Hermana de joven secuestrado por Trump y Bukele: Clamamos que nos den una fe de vida (Ver video)

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Wisleidy Gutiérrez manifiesta estar inquebrantable y que seguirá la lucha hasta rescatar a Merwil Gutiérrez, de 19 años de edad, retenido ilegalmente en El Salvador. Foto Franklin Domínguez

Hermana de secuestrado por Trump y Bukele Clamamos que nos den una fe de vida (Ver video)

VEA / Yuleidys Hernández Toledo

A los 22 años, un joven piensa en construir su futuro. Sobran los sueños y metas. Es una época en donde la alegría y las risas están presentes, donde solo se quiere vivir y comerse el mundo. Wisleidy Gutiérrez, tuvo que frenar esos objetivos para dedicar gran parte de su tiempo a luchar por la liberación de su hermano, Merwil Gutiérrez, de 19 años de edad, uno de los más de 200 jóvenes secuestrados por los gobiernos de Donald Trump, en Estados Unidos, y de Nayib Bukele, en El Salvador.

Desde la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ubicada en Los Palos Grandes, municipio Chacao, estado Miranda, donde el miércoles 9 de abril acudió con otros familiares a exigir una fe de vida y la liberación de los secuestrados, relató que su hermano partió siendo menor de edad a suelo yanqui, buscando mejores oportunidades. Tenía 17 años y cuando se fue llevó consigo muchos sueños y planes a cuestas; entre los objetivos que tenía estaba ayudar a Wisleidy y a sus otros tres hermanos menores.

Los hermanos Gutiérrez son huérfanos de madre, y su padre, con quien viajó Merwil, se encuentra en Estados Unidos. Esa es la razón por la que Wisleidy lidera en casa la lucha por la liberación del joven recluido en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), una prisión de máxima seguridad, donde se cometen violaciones a los derechos humanos.

«Clamamos que nos den una fe de vida. Clamamos que nos den respuestas. Desde que están en ese lugar, no hemos tenido ningún tipo de contexto de lo que están haciendo con ellos, más allá de lo que hemos visto por las redes sociales, porque no nos han hecho ninguna llamada informando sobre nuestros familiares», expresa con angustia a Diario VEA.

«Pedimos a la ONU, a los entes políticos internacionales, puedan prestarnos atención, su ayuda, y que puedan compartir con nosotros esta preocupación. Estamos pidiendo una fe de vida de ellos», de los secuestrados, manifiesta con absoluta desesperación.

La última llamada y el engaño imperial

El 15 de marzo fue la última vez que Wisleydy conversó con su hermano, quien estaba recluido en un centro de inmigración en Texas. Ese día le dijo que regresaría a Venezuela deportado. Nunca sucedió.

El joven vivía en Nueva York, y fue capturado por organismos de seguridad gringo este año, acusado como otros, de ser supuestamente miembro del Tren de Aragua, una organización criminal desmantelada en Venezuela por las fuerzas de seguridad. Tras ser detenido fue trasladado a Pensilvania y posteriormente a Texas.

«Desde Texas hizo su última llamada el 15 de marzo en la mañana, desde ese momento no supimos más hasta verlo en un avión, donde claramente se ve que están siendo engañados, porque mi hermano sale aplaudiendo y todas las personas que iban en el avión también», recuerda, al tiempo que acota que los que iban en la nave celebraban porque pensaban que venían a Venezuela.

Agrega que los que iban en el avión «tenían su ropa normal, de civil». Ella no ha visto fotos ni videos de su hermano recluido en el Cecot, como sí han podido hacerlo otros familiares de los secuestrados; sabe que Merwil está en esa prisión de máxima seguridad, porque su nombre apareció en la lista no oficial que dieron a conocer medios gringos y salvadoreños.

Vale recordar que desde el 16 de marzo, cuando EEUU secuestró y envió de manera ilegal al primer grupo de venezolanos a El Salvador, no dieron a conocer la lista oficial. Días después es que la prensa de los países involucrados en la desaparición forzosa, hablaban de 238 connacionales. La historia se repitió el 30 del referido mes, cuando trasladaron a otros siete (7) hombres, cifra atribuida a medios de comunicación salvadoreños y estadounidenses. Por estas irregularidades es que no se conoce una cifra exacta.

Su hermano llegó a la llamada nación del «sueño americano», como otros miles de venezolanos, atravesando la selva del Darién, región que abarca territorio de Panamá y Colombia. Al llegar al suelo yanqui, «obtuvo sus papeles, sus permisos, y todo lo demás, para poder circular en Estados Unidos; pero nada de eso fue respetado, ya que mi hermano tenía su corte para 2027, y pasaron por encima de todo eso», explica Wisleydy.

Relata que antes de ser detenido, su hermano trabajaba en un almacén cerca del aeropuerto de Nueva York. Reitera que llegó a esa ciudad buscando «un mejor futuro. No un mejor futuro, sino una agilización de vida, ya que uno piensa que puede hacerlo mas rápido en el extranjero».

Acota que su hermano no tenía problemas con la justicia en Venezuela, pues, «se fue siendo menor de edad». Tampoco los tuvo en EEUU, donde por tener 19 años, allá sigue siendo menor, dado que la mayoría es a los 21. Y mucho menos en El Salvador, en donde nunca estuvo.

-Vista la experiencia de tu hermano, y dado que eres joven, ¿te irías de Venezuela?

-Yo también fui migrante. Estuve en Chile, de verdad que me fue super bien; pero nada como nuestro país, Venezuela. Volví, y aquí estoy.

Te amo y sigo inquebrantable

-¿Si tú hermano pudiese verte ahorita que mensaje le darías?, preguntamos y la interrogante desató las lágrimas que había estado conteniendo.

-Guao, que lo amo, que cada día pienso en él, en su libertad, que se haga justicia por él y por todos. Que su hermana está aquí inquebrantable para apoyarlo y defenderlo, para defender su inocencia, porque yo sé a quién tengo como familiar y que aquí estaré hasta que él vuelva a casa».

-¿Qué le dices a Bukele y a Trump?

-Que se pongan la mano en el corazón, y que piensen que ellos también son humanos, que de la ley de Dios no se escapa nadie, y que él es el único que puede hacer el juicio.

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