrí que no se podía ejercer el Derecho en una dictadura militar. Es decir, que no pude ser abogado, ni ser economista, así que me metí a guerrillero.

-Usted llora con frecuencia…

-Sí, chico. En la lucha política lloré a dos personajes que mataron malamente y que me marcaron. Uno fue el doctor Leonardo Ruiz Pineda, mártir de la resistencia contra Marcos Pérez Jiménez, asesinado en 1952. Y años después el asesinato a golpes y torturas de Jorge Rodríguez. Todavía el año pasado hablé de él en la Asamblea Nacional y lloré.

 

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