Nueva época, chavismo y cambio generacional (A propósito de los 14 años de la Juventud del PSUV)

El autor es historiador, profesor de la Universidad del Zulia y delegado de Maracaibo al IV Congreso de la Juventud del PSUV. Foto PSUV.

Rafael Larez Puche

@larezrafael

Hay una máxima en la ciencia política que afirma que todo cambio de época lleva consigo también un cambio en los marcos discursivos. Por otro lado, Gramsci planteaba que las generaciones responden a lo cambiante de los contextos históricos. Sin duda alguna estas referencias nos sitúan en un cuestionamiento interno que busca responder desde una reflexión crítica, si realmente hemos atendido la importancia de comprender el contexto histórico y de reinventar el marco discursivo. Pareciera que hemos sostenido una línea discursiva similar en las últimas dos décadas, a pesar de lo que estructuralmente ha cambiado el mundo, la tecnología y las relaciones humanas.

Conceptualmente, lo que se denomina como “cambio de época” pudiera ser concretamente una interrelación de lo que en la ciencia histórica se entiende como “coyuntura” y “estructura”.  Para los historiadores, lo coyuntural puede entenderse como una etapa de transición entre dos estructuras históricas. Por otro lado, la estructura es un conjunto de elementos que se interrelacionan en el plano económico, político y cultural. Para concretar la idea, el cambio de época es básicamente la transición de una estructura histórica a otra. Es el cambio que globalmente se profundiza en nuevas relaciones económicas, culturales y sociales. Es lo que provocó Chávez rompiendo con la estructura que ejercía el bipartidismo y lo que hoy protagoniza Gustavo Petro en Colombia, con un plan de gobierno más justo y social. Pero también es lo que provocó la pandemia del Covid-19 al trasladarnos aún más a la dependencia tecnológica y al aislamiento de las relaciones sociales.

Este cambio de época que inicia a principios de siglo y se profundiza en la postpandemia tiene varios vértices: Constituye un mundo que se vive a través de pantallas, fortalece unas relaciones donde prevalece la comunicación digital; las nuevas generaciones se vinculan únicamente a través del eco-sistema digital, se consolida la sociedad de la información más allá de una sociedad del saber y el control o dominio social se materializa tecnológicamente a través de la Big Data.

Asumiendo lo que hemos resaltado como cambio de época, queda preguntarse si el chavismo como fuerza política ha podido “encajar” con estas demandas generacionales. La discusión que ha promovido el presidente Nicolás Maduro sobre la nueva época, nos conlleva a un debate sobre la necesidad de mantener marcos discursivos con los que se llegó al poder en el ’98, con los que se hegemonizó el poder político en la primera década del siglo XXI y que aún prevalecen en la retórica y en la cotidianidad de la dirección política. Específicamente, la pregunta que cabe en esta reflexión es si las “banderas de lucha” del chavismo hoy por hoy están en sintonía con la sociedad digital, pero también si lo están con las banderas de lucha de la izquierda mundial; en conclusión, si están en sintonía con el cambio de época.

Cuando el presidente Maduro convoca a pensar la nueva época, hace referencia textualmente a “construir la teoría de lo nuevo” y a abandonar los dogmatismos. Habla de reinventarnos y renacer permanentemente, entender lo nuevo como continuidad y cambio. En concreto, es un llamado a repensarnos y replantear las formas, las dinámicas y el accionar político en el marco de una nueva época (digital) que ya se materializó y va asumiendo el dominio de nuestro tiempo histórico.

Entendiendo conceptualmente el cambio de época, y considerando el llamado a construir lo nuevo por parte del presidente Maduro, es necesario establecer algunos desafíos que tiene el chavismo como fuerza política para “encajar” nuevamente en la conciencia popular:

1.            Lo primero es comprender que todo cambio de época o de coyuntura trae consigo un cambio generacional. Para el profesor Orlando Villalobos, las nuevas generaciones están conformadas por “nativos” digitales. Es insoslayable que el chavismo en el marco de la nueva época construyamos un marco discursivo y un quehacer político que pueda estar en sintonía con la masa joven del país. La población electoral del ’98 y de 2012 no es la misma que en la actualidad y las nuevas generaciones desconocen e incluso se alejan de los marcos discursivos que pudieron favorecernos en esas elecciones, ya que no están dentro de su contexto histórico ni de sus lógicas digitales.

2.            Tenemos que renovar nuestras banderas de lucha. El chavismo como fuerza política construyó categorialmente unas banderas de lucha que, incluso, en una coyuntura histórica determinada pudieron internacionalizarse. Esas banderas (bolivarianismo, antiimperialismo, socialismo del siglo XXI) no están en el marco discursivo actual de la izquierda en el mundo, ni de lo que en América Latina se está conformando como “la nueva izquierda”.

3.            La “nueva izquierda” ha capitalizado las exigencias actuales de los movimientos políticos que representan ese cambio generacional que anteriormente planteábamos. La lucha a favor del medio ambiente y por revertir el cambio climático, la economía digital, la justicia laboral que incluye ahora reconocer los cuidados, la justicia fiscal, el reconocimiento a los derechos y a las libertades de las mujeres y la comunidad LGTBI, la plurinacionalidad y el espacio público, entre otras medidas que hoy no están en la retórica de nuestro movimiento político.

4.            Entender el mundo digital y sus marcos de referencia. Está demostrado con la nefasta candidatura de Rodolfo Hernández en Colombia, que el mundo digital es un poderoso espacio para incidir en la política. Es el momento de la captación de voluntades a través de la comunicación digital. Encerrarnos dogmáticamente en la forma de hacer política, incluso una década atrás, es ponerle fecha de caducidad a nuestra existencia.

5.            Pensar la postpandemia. No es el mismo mundo el del ’98 que el actual. Ni siquiera es el mismo mundo el de 2012 al que vivimos hoy. Incluso, no es el mismo mundo el que vivimos hoy al que teníamos antes de la pandemia. Así como la pandemia impulsó nuevas formas de relacionarnos socialmente, instauró el teletrabajo y sentó las bases para nuevos sistemas de producción económica, es decir, fundó una nueva época o estructura histórica, la política y los referentes discursivos también deben repensarse.

En conclusión, tenemos la inmensa tarea de repensar hacia dónde va el chavismo en las próximas décadas. Eso necesariamente pasa por la comprensión del momento histórico, de las nuevas formas de relación y de comunicación con las nuevas generaciones y la construcción de nuevas banderas de lucha.