Isaías Rodríguez: Vencedor de medios y miedos en pleno golpe de abril (Ver video)
El autor es periodista y director de Diario Vea.

VEA / Ildegar Gil
Indignación era el sentimiento promedio que nos embargaba a quienes el 11 de abril de 2002, sentíamos en cada arteria el golpe de Estado que contra el Comandante Hugo Chávez y la Constitución, perpetraba la reacción mundial.
Fueron horas -no debemos negarlo-, en las que si bien lo menos que transitó por nuestro ánimo fue rendirnos, la fría evaluación de los hechos obligaba a guardar mínima cautela a objeto de no incurrir en errores. La salvación de la Patria era un deber ineludible pero carecíamos -por entonces-, de un punto de apoyo ¡por pequeño que fuese! que orientara los pasos a dar. Y en eso, parodiando la canción del cubano, Carlos Puebla, llegó Isaías.
Ante nuestros ojos, vía pantalla chica, apareció el entonces jefe del Ministerio Público, Isaías Rodríguez. Aunque ahogada entre periodistas que acataban la misma misión mediática entreguista, su figura -fue algo muy traído de los moños espirituales-, nos transmitía que «algo» especial y diferente a renunciar al cargo o lanzarse en brazos de golpistas, estaba por suceder. Efectivamente sucedió.
Sin que la voz le temblara, sin que facción alguna lo delatara ante quienes esperaban su postración a los pies de los asaltantes de Miraflores, y sin saberlo, dio la orden que esperábamos. Dijo: «El Presidente no ha renunciado (…) el Presidente de la República, en estos momentos, está privado de libertad. La situación es realmente grave desde el punto de vista constitucional. Es decir, hay un estado de facto…» y seguidamente lo resumió así: Es un golpe de Estado.
Poco importó que las televisoras y las emisoras, al compás que le dictaban quienes habían dado el zarpazo contra el Poder Popular, cortaran las transmisión. Julián Isaías lo había logrado. No solo los llevó (a los medios) a su terreno haciéndoles creer que se sumaría al coro de traidores, sino que (reiteramos: sin hacerlo directamente) daba la orden de que empezaba la cuenta regresiva por el restablecimiento de la de la democracia.
La historia, a partir de allí, es ampliamente conocida. Pocas, poquísimas horas, fueron suficientes para exterminar de raíz la dictadura que encabezada por Pedro Carmona Estanga y al mejor estilo del fascismo, no solo atentó contra nuestras instituciones sino que sesgó la vida de compatriotas que valientemente enfrentaron la asonada.
Físicamente, Julián Isaías, estuvo a nuestro lado hasta este domingo 12 de enero. Su legado, y vaya que es de los pocos casos en que el término es bien y justamente usado, no nace ahora. Cabalgó, cual abril caliente e hirviente, como seguirá haciéndolo con el pasar de las lunas y los soles a la que finamente poetizó en cada sabia e inspirada ocurrencia.
Gracias, maestro. ¡Aquí no se rinde nadie!