Francisco González

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Entre el 13 y el 15 de junio del año 2000, se celebró la histórica I Reunión Cumbre entre el presidente surcoreano Kim Dae Jung, y el líder norcoreano Kim Jong Il, en Pyongyang. Dicha reunión fue la primera de su índole desde la división nacional. Se promovió el entendimiento mutuo y el progreso de las relaciones intercoreanas, y los líderes de ambas Coreas declararon lo siguiente:

  1. El Sur y el Norte solucionarán el asunto de la unificación nacional de manera autónoma, aunando fuerzas como partes directamente involucradas en el mismo.
  2. Reconociendo que el sistema de mancomunidad sugerido por el Sur y la federación propuesta por el Norte guardan puntos en común, de ahora en adelante se orientará en esa dirección el camino hacia la reunificación nacional.
  3. El Sur y el Norte solucionarán lo más pronto posible los problemas de carácter humanitario, reuniendo a las familias separadas alrededor del 15 de agosto del año en curso.
  4. El Sur y el Norte desarrollarán la economía nacional equilibradamente a través de la cooperación económica y consolidarán la confianza mutua, activando la colaboración y el intercambio bilateral en sectores varios, como el social, el cultural, el deportivo, el sanitario, el medioambiental, etc.
  5. Para poner en marcha los puntos acordados, el Sur y el Norte mantendrán en una fecha cercana conversaciones entre las autoridades competentes. En el marco de esta reunión se retoma el ideal “Entre nosotros, los connacionales”.

Han transcurrido 21 años desde aquella reunión, cuyo espíritu fundamental en su declaración que fue el ideal “Entre nosotros, los connacionales”, sigue siendo hoy la bandera para alcanzar la reintegración de la península coreana.

El ideal “Entre nosotros, los connacionales” está imbuido plenamente del espíritu de la independencia.

Es bien conocido que la división de Corea es motivada no por algún antagonismo nacional, sino por la imposición de las fuerzas extranjeras.

Estados Unidos, que con el término de la Segunda Guerra Mundial había ocupado la parte sur de Corea bajo la máscara del “libertador”, ha venido consolidando ininterrumpidamente la dominación militar del Sur de Corea con la ambición de tomar la hegemonía del resto de Corea y el continente asiático. Aparentaba interesarse en la reunificación de Corea, pero en realidad no quiso que el Norte y el Sur lograran la reconciliación y la unión en aras de la reunificación; impidió por todos los medios la reintegración de aquellos, razón por la cual la reunificación de Corea pasa por grandes dificultades y la nación coreana está sometida a la tragedia de la división nacional.

La división de la nación coreana por casi 75 años demuestra fehacientemente que esta, a menos que dé fin a la dominación e intervención de las fuerzas extranjeras, no puede lograr jamás su progreso independiente y reintegración.

La reunificación de Corea ha de ser realizada únicamente por su dueño, la nación coreana, y según la voluntad y exigencia de esta. En otras palabras, es cuestión del derecho a la autodeterminación nacional. No hay ninguna razón ni justificación alguna para que las fuerzas extranjeras sigan interviniendo.

El ideal “Entre nosotros, los connacionales” refleja la voluntad de preservar la paz. Todos los coreanos esperan con ansia que termine lo más pronto posible el agudo enfrentamiento militar Norte-Sur y se abra el camino de la paz y reintegración. Pero, debido a la obstinada política norteamericana de estrangulamiento y amenazas militares contra la RPDC y la activa participación de las autoridades surcoreanas en la Península Coreana, lejos de la paz y seguridad, reina permanente el ambiente de enfrentamiento militar y tensión.

La paz y la seguridad de la Península Coreana son, al fin y al cabo, la paz y seguridad mundial: Otra guerra en la Península será sin duda alguna una guerra termonuclear que la humanidad jamás ha experimentado, y no se limitará solo a la Península, sino que será propagada al resto del noreste de Asia y del mundo, causando incalculables daños y catástrofes a la humanidad. Tampoco Estados Unidos se estará a salvo.

El ideal “Entre nosotros, los connacionales”, refleja el espíritu de gran unidad de la nación coreana.

Admirables y conmovedores sucesos acaecidos en la Península Coreana en el tiempo posterior a la Declaración Conjunta del 15 de junio, corroboraron elocuentemente que con la unidad de toda la nación es factible la reunificación.

Fueron unidas las cortadas vías férreas, carreteras y rutas aéreas y marítimas entre el Norte y el Sur, abriendo gran brecha en el muro de la división; se efectuaron negociaciones políticas y militares de altos niveles y más de 20 conversaciones ministeriales entre ambas partes, para acordar los asuntos de interés común nacional; se estableció en la ciudad de Kaesong, aledaña a la Línea de Demarcación, una zona industrial, símbolo de la cooperación y el intercambio económicos intercoreanos; se inició el turismo de los surcoreanos por el Kumgang, famoso monte en el norte; se realizaron sucesivamente encuentros de los familiares separados y los atletas de ambas partes participaron en los juegos internacionales como un solo equipo y con la bandera simbólica de la reunificación, y los públicos norcoreanos y surcoreanos se hicieron hinchas para un solo equipo, escenas que conmovieron profundamente al orbe. El mundo se convenció sustancialmente de que el Norte y el Sur son una nación con el mismo idioma, la misma sangre, la misma cultura, que ha de ser unificada.

Estas demostraciones de la gran unidad nacional entre el Norte y el Sur que durante más de medio siglo estaban hostilizados y enfrentados entre sí, han sido fruto del ideal “Entre nosotros, los connacionales” estipulado en la Declaración Conjunta del 15 de junio.

La sociedad internacional desea que ambas partes de Corea respeten a toda hora el espíritu fundamental de aquella declaración…

Mantener el ideal “entre nosotros, los connacionales” y verificarlo, garantizará la reunificación y la prosperidad de la nación coreana y la paz y la seguridad de la región y del resto del mundo.

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