Guía básica de cómo dejar en manos de Exxon la soberanía de un país
El autor es analista internacional.

Camilo de la Tour
Creo que hemos llegado a un punto en nuestras vidas donde ya nada nos impresiona acerca de Henry Kissinger, de hecho más bien nos indigna su prontuario criminal disfrazado de alta política y diplomacia. Es por eso que, entre otras razones, resulta decepcionante ver cómo apenas en la página nueve del libro Del destino a la prosperidad, del exministro de Recursos Naturales de Guyana, Raphael Trotman, este cita sin escrúpulos a Kissinger para persuadir a sus lectores de que su gestión -como la de Kissinger– no debe ser evaluada fuera de contexto. Uno se pregunta si verdaderamente era necesario citar a Kissinger para llegar a tan obvia conclusión.
Pero existen elementos adicionales en el libro de Trotman que no dejan duda de su íntima relación con EEUU, como por ejemplo que fue en Bahamas, durante un curso del Departamento de Defensa de EEUU, donde Trotman tuvo su primer acercamiento político con el futuro presidente de Guyana, y su futuro jefe, David Granger, o por ejemplo cómo Trotman se enorgullece de que fue por medio de helicópteros militares de EEUU que él conoció, en 2007 y 2008, las áreas costa afuera, donde posteriormente, en 2015 Exxon descubrió ingentes yacimientos petroleros, calculados en 3,2 mil millones de barriles. Y hay ejemplos más aberrantes, como el depósito en la Reserva Federal de EEUU, cuando Trotman era ministro de Recursos Naturales, de un bono que la Exxon le pagó a Guyana valorado en 18 millones de dólares, tema que abordo en unos párrafos más adelante.
A pesar de estos ejemplos, en los cuales se observa fácilmente la mano del Gobierno de EEUU manipulando a Trotman, y en general al Gobierno de Guyana, el autor destaca que en las negociaciones con Exxon para la firma del Acuerdo Conjunto de Producción en 2016, él nunca se reunió con funcionarios de la Embajada de EEUU para hablar sobre la Exxon ni tampoco sobre temas petroleros. Sin embargo, es proverbial que la Exxon por sí sola es prácticamente una rama del Gobierno de EEUU. La Exxon es la quintaesencia de la puerta giratoria de donde ejecutivos y políticos impresentables estadounidenses ligados íntimamente a dicha trasnacional, como Condoleza Rice, James Baker y Rex Tillerson, entre otros, pasan fácilmente y sin prurito de Exxon al gobierno y viceversa. Es por eso que cualquier conversación con la Embajada de EEUU hubiera resultado redundante.
Aunque Trotman hace un gran esfuerzo por proyectar a la Exxon como una noble compañía que ofrece ayuda genuina a Guyana, resulta sumamente obvio –y así lo afirma Trotman- que la columna vertebral de la alianza con la Exxon es la seguridad nacional y la defensa contra lo que él considera son agresiones de Venezuela.
“Nuestras razones son duales, tanto económicas como estratégicas. No es estrictamente por razones de seguridad. Sin embargo, existen solo unas cuantas compañías en el mundo, y creo que Exxon Mobile es una de dos compañías que está preparada a aventurarse al área noroccidental.” (páginas 113 y 114).
Trotman añade: “El acuerdo [Acuerdo Conjunto de Producción firmado con Exxon en 2016] se basaba en razones estratégicas. Esas razones estratégicas y preocupaciones no disminuyeron después del descubrimiento [petrolero] en 2015, no desaparecieron. De hecho, yo diría que se profundizaron porque Venezuela reforzó su reclamo contra Guyana. Por lo tanto, es importante que nosotros veamos todo lo que se hizo en ese contexto” (página 99).
Es decir, nos encontramos ante una alianza estratégica entre el Gobierno de Guyana y la Exxon, que más allá de su valor técnico y comercial responde a una agenda geopolítica y desestabilizadora en contra de Venezuela, alineada con las ya innumerables agresiones que hemos padecido durante este siglo XXI, que tienen como objetivo el cambio de régimen en nuestro país a través de la presión total.
Pero aquí no culmina todo. Luego de leer el libro de Trotman, se puede percibir que la razón principal por la cual Trotman escribe estas memorias es porque él siente la necesidad de limpiar su nombre, debido a que mucho se habló y se dijo en Guyana acerca de un controvertido bono, por 18 millones de dólares, que la Exxon le pagó al Gobierno de Guyana con la explícita intención de utilizar dicho dinero para costear los honorarios de los abogados que representan a Guyana en el Tribunal Internacional de Justicia en La Haya con motivo de la disputa territorial con Venezuela por la Guayana Esequiba.
“No es un secreto que Guyana firmó un nuevo acuerdo con Exxon y recibió un ‘bono por la firma’. El único objetivo y necesidad de este ‘bono’ era utilizarlo para los esfuerzos diplomáticos y legales destinados a quitarse de encima la oscura sombra de las continuas y crecientes amenazas de Venezuela” (página 33).
Añade Trotman: “El término ‘bono por la firma’ es un nombre inapropiado. Lo que se recibió fue un dinero para ayudar al financiamiento de los retos legales de Guyana en el Tribunal Internacional de Justicia” (página 55).
Llama la atención que, según el autor, el debate sobre el bono de 18 millones de dólares de la Exxon no giró tanto en torno a la legalidad de la entrega de dichos fondos por parte de la Exxon al gobierno de Granger, ni mucho menos en torno a la soberanía del país, sino que Trotman se defiende en su libro para argumentar, por una parte, que él no cometió actos de corrupción con ese dinero y por otra parte que el monto del bono de Exxon, 18 millones de dólares, fue una cifra adecuada, ya que en ese momento Trotman fue blanco de críticas porque había quienes argumentaban en Guyana que el bono de Exxon debió rondar los 500 ó 700 millones de dólares. Trotman se escuda en el Fondo Monetario Internacional para justificar que dicho organismo avaló el monto del bono de la Exxon, 18 millones de dólares, como una cantidad adecuada.
Por cierto, también el Banco Mundial tiene sus manos metidas en toda esta componenda petrolera de la Exxon en Guyana. El propio Trotman señala en su libro que, luego de realizar amplias consultas en la sociedad guyanesa para la redacción de una ley que daría origen a un organismo regulador del sector petrolero, el cual llevaría por nombre la Comisión de Petróleo, fue el Banco Mundial el que finalmente realizó la reformulación de la ley y la introdujo en el Parlamento de Guyana en julio de 2018 (páginas 59 y 60).
El libro de Trotman se lee como una guía básica para aquellos gobernantes en busca de soluciones rápidas a través de la entrega de los intereses de un país y de un pueblo a compañías transnacionales con claros objetivos políticos de desestabilización y pillaje.
En el apéndice del libro aparece un documento intitulado “Propuesta para la reasignación del portafolio ministerial petrolero” (página 223). Una parte de dicho documento dice lo siguiente: “A Guyana se le aconsejó adoptar el ‘Modelo de Botswana’, es decir, desarrollar y mantener una fuerte relación con una compañía grande, mientras se mantienen vínculos con unas cuantas compañías más pequeñas. Exxon Mobile, como la compañía que realizó el descubrimiento, y dada su estatura global y su deseo de desarrollar este recurso a pesar de la oposición y las amenazas de la República Bolivariana de Venezuela, fue considerada la compañía con la cual Guyana desarrollaría una relación estratégica y económica a largo plazo” (página 225).
Este párrafo no puede ser más esclarecedor, lo único que le falta al párrafo es que diga explícitamente quién, o qué país, le “aconsejó” a Guyana que adoptara el “Módelo de Botwsana”. No obstante, resulta demasiado obvio y proverbial de quién o de quiénes pudo provenir esta conseja.