Para Lil Rodríguez su fe corre pareja con la ciencia y la solidaridad

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Siempre sintió las oraciones rodeándola, el cariño de los suyos y el natural afecto de sus vecinos. Fotos cortesía LR.

Orlando Ugueto

(Especial para Vea)

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Hace tres años, a la reconocida periodista Lil Rodríguez, autora de la muy leída columna La Cota Lil, le fue diagnosticado un cáncer en el tabique izquierdo de su nariz, hecho que la sumió durante meses en un agujero lleno de miedos e incertidumbres. Hoy se recupera satisfactoriamente de esa dura experiencia.

Nuestra entrevistada es una sempiterna feliz madre, quien además de ser una aguerrida mujer revolucionaria, de origen afrovenezolano, se ha destacado durante casi 40 años en el género del periodismo musical, desde la perspectiva del sentimiento y la conciencia social.

Abordamos a “La Negrita”, y le solicitamos nos narrara su interesante caso, sobre todo porque ella amalgamó su tratamiento desde dos cosmogonías; es decir, dos visiones de cómo interpretar el mundo y cómo vivir la vida. Una, basada en la práctica de la medicina occidental o alopática, y la otra, a través de los fundamentos del naturismo, la fe y las creencias y prácticas mítico-religiosas, para tratar, curar y sanar su dolencia.

-Lil, cuéntanos… ¿Cómo te enteraste del problema de salud que te aquejó de manera imprevista estos tres últimos años?

-Todo comenzó con un ardorcito, una piquiñita, justo en el tabique de mi nariz en el lado derecho, donde hace muchos años hubo una verruga visible que fue extirpada sin mayores consecuencias. Recuerdo que fue el 15 de marzo de 2019 cuando ese ardor se disparó, condición que me llevó a acudir al médico para su debida atención.

Atribuye el recrudecimiento de su enfermedad -advirtiendo que no desea politizar el asunto- a la fuerte presión que para entonces vivió a causa de las guarimbas y desmanes de la extrema derecha, cuando unos guarimberos le obstaculizaron el paso a su urbanización, rompieron el parabrisas de su vehículo y la amenazaron con “quemarla con carro y todo”.

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El diagnóstico

Después de un eterno ir y venir por varios centros de salud, y ser vista por varios médicos especialistas que daban diagnósticos equivocados, se le practicó una biopsia que luego llevó al Hospital Vargas, y cuyo resultado, luego de una segunda revisión, arrojó la existencia de un carcinoma de células escamosas.

Luego de ser referenciada desde el Hospital Vargas al oncológico Padre Machado con carácter de urgencia, -gracias a una diligente joven médica- se le recomendó que “debía ser operada cuanto antes y con manos seguras, pues su lesión estaba en el llamado ‘Triángulo de la muerte’, que puede transformarse en el de la vida”.

Explicó que “ese duro resultado de la biopsia, y mi nueva y ya innegable realidad, obligaba cambios en mi vida: Dolorosamente tuve que parar mi trabajo en el proyecto de postulación de San Juan ante la Unesco, que realizaba en el Centro de la Diversidad Cultural junto al profesor Benito Irady, de quien debo decir, me llenó de toda su angelical solidaridad en ese difícil momento”.

-Fue doloroso ver cómo antes de la culminación del proyecto, -prosiguió- los golpistas de la extrema derecha sabotearon la electricidad en todo el país, impidiendo con esa acción la culminación del trabajo y la presentación del expediente de San Juan, como estaba previsto para ese año.

Sentenció que “San Juan se lo cobrará a Guaidó”.

Fe y solidaridad

Manifiesta que la solidaridad de la familia, las amistades y de los colegas, fue extraordinaria. “La preocupación, -haciéndose el loco para no preocuparme- de mi hijo Uncas (Montilla), y la solícita atención de mi compañero William (Pérez), en los momentos más difíciles, fueron determinantes en mi difícil trance y posterior recuperación”.

“Cuando ya la protuberancia en mi nariz fue demasiado notoria, le escribí a Ernesto Villegas, quien me brindó todo el apoyo espiritual y material durante mi enfermedad. Mis amigos de corazón, Rosario Pacheco, Ildegar Gil y Orlando Ugueto, siempre estuvieron allí, dándome aliento y la oportuna y necesaria fortaleza”.

-¿Crees, que esa carga de afecto y solidaridad recibida, -amén del tratamiento médico quirúrgico- influyó en tu curación?, ¿o crees que fue producto del naturismo, la fe y tus creencias mítico-religiosas?

Manifiesta emocionada que siempre sintió las oraciones rodeándola, el cariño de los suyos y el natural afecto de sus vecinos. Cuestión que no es de extrañar, pues confiesa que su fe corre pareja con la solidaridad.

Reconoce tener un temperamento muy batallador, porque su vida ha sido como canta Wilfrido Vargas: La eterna batalla. “Si Bolívar me hubiera conocido, me nombraba jefa de un escuadrón no en Carabobo, que ya estaba fácil, sino en la Campaña Admirable, que esa sí es de verdad la que define, en mi concepto, a Bolívar y al temperamento natural de nosotros los venezolanos”.

Lo que estaba pasando, pasaba por algo

 “Son condiciones humanas, -precisa- y si nunca desmayé fue por mi propia batería espiritual y emocional, mi chip de nacimiento, como diría ‘Nené’ Quintero, y porque eso estaba en sintonía con el afecto, la oración y la solidaridad de quienes me quieren, y sé que son muchos”.

 “Entendí que estaba en primera instancia frente a una prueba de crecimiento: Mirar el dolor humano desde otra perspectiva, desde la que nunca lo había visto, pues jamás había pisado hospitales, salvo para el parto de mi hijo. Así lo asumí. ¡Fue asombroso y profundamente humano! Yo era parte de una humanidad adolorida del cuerpo, solo que yo no lo asumía como dolor del alma o del espíritu, porque comprendía que lo que estaba pasando, pasaba por algo. El tema era saber para qué pasaba…qué no quería oler” -se preguntó.

Esa pregunta, cuya segura respuesta solo la sabe ella, encierra todo un halo de misterio y sabiduría, acumulada en el trajinar de sus recién cumplidos 69 años de fructífera e interesante existencia.

-Es sabido que eres una mujer de fe; que además de creer en Dios, eres cultora de conocimientos esotéricos e inclinada al naturismo y la fitoterapia; esta última virtud, heredada empíricamente de tu querida madre cumanesa. ¿Explícanos un poco cómo podías manejarte entre dos cosmogonías, dos formas de ver al mundo, y ahora tu enfermedad?

Expresa que “la solución quirúrgica era inevitable. Tanto diagnóstico equivocado, dio paso a un tiempo que se perdió, un tiempo valioso. No hubiera sido lo mismo operar apenas naciendo la lesión, que luego, cuando se había comido mi nariz. Indudablemente esa alternativa se mostraba obligada por lo avanzado del daño manifiesto”.

Agrega que todo conspiró a su favor: su fe, sus creencias ancestrales, la solidaridad y la ciencia, porque además el universo conspiró para que fueran manos ideológicamente afines las que extirparan un mal absolutamente externo. “¡Bendito Dios que no agarró ni hacia mis oídos, ojos o cerebro! ¡Se quedó en mi nariz, y se la llevó!” -exclamó visiblemente emocionada.

-Previo a la intervención quirúrgica, yo aplicaba biomagnetismo en la zona afectada y apelé a la memoria de mi cuerpo para que ubicara el problema y su solución. Consultaba todos los días a mi cuerpo con el sistema de vibración de mis dedos, yo sabía que todo podía superarse, pero había que actuar”, -responde convencida.

“Igualmente consulté a mis mayores, pues soy una buena hija de Obatalá, padre de la Salud, en los Yoruba; y Obatalá me dijo que saldría bien pero que era necesario abrir los ojos y mirar las señales que me estaba dejando la situación. Mi padrino se ocupó de los Ebbó y me hizo llegar el jabón traído de Nigeria para limpiar mi nariz”, enfatizó.

-Dejé de sangrar automáticamente desde el día que comencé a tomar mi té de orégano, el de hoja chiquita que sirve para adobar las carnes. El orégano detiene los sangrados y refuerza con mucha potencia el sistema inmune. Y cuando me tomé el primer té de orégano, a los diez minutos ya no sangré más. Doy gracias a los míos por mis sistemas de valores y de creencias, -subrayó finalmente y visiblemente emocionada y satisfecha.

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