Hugo Chávez, emoción revolucionaria del pueblo

Néstor Rivero Pérez

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La vigencia del Comandante Hugo Chávez Frías en la historia venezolana y del hemisferio, adquiere cada día mayor significado por los propósitos de justicia que animaron su proyecto político. Y al lado de su facultad para dar concreción a las ideas, el antiimperialismo constituye factor sustantivo de su ejemplo.

La eficacia

En el Presidente Hugo Chávez se hizo patente la capacidad de articular coincidencias estratégicas y coyunturales para la conformación de un nuevo bloque histórico destinado en lo interno e internacional, a lograr resultados.

Así, en lo nacional, la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente, la aprobación de la Constitución de 1999 por el pueblo venezolano y la puesta en marcha de programas de inclusión que dan viabilidad al Estado Social de Derecho y de Justicia, constituyen evidencia suficiente de esta capacidad de plasmar proyectos en realidades.

Igualmente en el adelantamiento para un nuevo mapa geopolítico regional con el ALBA-TCP y la política de integración y cooperación, que partiendo de las fortalezas energéticas de nuestro país, se gestiona con naciones contiguas a nuestra franja marítima y de Centroamérica a través de Petrocaribe. También lo es el nacimiento de entidades como Unasur y Celac.

Antiimperialismo
En escritos, disertaciones y decisiones como gobernante, Hugo Chávez rescató de modo especial el legado antiimperialista del Libertador Simón Bolívar, legado que se expresó en actuaciones del fundador de cinco naciones: en 1814, cuando expuso la genial propuesta del “Equilibrio del Universo” frente a las hegemonías imperiales de su tiempo.

Luego en 1818, cuando el Libertador sostuvo el interés patrio frente a Juan B. Irving, representante de Estados Unidos en Angostura y
quien reclamaba en términos insolentes la devolución de dos naves norteamericanas capturadas en actos de contrabando. Raíz antiimperialista de Simón Bolívar que se manifestó en la convocatoria del Congreso Anfictiónico de Panamá de 1826, el cual aspiraba proveer defensas contra la eventual reconquista de Suramérica por potencias europeas; y constituir un bloque sólido frente a las pretensiones expansionistas de EE. UU.

Siglo XXI

En el Plan de la Patria 2013-2019, presentado por el entonces Presidente Hugo Chávez, este ofrece una visión coherente de su doctrina emancipadora y se constituye casi que en la única alternativa que tiene nuestro pueblo -y por extensión, los países de otras latitudes periféricas-, si se quiere conjugar políticas de inclusión social de gran escala, con un modelo productivo que sustente el bienestar con equidad, así como los reequilibrios entre las distintas porciones del globo.

Al reconocer las dificultades que debía confrontar el pueblo venezolano en la defensa de sus intereses estratégicos y su derecho a construir un Mundo Posible, Chávez reitera los valores de identidad nacional, al afirmar lo siguiente: “Nos toca realizar plenamente el sueño libertario que nunca ha dejado de palpitar en la Patria y que hoy está latiendo de manera incesante. Así lo creo desde la fe combativa y la razón amorosa que me alienta: la herencia heroica nos obliga y tal exigencia es bandera y compromiso para nosotros” (Introducción al Plan de la Patria).

A nueve años de la partida física del entonces Presidente Hugo Chávez, el reto de sostener la independencia de Venezuela, mantiene la misma carga de antiimperialismo legada por el Libertador en los campos de batalla.

Dígase con propiedad que el hijo de Sabaneta a lo largo de una existencia de entrega al pueblo con radicalidad, cumplió con su tiempo y, al igual que el héroe Ydmón, de la antigüedad -quien al acompañar a los argonautas en altamar sabía por el oráculo el riesgo de que los huracanes condujesen su existencia a la fatalidad-, Chávez optó por la constancia revolucionaria, dándose a los otros, a los más débiles que son los más, y para quienes nunca hubo sitio en la historia. Tal es la herencia de Hugo Chávez: el ejemplo y la constancia en pos del Mundo Posible.