Pedro Estacio

@urgentess

Es más que necesario reiterarle a quienes se consideran ciudadanos latinoamericanos, que deben alejarse lentamente de algunos gobiernos occidentales, que hasta los actuales momentos jamás han considerado, respetado, apoyado ni mantenido relaciones justas, decentes, con los habitantes de esta rica, colorida y gran región, y por el contrario, solo la han visto como un jardín exquisito y único para la depredación.

No es por nada, pero los imperios ya conocidos, tanto como los nacidos en el viejo continente como el que surgió al norte de nuestra región americana, jamás pensaron ni piensan que los nativos, los oriundos de Latinoamérica y el Caribe, seamos gente. No olvidemos que siempre nos han visto por encima del hombro, aunque algunos siguen soñando con ver al imperio como mejor que la tierra donde nacieron. Basta ver la calidad de vida que tienen sus poblaciones.

El ejemplo más visible, inocultable, está siendo representado -lamentablemente- por los denominados migrantes, que no son otra cosa que grandes conglomerados de personas con sus grupos familiares, que buscan afanosamente salir de sus naciones por el hecho claro de que no quieren seguir siendo depredados por las cortes empresariales adoradoras de los imperios, las cuales generan esclavitud laboral, desempleo, maltratos ambientales y hambre en sus regiones.

Y en parte de ese mismo ejemplo, fijamos nuestra vista en Centroamérica -con las excepciones del caso- donde sus habitantes huyen apresuradamente, ya que unos o una gran mayoría busca cómo alimentar a sus familias, mientras otros aspiran salvar sus vidas y no ser víctimas de las balas.

En esos países como en otros, las clases dominantes actúan muy cómodas bajo el paraguas de la protección imperial; no hay sentir alguno por sus connacionales. Nada les preocupa, porque solo han visto a las personas como esclavos modernos y como consumidores.

Lo contradictorio de todo esto -aparentemente- es que las víctimas de las conductas de sus inhumanos gobernantes han decidido escapar de sus regiones para internarse en las fauces de quienes por siempre las han depauperado con mucha persistencia. Ha ocurrido en Latinoamérica, de donde vienen marchando cientos, miles de ciudadanos en busca de una mejor vida hacia el norte, y también en Europa, hacia donde han escapado cientos, miles de seres humanos que huyen de las perversiones de las guerras, explotaciones y el hambre.

Ninguno de los migrantes latinoamericanos ni de otras partes del mundo que corren hacia el norte de América, ni los que igual lo hacen hacia Europa, han deseado “irse de casa”; simplemente lo hacen porque han sido agredidos en sus propias tierras, bien por las clases dominantes que vienen gobernando o por los depredadores con quienes los gobernantes han venido negociando. Un asunto que muy pocos académicos se atreven a tratar, analizar, ya que tienen sus compromisos muy definidos.           

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