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Néstor Rivero Pérez

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El 10 de febrero de 1825, hace doscientos años, el Libertador Simón Bolívar instaló en la capital Lima, el primer Congreso del Perú que tenía lugar tras la culminación victoriosa de la Guerra de Independencia contra España, tras la Batalla de Ayacucho del 9 de diciembre anterior.

De la Colonia a la República

Si hubo un país de Hispanoamérica en donde las pugnas entre los subgrupos de las élites que aspiraban a independizarse de España, se dejó notar, fue el caso del Perú. La intriga de la nobleza limeña, conspiró en 1822 contra José de San Martín, a quien se llamó con insistencia entre 1818 y 1820, para que al frente del Ejército de los Andes -que había dado su Independencia a Chile-, desembarcase en tierra inca, para dar batalla y echar el poder a los monarquistas.

Dos años después del arribo del Libertador rioplatense, la oligarquía limeña depuso a Bernardo Monteagudo, a quien aquel había encargado del mando peruano, durante su viaje a Guayaquil para entrevistarse con el Libertador Simón Bolívar.

Este último, tras ser recibido en aclamación en el Callao y Lima en septiembre de 1823, padeció la inquina de las dos principales facciones de la nobleza limeña la jefaturada por J de La Riva-Agüero, y la que encabezaba el Marqués J Bernardo de Torre Tagle.

Uno y otro, tras haber insistido ante héroe caraqueño en forma reiterada, para que se pusiese al frente de la guerra en la patria de Manco-Capac, una vez conscientes de que Bolívar era indoblegable al halago y favoritismo, dieron curso a sendas conspiraciones contra las fuerzas grancolombianas, al punto de gestionar negociaciones con el virrey de la Serna, para echar del Perú a Bolívar.

Voluntad y estudio

No obstante estos rezagos del colonialismo y sociedades feudales, la voluntad del Libertador pudo sobreponerse al peso de la decepción -al punto de pensar a fines de 1823, en regresarse a la Gran Colombia-, felonías y tramas que en su momento turbaron la firme convicción de héroes como el mismo José de San Martín.

Así el tránsito del virreinato a la República en Perú, y que pasaba por el triunfo de las armas republicanas, exigió una constancia insobornable, como la que se forjó en el ánimo de Simón Bolívar en los terribles lapsos de la Guerra a Muerte en Venezuela y el paso de los Andes hacia la Nueva Granada en 1819, aunado ello al continuo estudio de la realidad histórica del Nuevo Mundo.

De este modo, la instalación del Congreso del Perú el 10 de febrero de 1825, constituyó un capítulo especial en historia de dicha nación, de consuno con la historia de una voluntad individual, la de un hacedor de Repúblicas: Simón Bolívar.

Discurso de un Maestro

Los términos de la alocución de Simón Bolívar el 10 de febrero de 1825 ofrecen la compostura de un letrado que se muestra ante sus contemporáneos a plena conciencia de su función y misión como agente constructor de la historia. Y, como lo hizo en tantas oportunidades ante distintas asambleas, el Libertador hace gala de giros literarios y mensaje de republicanismo.

“Bajo los auspicios de Ayacucho”

“Los representantes del pueblo peruano se reúnen hoy bajo los auspicios de la espléndida victoria de Ayacucho, que ha fijado para siempre los destinos del Nuevo Mundo. Hace un año que el Congreso decretó la autoridad dictatorial con la mira de salvar la República que fallecía oprimida con el peso de las más espantosas calamidades (…) Mi administración no puede llamarse propiamente sino una campaña. Apenas hemos tenido el tiempo necesario para armarnos y combatir, no dejándonos el tropel de los desastres otro arbitrio que el de defendernos (…) La sabiduría del Congreso tendrá que aplicar toda su eficacia para dar a la patria la organización que ella requiere y la dicha ue la libertad promete”.- Simón Bolívar, Discurso ante el Congreso del Perú, Lima, 10 de febrero 1825 / Tomado de: F Blanco y Ramón Azpurúa, Colección Documentos para la Historia de la Vida Pública del Libertador – 15 Tomos, Ediciones Presidencia de la República, Cs, 1983 (Tomo IX, pp. 675/676).

Sinóptico

1720

Halley nombrado astrónomo real

Matemático, físico y astrónomo Edmundo Halley hombre de ciencias fue un adelantado en el conocimiento del espacio exterior. Gran amigo de Isaac Newton, animó a este para escribir su monumental Principia Matemática, donde este “recoge sus descubrimientos sobre mecánica y cálculo”. Halley fue el primero en calcular la órbita de un cometa “el de 1682 “anunciando que era el mismo que había sido visto en 1531 y 1607, y anunciando que volvería a pasar en 1758”. A dicho cometa hoy se le conoce con su nombre.

“Entre sus obras destaca el tratado científico la Synopsis astronomiae cometicae (…) En la obra aplicó las leyes de Newton a todos los datos disponibles sobre los cometas y demostró matemáticamente que estos giran en órbitas elípticas alrededor del Sol” (https://www.buscabiografias).

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