Néstor Rivero Pérez

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El 24 de septiembre de 1541, a sus 47 años, falleció en Salzburgo (Alemania), Theophrastus Phillippus von Hohenheim, quien ya adulto decidió hacerse llamar Paracelso. Su vida, dedicada a la exploración de nuevos métodos en la medicina y la química le consagraron como uno de los iniciadores de la ciencia moderna.

Inspiración

El nombre “Paracelso” significa “parecido a Celso”, en tributo al notable enciclopedista y tratadista de medicina Celso, quien vivió en la Roma del siglo I y quien, siguiendo las lecciones de Hipócrates, dividió en tres secciones -dieta, farmacopea y cirugía- los escritos suyos que versan sobre medicina. Paracelso, al igual que notables figuras como Cristóbal Colón, Martín Lutero o Bartolomé de las Casas -quienes compartieron el tránsito del siglo XV al siglo XVI, e imprimieron su sello a los nuevos tiempos- actuarán en el marco de profundas contradicciones tanto de época como íntimas y de personalidad, al expresar creencias medievales y esbozo de la emergente mentalidad crítica y de búsqueda que se afirmará con la modernidad.

Tritemio

Muy joven Paracelso inició un periplo por varios países que le llevó a Turquía y de allí a la Tartaria del Gran Khan, recibiendo gran influjo del monje alemán Johannes Tritemio, fundador de una secreta “Cofradía Céltica” y creador de las técnicas para el ocultamiento en el traslado o lectura de mensajes, conocidas como esteganografía o criptografía. Las enseñanzas de Tritemio permitieron a Paracelso distanciarse en su búsqueda de conocimientos, de “la magia mística, el ocultismo y la escolástica -que- reinaban en las universidades” (https://es.slideshare.net).

Sed de erudición

Así como un océano vacío requeriría para volver a llenarse, de miles de millones de tobos con agua y el empeño de innúmeras generaciones de cargadores, así la mente de Paracelso demandaba cada día nuevos conocimientos, sosteniendo “El saber no está almacenado en un solo lugar, sino disperso por sobre toda la superficie de la tierra”. Tras observar el tratamiento de pacientes en distintas regiones del mundo concluyó en que era necesario mantener al enfermo “en una ‘higiénica’ expectativa” (Ibídem).

Contribuciones

A él se le tiene como el primer galeno que ideó fármacos “con base en las propiedades químicas de distintas sustancias, en época en que se creía que solo las plantas y hierbas podían ser útiles” (https://medicoplus.com). Otra tesis de Paracelso, que se ha visto confirmada con los siglos, es la que indica “No hay ninguna (sustancia) que no sea venenosa. La dosis correcta es lo que diferencia un tóxico de un remedio” (Ibídem).

Espagirismo

El término, que sustenta las indagaciones de Paracelso, alude a la alquimia, corriente que aspira la fabricación de medicamentos a partir del principio según el cual los remedios se obtienen de develar y aplicar al organismo enfermo, de entre todos los materiales que ofrece al hombre la naturaleza, los apropiados en su justa proporción. La enfermedad es un accidente en la evolución individual, por lo que procede es “la vuelta al camino correcto mediante la aplicación del remedio adecuado” (https://dialnet.unirioja.es). Paracelso postula la investigación y ensayo “el conocimiento sobre las enfermedades se consigue…por la observación y la experiencia que proporciona el permanecer al lado del lecho del enfermo” (Ibídem).

47 años

En el curso de 12 años Paracelso recorrió países como Francia, Portugal, Polonia, Rusia, Egipto, Turquía, Rusia y la Tartaria, entre otros, practicando la sanación en cada lugar las enfermedades, conociendo lapsos de bienestar con travesías y algunos cautiverios que dejarán su impronta en Paracelso.

Hoy en su lápida se lee un texto escrito cinco décadas después de su muerte, “Famoso doctor en Medicina que curó/toda clase de heridas, la lepra, la gota, la hidropesía/y otras varias enfermedades del cuerpo, con/ciencia maravillosa”.

Sinóptico

 

1782

José Félix Blanco

Este día nació en Caracas el presbítero, y coronel de la Emancipación, José Félix Blanco. Intervino en combates a las órdenes del Libertador Simón Bolívar y otros próceres.

Blanco ejerció en 1817 como administrador de las Misiones del Caroní. Después de la contienda magna y hasta su muerte, en 1872, se abocó a recopilar los textos que integran la colección en 15 volúmenes Documentos para la Vida Pública del Libertador, con ayuda de Ramón Azpúrua. Obra que junto a las Memorias de DF O’Leary, muestran a la posteridad contenidos valiosos del período, que de otra manera habrían desaparecido para la mejor comprensión de la Guerra de Independencia.

Así se refirió Azpúrua del padre Blanco: “En la paz y en la guerra su carácter elevado, sus vastos conocimientos, su tacto en las situaciones dificultosas…su constancia inalterable, y sobre todo, su honradez e integridad, le colocaron siempre en alto concepto con que le honraba aquel que nunca se engañó del juicio” (Ramón Azpúrua, Biografías de Hombres Notables de Hispanoamérica, Tomo I, Pág. 189).

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