Luis Enrique Araujo

@AraujoPatria

Si alguna idea expresada a continuación es falsa, por favor deje de leer inmediatamente, pero mientras sean verdades las expresadas en estas líneas, acompáñenos en honor a la verdad, esa que absuelve a los gigantes ante el devenir histórico.
Con el paso a la inmortalidad del comandante Hugo Chávez, la primera idea colectiva en la mayoría de un pueblo entristecido, era que el imperio había triunfado sobre la vida del comandante y sobre la Revolución Bolivariana.
Todo el poder económico y diplomático global de los EE.UU se unió en torno al fin de dividir y controlar a Venezuela. No faltó la unión de los gobiernos entreguistas del continente, sumados incluso al poder de presión de la Unión Europea.
Fui testigo en Barbados en junio de 2015 como incluso los gobiernos de Caricom, nos daban la espalda, a pesar de que nuestra revolución les había dado tanto a sus pueblos. Así el Gobierno de los EE.UU comenzaba a lograr su primer objetivo, aislarnos de la “comunidad internacional”.
La orden ejecutiva 13692 de marzo de 2015 que inicia el bloqueo, no era más que el documento formal con el cual se financiaría y se justificaría el mayor boicot económico contra la historia del país.
El desabastecimiento y la especulación convirtieron a Venezuela en un mercado negro; y las restricciones comerciales, que también afectaron la producción y los precios del petróleo, hicieron retroceder vertiginosamente las grandes conquistas sociales.
El hambre y la miseria impuesta por el bloqueo lograba el segundo objetivo. Cercar al gobierno y empobrecer al pueblo. Para el año 2016 Venezuela no solo estaba aislada y desabastecida, sino que además la derecha se estrenaba con el poder pleno en el parlamento nacional.
Luego, los intereses imperiales buscarían darle a Venezuela una estocada a través de la violencia. Quemar y asesinar chavistas en las calles para conducir al país a una guerra civil que justificaría una “intervención humanitaria”. Pero tres grandes aciertos revertirían el plan imperial y le darían al pueblo tres grandes victorias.
Primero, el Carnet de la Patria para conocer las realidades particulares de cada venezolano; segundo; los CLAP para llevarle alimentos de primera necesidad a los más necesitados; tercero, la Asamblea Nacional Constituyente, que retornaría la paz y la gobernabilidad.
Aquellos aciertos políticos llevaron a Venezuela por la senda de las victorias electorales, las cuales se consolidarían el 20 de mayo de 2018 con la reelección del presidente Nicolas Maduro con más del 90% de los sufragios contabilizados, sumando 5.823.728 votos para un 67,7% de respaldo.
La respuesta imperial ante tan contundentes victorias fue el intento de magnicidio en agosto de 2018. Luego la imposición de un gobierno de facto encabezado por Juan Guaidó, quien fue respaldado por el propio presidente de los EE.UU Donald Trump.
Posteriormente la agresión en la frontera con Colombia, después un nuevo intento de golpe de estado el 30 de abril de 2019. El sabotaje eléctrico. Concluyendo aquella agenda de terror con la develada operación Gedeón para garantizar con mercenarios el control militar del país.
Nicolás Maduro no expropió comercios para garantizar alimentos, llamó a la creación de los CLAP. No repartió ayudas con métodos populistas. Creó el Carnet de la Patria para sistematizar realidades sociales. No reprimió las protestas violentas, las expuso a la comunidad nacional e internacional.
No disolvió la asamblea electa en 2015 públicamente en desacato. Convocó una superior y constituyente en 2017. No persiguió, ni su gobierno hostigó a Juan Guaidó, todo lo contrario le dejó libre en su locura como la mayor prueba de conspiración del imperio.
Y ante la mayor crisis económica del país, no despidió un solo trabajador, ni dejó de pagar sueldos y salarios, distribuyó los pocos ingresos que llegaban a un país bloqueado entre quienes siguen asumiendo las responsabilidades en el Estado, y quienes sabemos serán reivindicados, en medida que avance la nueva recuperación económica nacional.
Concluyendo, el nuevo y contundente triunfo electoral demuestra, que las respuestas del ser humano Nicolas Maduro siempre han sido más hábiles, con más grandeza y más modestia. Demostrando que siempre ha estado superior a todos sus adversarios en todos los escenarios.
En fin, Venezuela no tiene regalo para el presidente Nicolás Maduro, porque su presidente es su regalo, el que nos dejó Chávez a todo un pueblo; y parafraseando al genio del siglo XX Albert Einstein, solo aquellas mentes mediocres no podrán ver jamás la grandeza de su espíritu. Por todo ello feliz cumpleaños y gracias Nicolás.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Este contenido está protegido !!