Defendió a los pobres, condenó el capitalismo y pidió perdón por crímenes de la Iglesia

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¡Cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres!», expresó el 16 de marzo de 2013, tres días después de haber sido elegido Sumo Pontífice. Foto Internet

¡Sigo vivo! dijo papa Francisco al ser dado de alta

VEA / Yuleidys Hernández Toledo

Su trabajo por los desfavorecidos, la lucha contra la pobreza, su denuncia contra el neoliberalismo, la corrupción y la exclusión, marcaron el papado de Jorge Mario Bergoglio, el primer jesuita y primer suramericano en convertirse en pontífice, y quien este lunes 21 de abril partió a la eternidad.

El 13 de marzo de 2013 fue electo por el cónclave papal, como el 266º Papa de la Iglesia Católica. Desde el primer momento, rompió tradiciones, una de ellas, elegir un nombre jamás utilizado en el cargo. Fue la primera vez, en siglos, que esto ocurría. Escogió Francisco, en honor a San Francisco de Asís, nacido en Italia en el seno de una familia acaudalada en el año 1181 o 1182, y quien renunció a su herencia dándole más importancia en su vida a los bienes espirituales que a los materiales. Fue el fundador de la Orden de los Franciscanos.

Ante los medios de comunicación, tres (3) días después de haber sido elegido Sumo Pontífice, Francisco compartió la razón de su decisión: «Durante las elecciones, tenía al lado al arzobispo emérito de San Pablo, y también prefecto emérito de la Congregación para el clero, el cardenal Claudio Hummes, un gran amigo, un gran amigo. Cuando la cosa se ponía un poco peligrosa, él me confortaba. Y cuando los votos subieron a los dos tercios, hubo el acostumbrado aplauso, porque había sido elegido. Y él me abrazó, me besó, y me dijo: ‘No te olvides de los pobres’. Y esta palabra ha entrado aquí: Los pobres, los pobres. De inmediato, en relación con los pobres, he pensado en Francisco de Asís. Después he pensado en las guerras, mientras proseguía el escrutinio hasta terminar todos los votos. Y Francisco es el hombre de la paz. Y así, el nombre ha entrado en mi corazón: Francisco de Asís. Para mí es el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y custodia la creación; en este momento, también nosotros mantenemos con la creación una relación no tan buena, ¿no? Es el hombre que nos da este espíritu de paz, el hombre pobre… ¡Ah, cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres!», narró desde la Sala Pablo VI, el sábado 16 de marzo de 2013, citaba en esa oportunidad la web del Vaticano.

En su primer discurso, el 13 de marzo de 2013, dio muestra de su intención para trabajar a favor de los pueblos. Lo hizo con la siguiente frase: «(…) Y ahora, comenzamos este camino: Obispo y pueblo. Este camino de la Iglesia de Roma, que es la que preside en la caridad a todas las Iglesias. Un camino de fraternidad, de amor, de confianza entre nosotros (…)», citaba el Vaticano en su web.

Predicó con el ejemplo

Al tomar el nombre de San Francisco de Asís, el nacido el 17 de diciembre de 1936 en Buenos Aires, Argentina, en el seno de una modesta familia de inmigrantes italianos, quiso predicar con el ejemplo. Por ello, tras ser designado máximo jefe de la Iglesia Católica en el mundo, optó por vivir sin los lujos papales. De hecho, no residía -como lo hicieron sus predecesores-, en el Palacio Apostólico del Vaticano, que incluye a la Capilla Sixtina.

«Cuando llegó como cardenal para participar en el cónclave, Francisco se instaló en la casa de Santa Marta y todavía vive en esta residencia de paredes amarillas, situada al sur de la basílica de San Pedro (…)», describía el 19 de marzo el portal español El Correo.

«Unas 60 personas viven permanentemente en Santa Marta (cardenales, obispos y altos funcionarios del Vaticano), y otras 60 son personas que están de paso. A pesar de la presencia del Papa, la residencia no está cerrada a los huéspedes (…)», agregaba el medio.

En una carta que envió a un sacerdote argentino, Enrique «Quique» Rodríguez, escribió: «Trato de vivir y de actuar como lo hacía cuando estaba en Buenos Aires. Si tratara de cambiar, a mi edad, correría el riesgo de hacer el ridículo», agregaba El Correo en esa oportunidad.

En los cargos eclesiásticos que ocupó en su natal Argentina, dio muestra de sencillez. En 1992 fue designado obispo auxiliar de Buenos Aires y seis (6) años más tarde se convirtió en arzobispo. El papa Juan Pablo II lo nombró cardenal en 2001 y asumió cargos en la Curia, el organismo que supervisa el funcionamiento de la Iglesia Católica.

Jorge Lozano, consagrado auxiliar en Buenos Aires por Bergoglio, narró en marzo de 2013 que quien después se convirtió en Sumo Pontífice viajaba en colectivo, como se conoce en Argentina al transporte público.

«Cuando yo aún era párroco y vino a nuestra parroquia, a unos 40 minutos de la ciudad, le llamé para preguntarle si quería que lo fuese a buscar en coche, pero enseguida contestó que vendría en autobús», narró en esa oportunidad al portal español Faro de Vigo. El entonces arzobispo Bergoglio recibía así las preocupaciones de la gente. Renunció al vehículo al que tenía derecho para transporte, agrega el referido medio.

Pidió perdón por la participación de la Iglesia en el genocidio en América

Ante los movimientos populares en Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, el 9 de julio de 2015, el papa Francisco pidió «humildemente perdón», «no solo por las ofensas de la propia Iglesia, sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América».

«Y aquí quiero detenerme en un tema importante. Porque alguno podrá decir, con derecho, que cuando el Papa habla del colonialismo se olvida de ciertas acciones de la Iglesia. Les digo, con pesar: Se han cometido muchos y graves pecados contra los pueblos originarios de América en nombre de Dios. Lo han reconocido mis antecesores, lo ha dicho el Celam, el Consejo Episcopal Latinoamericano, y también quiero decirlo. Al igual que san Juan Pablo II, pido que la Iglesia –y cito lo que dijo él– «se postre ante Dios e implore perdón por los pecados pasados y presentes de sus hijos» (Juan Pablo II, Bula Incarnationis mysterium, 11). Y quiero decirles, quiero ser muy claro, como lo fue san Juan Pablo II: Pido humildemente perdón, no solo por las ofensas de la propia Iglesia sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América», manifestó en esa oportunidad en un acto, en donde estuvo presente el entonces presidente de Bolivia, Evo Morales. El discurso completo puede ser leído en la web de la Santa Sede.

Agregó: «Y junto a este pedido de perdón y para ser justos, también quiero que recordemos a millares de sacerdotes, obispos, que se opusieron fuertemente a la lógica de la espada con la fuerza de la cruz. Hubo pecado, hubo pecado y abundante, pero no pedimos perdón, y por eso pedimos perdón, y pido perdón, pero allí también, donde hubo pecado, donde hubo abundante pecado, sobreabundó la gracia a través de esos hombres que defendieron la justicia de los pueblos originarios».

El papa Francisco llegó el viernes 22 de julio de 2022 a Nunavut, en el Ártico canadiense, para pedir perdón por los abusos a niños indígenas en internados de la Iglesia Católica. En esa nación se reunió por primera vez con sobrevivientes de escuelas residenciales que alojaban a niños indígenas «arrancados a sus padres y forzados a dejar su lenguaje y cultura nativa».

«Quiero decirles lo mucho que lo siento y pedirles perdón por el mal perpetrado por no pocos católicos que contribuyeron a las políticas de asimilación cultural y de emancipación en esas escuelas», dijo el papa Francisco en Canadá, recordaba el sábado 30 de julio de 2022, el portal español OKdiario.

De regreso a casa, el Papa condenó una vez más el genocidio cometido contra los pueblos originarios, durante la invasión de Europa a todo el continente americano, al tiempo que manifestó su condena al colonialismo.

Frenar abusos

Durante su papado, Francisco tomó medidas concretas para frenar los abusos dentro de la Iglesia. Fue así como en mayo de 2019, reforzó el código canónico para castigar a sacerdotes criminales y a quienes los encubren.

El motu proprio de Francisco «Vos estis lux mundi», establece nuevos procedimientos para denunciar el acoso y la violencia, y asegurar que los obispos y los superiores religiosos, sean responsables de sus acciones. Establece la obligación para los clérigos y religiosos de denunciar los abusos. Cada diócesis deberá tener un sistema que sea fácilmente accesible al público para recibir informes, describía en esa oportunidad Vatican News.

«Uno de los elementos más importantes es la identificación, como categoría específica, de la denominada conducta de encubrimiento, consistente en «acciones u omisiones destinadas a interferir o evadir investigaciones civiles o investigaciones canónicas, administrativas o penales, contra un clérigo o religioso, en relación con los delitos de abuso sexual. Se trata de aquellos, que investidos de posiciones de particular responsabilidad en la Iglesia, en lugar de perseguir los abusos cometidos por otros, los han ocultado, protegiendo al presunto infractor en lugar de proteger a las víctimas», agregaba el referido portal.

En 2019 removió a toda la cúpula de la Iglesia en Chile, por no haber actuado para frenar los abusos sexuales infantiles cometidos durante décadas por miembros del clero en ese país. También ofreció disculpas por haber cometido «graves equivocaciones de valoración» durante su visita a Chile, el año anterior, cuando defendió la inocencia de un obispo que encubrió abusos, recuerda la BBC Mundo.

Excremento del diablo

En «Laudato si«, la segunda encíclica del papa Francisco, firmada el 24 de mayo de 2015, criticó el sistema capitalista, que busca en el desarrollo tecnológico, quitar trabajo a los humanos. Ahí también denunció la destrucción del ambiente y la desigualdad social.

 «Estamos llamados al trabajo desde nuestra creación. No debe buscarse que el progreso tecnológico reemplace cada vez más el trabajo humano, con lo cual la humanidad se dañaría a sí misma. El trabajo es una necesidad, parte del sentido de la vida en esta Tierra, camino de maduración, de desarrollo humano y de realización personal. En este sentido, ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre una solución provisoria para resolver urgencias. El gran objetivo debería ser siempre permitirles una vida digna a través del trabajo. Pero la orientación de la economía ha propiciado un tipo de avance tecnológico para reducir costos de producción en razón de la disminución de los puestos de trabajo, que se reemplazan por máquinas. Es un modo más como la acción del ser humano puede volverse en contra de él mismo. La disminución de los puestos de trabajo «tiene también un impacto negativo en el plano económico por el progresivo desgaste del “capital social”, es decir, del conjunto de relaciones de confianza, fiabilidad, y respeto de las normas, que son indispensables en toda convivencia civil»[104]. En definitiva, «los costes humanos son siempre también costes económicos y las disfunciones económicas comportan igualmente costes humanos»[105]. Dejar de invertir en las personas para obtener un mayor rédito inmediato, es muy mal negocio para la sociedad», denunciaba, refiere el Vaticano.

A pocos meses de haber asumido su papado, Francisco, al recordar a los Primeros Padres de la Iglesia, los del siglo III, comentó que estos decían: «‘El dinero es el excremento del diablo'», a lo que agregó: «Es así».

Aquel 20 de septiembre de 2013, en la misa celebrada en la Casa Santa Marta, agregó: “El dinero enferma también el pensamiento, la fe, y la hace ir por otro camino. Genera palabras ociosas, discusiones inútiles. Y más aún. de aquí nacen las envidias, los litigios, las maledicencias, las sospechas malvadas, los conflictos entre los hombres corruptos en la mente y sin verdad, que consideran la religión como una fuente de ingresos. ‘Soy católico, voy a misa, porque eso me da un cierto estatus. Me miran bien`, piensan muchos. ¡El dinero corrompe! No hay salida”, citó en ese momento, la web argentina Radio María.

En febrero de 2015,  en un mensaje a cooperativistas reunidos en el Vaticano, criticó la explotación laboral, el «trabajo en negro» y a un «cierto liberalismo» político que no prioriza la redistribución de la riqueza, por lo que instó a que  «los hombres manden al capital y no el capital a los hombres», reseñaba el portal argentino Ámbito Financiero.

El Papa se refirió a «la economía y su relación con la justicia social, y con la dignidad de las personas» y criticó «un cierto liberalismo que cree que sea necesario primero producir riqueza, no importa cómo, para después promover alguna política redistributiva por parte del Estado», agregaba el referido portal económico.

En aquella oportunidad, Jorge Bergoglio afirmó que «el dinero es el estiércol del diablo» y que «en una cooperativa auténtica, verdadera, no manda el capital sobre los hombres, sino los hombres sobre el capital».

Francisco también fue un defensor del planeta Tierra

El papa Francisco fue un defensor del planeta Tierra. Constantemente denunció al capitalismo por generar la destrucción del ambiente, al tiempo que alertó sobre los peligros del cambio climático.

«(…) El desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar (…)  Los jóvenes nos reclaman un cambio. Ellos se preguntan cómo es posible que se pretenda construir un futuro mejor sin pensar en la crisis del ambiente y en los sufrimientos de los excluidos», expresaba en la encíclica Laudato Sí.

Agregaba «(…) Hago una invitación urgente a un nuevo diálogo sobre el modo cómo estamos construyendo el futuro del planeta. Necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos. El movimiento ecológico mundial ya ha recorrido un largo y rico camino, y ha generado numerosas agrupaciones ciudadanas que ayudaron a la concienciación. Lamentablemente, muchos esfuerzos para buscar soluciones concretas a la crisis ambiental, suelen ser frustrados no solo por el rechazo de los poderosos, sino también por la falta de interés de los demás», cita la web del Vaticano

En ese documento, alertaba sobre la migración producida por los cambios climáticos.

«(….) El cambio climático es un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y plantea uno de los principales desafíos actuales para la humanidad. Los peores impactos probablemente recaerán en las próximas décadas sobre los países en desarrollo. Muchos pobres viven en lugares particularmente afectados por fenómenos relacionados con el calentamiento, y sus medios de subsistencia dependen fuertemente de las reservas naturales y de los servicios ecosistémicos, como la agricultura, la pesca y los recursos forestales. No tienen otras actividades financieras y otros recursos que les permitan adaptarse a los impactos climáticos o hacer frente a situaciones catastróficas, y poseen poco acceso a servicios sociales y a protección. Por ejemplo, los cambios del clima originan migraciones de animales y vegetales que no siempre pueden adaptarse, y esto a su vez afecta los recursos productivos de los más pobres, quienes también se ven obligados a migrar con gran incertidumbre por el futuro de sus vidas y de sus hijos.  Es trágico el aumento de los migrantes huyendo de la miseria empeorada por la degradación ambiental, que no son reconocidos como refugiados en las convenciones internacionales y llevan el peso de sus vidas abandonadas sin protección normativa alguna (…)», alertaba.

Ahí también condenaba la poca actuación de los poderosos para contribuir a la protección del ambiente.

«(…) Muchos de aquellos que tienen más recursos y poder económico o político, parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los síntomas, tratando solo de reducir algunos impactos negativos del cambio climático. Pero muchos síntomas indican que esos efectos podrán ser cada vez peores si continuamos con los actuales modelos de producción y de consumo (…)», manifestó.

También alertó sobre el agotamiento de los recursos naturales y los problemas por agua, que afectan principalmente a los pobres.

«(…) Mientras se deteriora constantemente la calidad del agua disponible, en algunos lugares avanza la tendencia a privatizar este recurso escaso, convertido en mercancía que se regula por las leyes del mercado. En realidad, el acceso al agua potable y segura, es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos. Este mundo tiene una grave deuda social con los pobres que no tienen acceso al agua potable, porque eso es negarles el derecho a la vida, radicado en su dignidad inalienable. Esa deuda se salda en parte con más aportes económicos para proveer de agua limpia y saneamiento a los pueblos más pobres. Pero se advierte un derroche de agua no solo en países desarrollados, sino también en aquellos menos desarrollados que poseen grandes reservas. Esto muestra que el problema del agua es en parte una cuestión educativa y cultural, porque no hay conciencia de la gravedad de estas conductas en un contexto de gran inequidad», denunciaba.

El primero en muchas acciones

El papa Francisco fue el primero en muchas cosas. Entre ellas, «el primer Papa jesuita, el primer Papa originario de América Latina, el primero en elegir el nombre de Francisco sin un numeral, el primero en ser elegido con su predecesor aún vivo, el primero en residir fuera del Palacio Apostólico, el primero en visitar tierras nunca antes tocadas por un Pontífice -desde Irak hasta Córcega-, el primero en firmar una Declaración de Fraternidad con una de las principales autoridades islámicas», recuerda este lunes 21 de abril la Santa Sede en su página web.

«También fue el primer Papa en dotarse de un Consejo de Cardenales para gobernar la Iglesia, en asignar funciones de responsabilidad a las mujeres y a los laicos en la Curia, en lanzar un Sínodo que implicaba por primera vez al Pueblo de Dios, en abolir el secreto pontificio para los casos de abusos sexuales y en suprimir la pena de muerte del Catecismo. Primero, una vez más, en dirigir la Iglesia mientras en el mundo no hace estragos ‘una’ guerra, sino muchas guerras, pequeñas y grandes, libradas ‘a pedazos’ en los distintos continentes. Una guerra que ‘siempre es una derrota’, como repitió en los más de 300 llamados, incluso cuando le faltaba la voz, que ocuparon todos los últimos pronunciamientos públicos desde el estallido de la violencia tanto en Ucrania como en Medio Oriente», agrega Vatican News.

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