Néstor Rivero Pérez

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El 5 de enero de 1822, hace doscientos años, el Libertador Simón Bolívar, encontrándose en Cali, escribe a la dama bogotana Bernardina Ibáñez Arias, expresándole los sentimientos de un enamorado.

Ese mismo día

Al tiempo que escribía a Bernardina el Libertador dirige otra epístola al Vicepresidente Francisco de Paula Santander, enterándole de su arribo a Cali e informándole acerca de las fuerzas de que disponían los republicanos camino a la Campaña del Sur. Así, Bolívar escribe “llegué a esta ciudad después de haber pasado por Caloto, donde encontré…900 infantes y 700 enfermos. El comandante París con 200 hombres había ido a Popayán (…) Noventa guías…los he destinado a conducir la recluta en los pueblos. He ordenado que se tomen 1000 hombres para completar los batallones Bogotá y Neiva: de estos, 300 serán esclavos que deberán pagarse con fondos de manumisión”. Del mismo modo Bolívar informa a Santander sobre los últimos sucesos de Guayaquil “Las razones de política que nos autorizan a exigir la reunión [de Guayaquil] a la Gran Colombia están consignadas en mis cartas y notas”.

Viudo y trashumante

Habiéndose casado en Madrid, en mayo de 1802 con María Teresa del Toro y Alayza, y quedando viudo en enero del año siguiente, el joven Simón Bolívar dedicará los siguientes años a recorrer de la mano de Simón Rodríguez, ciudades y territorios de Europa, museos, bosques y bibliotecas, tejiendo amistad con Alejandro de Humboldt e incursionando en la lectura política, para regresar en 1807 a Caracas. En 1810 se involucra de forma definitiva en la vida política; dando inicio en las postrimerías de 1812 a la brillante carrera militar y libertadora que le ha consagrado su pedestal ante la historia. Entretanto la vida sentimental del héroe conocería los triunfos y reveses que marcaban el ciclo emancipador hispanoamericano. En 1813 conoce a Josefa  Machado (Pepita). En 1815 es homenajeado en Bogotá por un séquito de niñas, entre quienes descollaba la pequeña Bernardina Ibáñez, cuyo progenitor, Miguel Ibáñez Y Vidal, pagó con su vida en 1816 su patriotismo, bajo el mandato del “Pacificador” español Pablo Morillo. Así, luego de la Batalla de Boyacá en agosto de 1819, el Libertador entrará cubierto de gloria a la capital del antiguo Virreinato, topándose con la familia Ibáñez, a quienes dota de un inmueble para resarcir la precaria condición en que les había dejado la contienda. Pronto Bolívar se enamora de Bernardina, convertida en hermosa mujer. Y así se refleja en carta del 1° de agosto de 1820, en la cual expresa al vicepresidente Santander su interés por ella » Dígale muchas cosas a Bernardina, y que estoy cansado de escribirle sin respuesta. Dígale usted que yo también soy soltero, y que gusto de ella…pues que nunca le he sido infiel» [https://www.colombiablog.info].

Letras en penumbra

En todo caso, tras la resonante victoria de Carabobo y luego de ser proclamado en Cúcuta como Presidente de la Gran Colombia, Bolívar retorna a Bogotá en noviembre de 1821. manteniendo con la familia Ibáñez estrecha amistad. Sin embargo, los términos epistolares empleados en 1822 por el Libertador para con su bella bogotana, permiten suponer que hubo mucho más que la distante empatía platónica entre un hombre y una mujer. Así, la carta del 5 de enero de 1822 expone con claridad un lenguaje osado en su erotismo y que el héroe caraqueño sólo emplearía en los años siguientes en sus misivas con Manuelita Sáenz ”No pienso más que en tí y en cuanto tiene relación con tus atractivos. Lo que veo no es más que la imagen. Tú eres sola en el mundo para mí. Tú ángel celeste, sola animas mis sentidos y deseos más vivos”.

Sinópticos

2013

Joselo

Este día falleció en Caracas José Díaz Márquez, quien se dio a conocer con su nombre artístico “Joselo” como el más característico de los actores cómicos en la historia de la televisión venezolana. Francisco Pimentel, Ana Teresa Guinand y Rafael Guinand se encuentran entre quienes durante las primeras décadas del siglo XX incursionaron en la naciente industria radial para hacer llegar al público parlamentos que daban vuelo a la imaginación de los usuarios con ocurrencias que intercalaban el ambiente nativo, coloquial y de vecindario, con escenas pintorescas y de humor, excitando en los usuarios raptos de hilaridad. Se trataba de cuadros vocalizados que transmitían con ingenio costumbres de ingenua picardía, chanzas recogidas al paso de generaciones y que bullían en los pasillos y caserones de las parroquias capitalinas. Habiendo intervenido en espacios de televisoras privadas, Joselo se consagró por varias décadas como figura estelar de Venezolana de Televisión. Con caracterizaciones como la del “Dr Chimbín”, o representando con gracejo a pordioseros, expresidentes y figuras de la vida pública venezolana, Joselo supo penetrar por cerca de cuarenta años en la fibra emocional de la población venezolana, que le brindó su fervor hasta sus últimas apariciones televisivas.

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