Numa Molina destaca rol de Maduro en causa de José Gregorio Hernández
Rememoró que el papa Francisco conoció al Médico de los Pobres gracias al jefe de Estado. Foto Internet.

VEA / Yonaski Moreno
En los inicios, los santos eran reconocidos por los pueblos, y el obispo del lugar solo reafirmaba lo que sus corazones proclamaban: «Sí, este era un santo». Con el tiempo, las beatificaciones y las canonizaciones se fueron burocratizando en la iglesia institucional jerárquica, expuso el padre Numa Molina.
Más de un siglo esperó el pueblo de Venezuela para que José Gregorio Hernández fuera proclamado santo. El expediente del Médico de los Pobres había sido sepultado en los archivos del Vaticano, señaló durante el programa Sin truco ni maña, en el que acompañó a la diputada Tania Díaz, este viernes 28 de febrero.
Explicó que para el proceso de las causas de beatificación y canonización, existen dos importantes figuras, el postulador, que está en Roma, y el vicepostulador, que está en el lugar en donde vivió y murió el santo. De acuerdo a Molina, el último postulador era un benedictino, italiano, que no entendía la idiosincrasia venezolana, lo que supuso un obstáculo en el proceso.
Otro obstáculo, señaló, fueron los postuladores «que viven de un montón de ofertas que le hacen familias ricas del país de donde son los santos. En cambio, José Gregorio era un santo pobre que no tenía a nadie que lo respaldara», por lo que su causa no era visualizada.
«Yo sí creo que las oraciones del pueblo fueron fundamentales. El pueblo se encargó con su oración de ir llevando los destinos de la historia para que un cardenal latinoamericano ocupara la sede de Pedro y por otra parte, que un católico venezolano llegara a la presidencia casi al mismo tiempo», expuso.
Rememoró que en junio del año 2013, el presidente Nicolás Maduro visitó al papa Francisco y le llevó una estatuilla de José Gregorio Hernández. Fue la primera vez que el sumo pontífice escuchaba sobre el Médico de los Pobres. En esa oportunidad, el papa Francisco solicitó a Maduro que enviara la correspondencia con alguien de confianza, sin correos electrónicos, porque no confiaba en la Secretaría de Estado.
Así fue como a finales del mes de julio, el Presidente venezolano encomendó al padre Numa la tarea de entregar una carta al Papa. Uno de los puntos de la misiva era precisamente la petición de que no olvidara la beatificación del doctor José Gregorio Hernández, pues era un clamor del pueblo venezolano.
Al leer el texto, el papa Francisco «quedó en silencio y le dio con las yemas de los dedos a la mesa y dijo ‘hombres como ese unen a los pueblos’, hay que investigar en qué estado está la causa, encárgate tú de eso», recordó Numa.
El padre Numa se encontró con grandes obstáculos para acceder a la información, por lo que se vio en la obligación de dirigirse al sumo pontífice y explicar que el clérigo encargado no permitía el acceso a los archivos. El proceso se mantuvo congelado hasta el año 2018, cuando Numa coincidió con un médico amigo, el doctor Alexander Krinitzky, quien le contó sobre el caso de la niña Yaxury Solórzano.
Para ese momento, el papa Francisco designó como postuladora a una teóloga argentina que había sacado adelante las causas de varios santos de Latinoamérica. «Esta postuladora cuando recibe un primer informe que me manda el doctor Krinitzky, dice: ‘esto parece una pedrada al piso’. Había muchos indicios de que aquí había algo extraordinario. Comenzó el proceso y se creó el tribunal para la causa», precisó.