Mujeres mártires víctimas del fascismo: simbología de la violencia
La autora es periodista y analista política. Ganadora del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar 2022.
Yoselina Guevara L.
@lopez_yoselina
Este 19 de agosto el Presidente de la República, Nicolás Maduro, declaró “Mártires de la Revolución Bolivariana del Siglo XXI” a Mayaury Silva y Cirila Gil, dos valientes y luchadoras mujeres pertenecientes a las estructuras políticas del Partido Socialista Unido de Venezuela y de las organizaciones comunitarias, quienes fueron vilmente asesinadas en los primeros días del mes de agosto, en los estados Aragua y Bolívar respectivamente, por los criminales miembros de los “comanditos” de la ultraderecha, durante las acciones terroristas posteriores a las elecciones presidenciales del 28 de julio.
Estos asesinatos nos hacen recordar la violencia contra las mujeres en la región de Toscana, Italia, durante el período fascista de ellas, una valiente agricultora Luisa Bracciali (abril 1921) asesinada a tiros, su casa incendiada y destruida y la anarquista Anita Ristori (junio 1921), quien murió durante una expedición punitiva fascista defendiendo la bandera de la Liga de Mujeres, siendo miembro de la Unione Sindacale Italiana. Casos análogos que demuestran toda la furia del fascismo contra las mujeres y de lo que son capaces de hacer si llegan al poder. Es la barbarie fascista que hunde sus raíces en la cobardía, el desprecio hacia los seres humanos a quienes consideran inferiores; y cuyas herramientas son el totalitarismo, el autoritarismo, el patriarcado, el racismo, la opresión económica, la xenofobia, y el colonialismo.
Simbología de la violencia fascista
En estos crímenes por odio hay toda una simbología que es propia de la violencia fascista, de la expresión de poder de un género sobre otro, de una clase sobre otra; no cabe duda que sobrevive la misma metodología usada en la Italia fascista como en los ataques propiciados por la extrema derecha criminal en Venezuela .
Esta simbología de la violencia fascista se expresa en estos asesinatos bajo el signo punitivo y disciplinario, que enfatiza que el destino último de las mujeres es ser sometidas y censuradas. No es azar que justamente en lo referente a Venezuela, ambas víctimas pertenecieran a las estructuras sociales, comunitarias y partidistas que le otorgan poder y participación protagónica a las mujeres, que gracias a este ejército de lideresas y su trabajo diario , voluntario en las comunidades, el país suramericano haya logrado resistir y vencer las medidas coercitivas unilaterales impuestas desde los Estados Unidos y sus aliados que impiden inclusive la compra de alimentos y medicinas.
Asimismo hay toda una narrativa dirigida no solo a amedrentar a la población, lo cual los fascistas no han podido lograr en Venezuela, sino también para mostrar su verdadera cara de agresividad y de poder de muerte.
No obstante, vale la pena destacar que el gobierno venezolano sigue trabajando para desmantelar estas organizaciones delictivas. Aunque la narrativa de la oposición extremista en Venezuela continúe llamando “presos politicos” a los criminales encarcelados , confesos, así como a toda la red de quienes portaron en Venezuela el dinero desde países como Colombia para el pago en efectivo a estos delincuentes.
Sin dejar de lado la aplicación de las leyes venezolanas a nivel de las redes sociales a todos los numerosos influencers, dentro y fuera del país, que sembraron mensajes de odio, quienes también recibieron dinero para propiciar los asesinatos de líderes y lideresas y de sus familiares, tanto del alto de gobierno como de la base popular , para de esta manera llevar a Venezuela a una guerra civil, una revolución de colores orquestada meticulosamente desde Washington atendiendo a un guión premeditado y ya puesto en marcha en otros países por el millonario aparato de Estado norteamericano.
Punición, amedrentamiento, terror fascista
Mayaury Silva (Venezuela) y Luisa Bracciali (Italia) ambas asesinadas con disparos, es la eliminación física de quien los adversa políticamente pero específicamente en el caso de Silva castigarla por impedir a Fernando Venancio Martínez, en la Ciudad de Turmero, la apropiación indebida de tierras que habían sido destinadas a la colectividad . Es una táctica de terrorismo planificado empleada para castigar a la población civil , para crear miedo, para advertir “esto les sucederá a ustedes también”. Culminar la operación con un incendio es el gesto más destructivo, no solo asesinar a quien se considera enemigo sino también acabar y borrar con todo lo que representa, como sucedió con la casa de Luisa Bracciali, en Italia, pero que también ocurrió en Venezuela con la quema de instituciones del gobierno nacional.
En la Italia fascista los asesinatos se llevaban a cabo de tal manera que cualquiera que los sufriera, los presenciara, o los oyera relatar sufriera el impacto de saber que corría el riesgo de enfrentarse a gente decidida a todo, desprovista de todo escrúpulo y reparo moral, dispuesta a traspasar todos los límites y capaz de llegar a cualquier exceso con tal de hacer valer su voluntad. De hecho este es el mensaje que los criminales también tratan de transmitir en Venezuela a través de las redes sociales.
La analogía en las muertes de Cirila Gil y Anita Ristori se centra a los ojos de los fascistas en el agravante que sean mujeres quienes ostentan el poder político desde la base popular. De allí que la motivación o justificación del asesinato sea la punición por no mantener y respetar un modelo sociocultural arcaico que relega a las mujeres a un papel subordinado limitándose a ser esposa, madre, hija, hermana, etc.
No es de subestimar la simbología en la utilización de una “Estaca” durante el asesinato de Cirila Gil (Venezuela) como expresion de una práctica medieval para acabar con el mal, un rudimentario uso que suponía la exterminación de vampiros y seres diabólicos, nada más obsoleto, anacrónico y la expresión de una total ignorancia, pero que puede causar impacto a nivel psicológico en la población.
Este detalle trae a colación la narrativa que sigue sosteniendo la oposición venezolana del “enfrentamiento entre el bien y el mal” , donde lógicamente la extrema derecha, aún cometiendo crímenes, representan el bien , por eso estarían justificados, y el chavismo es el mal que hay que erradicar, aunque se irrespetan las leyes. En las redes sociales circulan múltiples representaciones de la activista Maria Corina Machado como una Juana de Arco e inclusive una libertadora; lo cual también sostiene una de sus narrativas más divulgadas, la afirmación que en Venezuela no hay libertad y que el país está gobernado por una dictadura, nada más lejano a la realidad y demostrable con hechos fehacientes.
Finalmente el golpe de Estado contra Venezuela desde los centros imperiales sigue su curso, pero el pueblo venezolano también se mantiene firme apoyando masivamente su gobierno elegido democráticamente demostrando con ello soberanía y autodeterminación y el firme propósito de continuar fortaleciendo el proceso iniciado por el Comandante Chávez y que ahora está bajo la dirección del Presidente Nicolás Maduro.