Néstor Rivero Pérez

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El 11 de mayo de 1823 el Congreso Constituyente del Perú expidió decreto formalizando solicitud al Parlamento de la Gran Colombia para que autorizase el traslado del Libertador Simón Bolívar al territorio de la nación inca con el propósito de que se pusiese al frente de las fuerzas patriotas que luchaban por la independencia.

¿Por qué ir al Perú?

Desde muy temprano en su vida pública, el Libertador comprendió y propugnó la idea de que la Guerra de Independencia en la América hispana requería, para asegurar la victoria definitiva, de una estrategia continental según la cual ningún país liberado estaría seguro si no se lograba la liberación de los otros. Y tal apreciación se sustentaba en el hecho de que España mantuvo propósitos de reconquista, al menos hasta la Batalla de Ayacucho y la liquidación de Pedro Marías Olañeta en Bolivia.

En distintos momentos, luego de su marcha al Sur de la Gran Colombia a fines de 1821, y hasta la culminación de la guerra en 1824, el Libertador insistió ante el Poder Ejecutivo de Bogotá y ante sus generales de confianza, respecto a la necesidad de expulsar de manera absoluta a los españoles del continente, impidiendo que se utilizase al Perú como punto de concentración de fuerzas de la Península, con apoyo de la Santa Alianza, para ningún tipo de contraofensiva o invasión a la Gran Colombia.

Presentarse es vencer”

Gestiones de autoridades peruanas instando al Libertador a tomar en persona la dirección de la guerra se hicieron insistentes desde fines de 1822. Ya antes de la Entrevista de Guayaquil -en julio de ese año- Bolívar había acordado con emisarios del general José de San Martín, el auxilio de tropas grancolombianas, parte de las cuales se embarcaron con este en su retorno a Lima.

Al respecto el Protector dirá “el Libertador…no solo auxilia a este Estado (Perú) con tres de sus bravos batallones…sino también remite un considerable armamento”. A su vez, de Lima fue enviada una división al mando del general Andrés de Santa Cruz, afirmando lazos entre las fuerzas emancipadoras del continente.

El 18 de marzo de 1823 se firma en Guayaquil el Tratado Paz Castillo-Portocarrero, mediante el cual la Gran Colombia conviene en despachar al Perú un Ejército Auxiliar de seis mil hombres, tocando al último país sufragar gastos de traslado y manutención de dicha fuerza. Y no obstante que Antonio José de Sucre había sido designado -cuatro meses antes de la llegada de Bolívar- General en Jefe del Ejército Peruano por el Congreso, el héroe caraqueño era quien concitaba, debido al renombre alcanzado hasta entonces por sus acciones, toda la confianza para obtener el triunfo en la guerra contra los españoles.

Así se refleja en carta del 9 de abril del entonces presidente de la nación inca, José de la Riva-Aguero “El vencedor de Boyacá y Carabobo, cuya fama llena todo el universo, no necesita sino presentarse para vencer”.

A Bolívar, quien esperaba en el puerto de Guayaquil el plácet del Legislativo de Bogotá, le sería dado en ausencia por el Constituyente del Perú, el rango de “Generalísimo de los Ejércitos del Perú”.

Guerra en los Andes

Para 1823, las circunstancias de políticas en la nación de los incas se habían deteriorado gravemente en perjuicio de la Independencia. Por entonces la nación inca confrontaba graves dificultades para asegurar el territorio ganado a las armas españolas.

En ello tuvo mucho que ver la renuncia del general José de San Martín, cuyo mandato, como efecto de intrigas de la nobleza peruana, tras convocar al Congreso inca, partió en septiembre de 1822 para Argentina su patria, de manera definitiva.

El alejamiento del Protector en septiembre de 1822, debilitó gravemente la capacidad de respuesta militar de los patriotas peruanos, por cuanto en sus filas se carecía de figuras con el brillo estratégico e influjo del héroe de Maipú y Chacabuco.

Ninguno de los jefes que reemplazaron a San Martín, al frente del ejército, argentinos como Juan Antonio Álvarez de Arenales o Guillermo Miller, o los peruanos José de La Mar, Antonio Gutiérrez de la Fuente y Agustín Gamarra, se le equiparaba en la organización de campañas. Así, viendo el peligro de la derrota a manos de los españoles, los núcleos de poder del Perú resolvieron llamar a Bolívar.

Sinóptico

1789

Francisco de Miranda como el “Conde de Meiroff”

Este día el Precursor Francisco de Miranda, quien había salido de Rusia dos años antes, en 1787, eludiendo la persecución española y con el objeto de “leer en el gran libro del Universo”, había sido provisto por Catalina la Grande de cartas de presentación ante los diplomáticos rusos de Viena, París, Londres, La Haya, Copenhague, Estocolmo, Berlín y Nápoles. Por ese tiempo, periódicos de Londres se referían a él como “hombre ilustrado y amante de la libertad de Suramérica”. Miranda en ocasiones se presentaba como “Monsieur Meyrat”. Con dicho nombre transitó en el primer semestre de 1789 por Bélgica, Alemania y el norte de Italia.

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