humo negro

VEA / eldiario.es

Tanto se esperó la primera fumata negra este miércoles, primer día del cónclave, que la de la segunda jornada era en realidad una doble incógnita: ¿Será negra?, pero sobre todo: ¿A qué hora será? El humo oscuro que indicaba que la tercera votación había sido infructuosa, apareció antes de lo previsto, sobre las 12:00 del mediodía.

Después de la experiencia de la primera jornada, parecía claro que el trámite del sufragio en la Capilla Sixtina estaba costando más de lo previsto: 133 cardenales poniéndose de pie, acercándose a la urna y anunciando en latín que emiten su voto, quizás tenía sentido cuando había menos electores. Y aunque aquí no son muy dados a los cambios, incluso la liturgia a veces necesita acomodarse un poco a los tiempos. Pero en la segunda jornada, el procedimiento parece ir más sobre ruedas y acomodarse a los tiempos de ocasiones anteriores.

Tercera votación sin acuerdo. A esta altura debe estar claro si el favorito Parolin va acumulando apoyos que le permitan soñar con los 89 votos que le convertirían en Papa, si los moderados pueden ver en él una opción de transición tras el papado rupturista de Francisco, y si los ultras concretan la jugada de apoyar al secretario de Estado a cambio de que ponga a uno de los suyos en un puesto de poder en el gobierno de la Iglesia.

Benedicto XVI fue elegido en la cuarta votación. Francisco, en la quinta. Fueron cónclaves rápidos, y la expectativa es que este también lo sea. Aunque, como todo en esta elección, empezando por los horarios, es relativo y poco transparente.

Esta tarde habrá dos rondas más de votaciones, precisamente la cuarta y la quinta. La expectativa crece en la plaza de San Pedro y en todo el mundo. Aunque a veces la pompa de las túnicas y los escenarios en los que transcurre este antiquísimo ceremonial distraiga, lo que se dirime aquí es quién será el representante de una institución con casi 1.400 millones de fieles y una figura política –así lo demostró el último Papa, Jorge Bergoglio– de primera línea en el orden mundial.

Procedimiento para elegir

La particularidad de esta elección es que los cardenales pueden votar a cualquiera de los 133 presentes, incluso a sí mismos, claro, dado que el voto es secreto. Cada uno de ellos recibe una cartulina roja que sirve como apoyo y una blanca en la que escribe con letra legible el apellido de quien considera que debe ser el próximo Papa. Todos los votos se colocan en una urna y se cuentan luego uno a uno. El escrutinio se apunta en unas planillas en las que figuran los nombres de todos.

A partir de ahora están planeadas cuatro votaciones al día: Dos por la mañana y otras dos por la tarde. Si al final de la mañana, en torno a las 12:30, las votaciones han sido infructuosas, se verá nuevamente el humo negro sobre el techo de la Capilla Sixtina. Lo mismo ocurrirá al final de los encuentros vespertinos, alrededor de las 19:30. Si, por el contrario, hay acuerdo, la fumata bianca se realizará inmediatamente después de la votación, y las campanas de San Pedro (y las de toda Roma) anunciarán la elección del nuevo pontífice.

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