Hace 210 años, 47 patriotas cambiaron la historia de Venezuela desde Trinidad

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El autor es Embajador de la República Bolivariana de Venezuela en la República de Trinidad y Tobago. Imagen Internet.

Álvaro Sánchez.

Dos extraordinarias campañas militares se iniciaron en la periferia de Venezuela en 1813 con la finalidad de restituir nuestra independencia, la cual se obtuvo en 1811 pero luego se perdió en 1812 tras la capitulación de la Primera República.

El Libertador Simón Bolívar comandó una de dichas campañas, la famosa Campaña Admirable, que partió de Nueva Granada y llegó hasta Caracas atravesando exitosamente llanos y montañas de la geografía venezolana.

La otra campaña de liberación venezolana de 1813, aunque menos conocida, fue igualmente épica e interesante. Se trata de la Expedición de Chacachacare, liderada por Santiago Mariño desde el islote homónimo ubicado en la vecina isla de Trinidad.

Mariño, al frente de 45 hombres – y una heroica mujer – llevaron a cabo toda una planificación estratégica de guerra desde Trinidad que dio como resultado la liberación de Güiria el 13 de enero de 1813, inaugurando de esta manera nuestra codiciada y merecida Segunda República.

La Expedición de Chacachacare no careció de romanticismo, drama y espectacularidad, digna de una serie televisiva o de Netflix.

Primeramente, 45 hombres firmaron el Acta de Chacachacare, a través de la cual empeñaron su “palabra de caballeros de vencer o morir en tan gloriosa empresa”. Estos 45 patriotas pasarían a la historia como los “Inmortales 45” y entre ellos figuraban personajes que posteriormente adquirirían gran relevancia en nuestra historia, tales como: Juan Bautista Arismendi, José Francisco Bermúdez y el curazoleño Manuel Piar.

Sin embargo, la verdad es que fueron más de 45 las personas que se entregaron a esta causa independentista. Entre aquellos que no firmaron el Acta, pero que tuvieron un papel preponderante, figura Juan Bautista Bideau, originario de la isla caribeña de Santa Lucia, quien era la mano derecha de Santiago Mariño en la planificación y reclutamiento de soldados y marinos para la expedición. En 1816, Bideau se consagraría en nuestra historia patria al salvarle la vida al Libertador.

Otra figura excepcional en este relato, pero que tampoco firmó el Acta, fue Doña Concepción Mariño, hermana de Santiago Mariño y dueña de la hacienda de Chacachacare desde donde se fraguó la expedición.

También conocida como la Magnánima Señora, Concepción Mariño se encargó de todos los detalles logísticos de la operación, especialmente del traslado de armas y otros abastecimientos militares, desde Puerto España hasta Chacachacare, a pesar de la ominosa vigilancia de las autoridades británicas.

Es por esta razón que los inmortales 45 en realidad deberían llamarse los inmortales 47, en honor a Juan Bautista Bideau y Doña Concepción Mariño.

En su libro, La entrada a Suramérica el ya fallecido historiador trinitobaguense Gaylord Kelshall relata cómo Santiago y Concepción, siendo aún adolescentes, conocieron al Generalísimo Francisco de Miranda en 1806, cuando este visitó a los padres de ambos jóvenes en Chacachacare, luego de su infructuoso intento por liberar Venezuela a través de Ocumare.

Santiago y Concepción, señala Kelshall, quedaron cautivados por la prestancia y convicción de Miranda. Desde ese entonces, ambos jóvenes decidieron entregarse de lleno a la causa independentista de Venezuela.

Hasta aquí todo bien, pero ¿cuál era la posición de las autoridades británicas en Trinidad con respecto a la lucha por la independencia de Venezuela?

Para 1812 y 1813, la posición británica con respecto a la independencia de Venezuela era ambigua, por decir lo menos. En definitiva, todo dependía del gobernador general de turno.

Durante la planificación y ejecución de la Expedición de Chacachacare, la cual duró tres meses, el gobernador general de Trinidad era Héctor William Munro. Aunque Munro detestaba que los patriotas venezolanos operaran desde Trinidad, él carecía de la sofisticada maquinaria de inteligencia de su predecesor, Thomas Picton, quien con suma precisión conocía los detalles de los movimientos de los patriotas venezolanos en Trinidad. En tal sentido, resultó relativamente sencillo para Santiago y Concepción burlar la vigilancia de Munro.

Adicionalmente, el carisma y la popularidad de Santiago Mariño en Trinidad coadyuvaron al triunfo de la Expedición de Chacachacare. Años atrás, Santiago Mariño había formado parte de la Milicia de Trinidad, en donde desarrolló muy buenas amistades y estableció contactos de gran utilidad.  Tal era la empatía de Santiago Mariño en la Milicia que prácticamente todo ese cuerpo militar se encontraba colaborando con la Expedición de Chacachacare, aunque por supuesto encubiertamente.

Para tener una idea de la extensión de la red de apoyo desarrollada por los Mariño en Trinidad, basta con señalar que el secretario personal del gobernador Munro, el señor Manuel Valdez, era uno de los inmortales 45.

Por su parte, la escritora e investigadora venezolana Carmen Clemente Travieso nos describe en su libro Mujeres de la independencia las trascendencias de aquel 11 de enero de 1813, previo al zarpe de la expedición. Relata Clemente Travieso cómo en medio de un delicioso asado en la hacienda de Chacachacare de la Magnánima Señora Concepción Mariño, los inmortales 45 procedieron a firmar y leer el Acta de Chacachacare, documento que, en palabras del ex canciller e historiador fallecido Caracciolo Parra Pérez, pasaría a la historia como “El Acta de Renacimiento de la Primera República y de Nacimiento de la Segunda”.

De esta forma, a las 5:00 de la tarde de aquel 11 de enero, partieron los expedicionarios de la bahía de La Tinta, en Chacachacare, liderados por Santiago Mariño rumbo a Güiria, atravesando el golfo de Paria.

A las 3:00 de la mañana del 13 de enero, ya Mariño había llegado exitosamente a Güiria y antes de la salida del sol, los inmortales 45 lograban vencer a 300 soldados españoles liderados por el teniente realista Juan Gavazo.

A partir de este momento, y hasta agosto de 1813, este contingente de patriotas consolidó la liberación de Oriente, siendo Güiria, Maturín, Cumaná y Barcelona bastiones fundamentales de esta campaña, que se combinó con los éxitos de Bolívar en Occidente, para así ver nuevamente a nuestro país liberado del yugo realista.

Un aspecto importante a rescatar de toda esta gesta es la indudable relevancia estratégica de Trinidad – particularmente de Chacachacare – para nuestros planes independentistas de hace dos siglos. Sin embargo, como bien lo refleja la historia, particularmente la historia familiar de los Mariño, los vínculos que unen a Venezuela con Trinidad y Tobago son de vieja data y van mucho más allá del mero aspecto estratégico, ya que se anidan en lo más profundo de nuestras culturas y nuestras visiones comunes de pueblos hermanos.

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